¿Os imagináis estar encerrados durante siete años de vuestra vida en una caseta de jardín sin ventanas? ¿Os imagináis nacer allí y desconocer lo que se esconde al otro lado de las paredes? ¿Qué haríais para no enloquecer en esta situación?
Joy y su hijo Jack se encuentran precisamente en esta situación en Room (La Habitación), película dirigida por Lenny Abrahamson y basada en la novela de Emma Donoghue. Antes de seguir leyendo, avisar que en este artículo se analiza la película, por lo que alertamos de spoilers.
Joy, interpretada por Brie Larson, es víctima de un engaño y posteriormente secuestrada por “el viejo Nick”, curiosamente nombre que también se utilizó en el siglo diecisiete para nombrar al diablo. Joy vivirá a partir de ese momento una pesadilla, cautiva en una caseta de jardín que está cerrada con una puerta asegurada con un código, que sólo se alimenta de luz natural mediante una pequeña claraboya, y donde será forzada a mantener relaciones con el viejo Nick todos los días.
De esos abusos nacerá Jack, interpretado por Jacob Tremblay, quien también vivirá con su madre Joy en la habitación, alimentándose de la comida que el viejo Nick les proporciona. Joy, también conocida como Ma, hace todo lo posible para que su hijo pueda crecer como cualquier otro niño: hacen ejercicio, estudian y juegan. Además, Ma no le cuenta a Jack la realidad de lo que ocurre ni lo que hay fuera de las cuatro paredes de la habitación. Le cuenta que fuera no hay nada, solo el cielo y más lejos el espacio. Eso sí, dentro de la habitación disponen de un pequeño televisor que utilizan para distraerse viendo dibujos o películas. Pero Jack sabe que eso es “tele”, eso no es real.
Como consecuencia del secuestro y de las horas que pasan encerrados, Jack desarrolla una imaginación increíble, y hablará con todo lo que hay en la habitación: armario, claraboya, silla, váter, etc. Ya que para él eso lo es todo.
Al quinto aniversario de Jack, Ma decide contarle toda la verdad para buscar una forma de salir de allí, pero él no acepta la historia que su madre le cuenta, no quiere aceptarla.
Finalmente consiguen salir engañando al viejo Nick fingiendo que Jack muere de enfermedad. Para Jack salir supone una aventura, no conoce nada. Es decir, lo conoce porque lo ha visto en la televisión pero le da miedo enfrentarse al mundo real.
A partir de aquí Jack empieza a vivir de verdad, en el mundo. Los primeros días los pasan en el hospital por seguridad y posteriormente se mudan a la casa de la madre de Ma. Jack no asimila vivir fuera de la habitación, la hecha de menos, y por eso se vuelve un chico muy tímido. Creo que hay dos momentos claves en el cambio de actitud de Jack: cuando se corta la larga melena que lleva y cuando tiene un encuentro con un perro real. A partir de estos dos momentos deja de ser un niño tan tímido, por lo menos con su familia. Por otro lado, Ma entra en depresión por el hecho de haber pasado siete años encerrada sin mantener contacto con nadie, hasta el punto de intentar suicidarse en el baño.
En las últimas escenas vemos a Jack jugando con un amigo, y a Ma en casa recuperada, eso nos muestra que por fin se han adaptado a la vida en el mundo real, a la libertad. Sorprendentemente, una vez todo ha vuelto a la normalidad, Jack quiere volver a la habitación, solo para verla de nuevo. Es allí donde queda sorprendido de haber podido vivir en un sitio tan pequeño durante tanto tiempo.
La Habitación nos cuenta una historia de amor incondicional madre-hijo donde tendremos momentos para reír y para llorar. Es una historia que nos muestra lo que es capaz de hacer una madre por un hijo y viceversa.
Está narrada en primera persona por Jack, de manera que desde el minuto uno le cogemos mucho cariño, ya sea por el sufrimiento que nos provoca pensar que vive encerrado, por como explica su vida en la habitación o por la inocencia con la que nos cuenta toda su aventura en el mundo. Además, la banda sonora de Stephen Rennicks es preciosa y encaja perfectamente con el ritmo de la película.
Por otro lado cabe destacar el reparto, que aunque no cuenta con actores de mucho renombre, es excelente. Brie Larson hace un papel espectacular, muy natural, nos hace creer que realmente lo que vemos no es ficción. Sin duda la estatuilla era para ella.
¿Y qué decir de Jacob Tremblay? A sus nueve años nos ha sorprendido a todos con una actuación que bien podría haberse llevado una nominación al Oscar. Sin duda este pequeño canadiense no tiene nada que envidiar a los grandes de Hollywood.
Si aún no la habéis visto, aquí va la recomendación. No os dejará indiferentes, lo prometo.
Artículo original de Guillem Xiqués para Hipsterian Circus.