julio 10, 2025

«Ao Vivo Rock in Rio Tea 2024» de Vimbio, un puñetazo sónico desde Galicia

En el vasto y a menudo predecible paisaje del metal contemporáneo, donde las fórmulas recicladas tienden a dominar, emerge Vimbio como un puñetazo inesperado, un híbrido que sacude los cimientos con una mezcla audaz de rap y metal que resuena con la furia de los 90 y la actitud descarada de los 2000.

Su nuevo EP, «Ao Vivo Rock in Rio Tea 2024«, grabado en directo durante su actuación en el festival Ponteareas, no es solo un testimonio de su potencia en el escenario, sino una declaración de intenciones: esta banda gallega está aquí para reavivar un fuego que muchos creían extinguido. Con tres cortes, ‘Perseidas‘, ‘Epicuro‘ y ‘Mayday‘, que destilan adrenalina y actitud, Vimbio nos sumerge en un mundo crudo, visceral y, por momentos, gloriosamente caótico.

Desde los primeros acordes de ‘Perseidas‘, te golpea una pared de guitarras afiladas y ritmos que parecen sacados de un disco perdido de Korn o Limp Bizkit en su apogeo, pero con un giro distintivo: las rimas afiladas de Álex Arnoso, líder y vocalista, que canalizan la energía de un MC callejero con la intensidad de un frontman de nu-metal. Hay una familiaridad reconfortante en los riffs pesados y los breakdowns, pero la fusión con el rap en gallego añade una capa de frescura que evita que esto se sienta como un simple ejercicio de nostalgia. ‘Epicuro‘, por su parte, introduce un tema inédito que se inclina más hacia el groove, con un bajo palpitante que podría haber sido escrito por Fieldy y un flow que recuerda a los días en que Rage Against the Machine jugaba con métricas impredecibles. Cierra el EP ‘Mayday‘, un himno ya conocido por los fans, que en esta versión en vivo explota con una urgencia que trasciende el estudio, como si Arnoso estuviera escupiendo cada verso directamente en tu cara.

La producción, fiel al espíritu de un directo, es deliberadamente cruda. No hay overdubs ni pulido excesivo aquí; lo que escuchas es el sudor, el rugido de la multitud y la electricidad de un momento irrepetible. Esto es tanto una fortaleza como un leve tropiezo: mientras que la energía sin filtro captura la esencia de Vimbio, hay instantes en que la mezcla se siente desbalanceada, con las voces ocasionalmente ahogadas por el muro de sonido instrumental. Sin embargo, este caos es parte del encanto; este no es un disco para audiófilos obsesionados con la perfección, sino para quienes buscan sentir el pulso de una banda en su elemento.

Líricamente, la banda no se anda con rodeos. Arnoso teje reflexiones sobre la existencia, la resistencia y el hastío cotidiano con un lenguaje que oscila entre lo poético y lo callejero. ‘Perseidas‘ evoca imágenes de estrellas fugaces y noches interminables, pero las entrega con una rabia que sugiere que no hay romanticismo sin lucha. ‘Epicuro‘, con su título que rinde homenaje al filósofo hedonista, podría leerse como una oda al placer en medio del caos, aunque el tono desafiante de Arnoso implica que ese placer se gana a puñetazos. ‘Mayday‘, el corte más accesible del trío, es un grito de auxilio convertido en desafío, un eco de la frustración generacional que resuena con cualquiera que haya sentido el peso del mundo en 2025.

Vimbio tiene ecos de la irreverencia de Death Grips, pero con menos experimentación sónica y más anclaje en las estructuras del metal tradicional. Hay también un parentesco con los primeros trabajos de Linkin Park, particularmente en cómo combinan introspección y agresión, aunque Vimbio se siente más arraigado en una identidad local, con ese gallego que corta como un cuchillo y aterriza como un martillo.

«Ao Vivo Rock in Rio Tea 2024» no es solo un EP en vivo; es un manifiesto de lo que Vimbio representa en el contexto de su obra incipiente. Tras el éxito de ‘Eu non quero traballar‘, un himno slacker que destilaba desencanto con un gancho irresistible, este lanzamiento en directo solidifica su apuesta por un sonido que es a la vez retro y renovador. La banda no está reinventando la rueda, pero está dándole un giro feroz, reclamando el espacio del rap-metal para una nueva generación que quizás no vivió el auge de MTV, pero que siente esa misma necesidad de gritar.

Este EP es una celebración de la crudeza, un rechazo al refinamiento excesivo y un amor evidente por el escenario como campo de batalla. Aquí no hay poses ni artificios; hay una banda que suena como si estuviera tocando para salvar su vida. Sin embargo, su brevedad (tres canciones que apenas superan los 10 minutos) deja un sabor agridulce. Es un aperitivo potente, pero te deja deseando más carne en el hueso, más espacio para que exploren las texturas que apenas insinúan.

Este EP es un disparo al aire, una señal de que Vimbio tiene el potencial de convertirse en un nombre importante no solo en la escena gallega, sino en el renacimiento global del rap-metal. No es un trabajo perfecto, pero no pretende serlo; es una fotografía en un momento excato de una banda en plena combustión, y esa honestidad es su mayor triunfo.

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