febrero 12, 2025

«Ladencia» de Sehore, un debut que evoca los 80 con una nostalgia edulcorada

Sehore irrumpe en la escena con «Ladencia«, un álbum debut que se presenta como un viaje a través de «historias perdidas de cualquier vida», con ritmos que evocan la «época dorada del pop de los 80». Grabado con el mítico Paco Loco y masterizado por Mario G. Alberni, «Ladencia» promete un escape a un océano de recuerdos desordenados. Sin embargo, lo que encontramos es una colección de canciones que, si bien demuestran cierta habilidad para la melodía, se diluyen en una nostalgia edulcorada y una falta de riesgo que impiden que el álbum alcance su verdadero potencial.

Sehore no oculta su devoción por el pop de los 80. Se perciben ecos de bandas como The Smiths, Prefab Sprout o incluso toques de la new wave más melódica. Ritmos de tango, reggae, vals y calipso se entremezclan en un intento de crear una paleta sonora rica y variada. Sin embargo, esta mezcla, en lugar de resultar estimulante, se siente a menudo forzada y superficial. Los ritmos, aunque presentes, no logran integrarse de forma natural en las canciones, sino que se sienten como adornos que no aportan una verdadera profundidad.

El sonido, en general, se mantiene en un terreno cómodo y predecible, sin arriesgar ni experimentar con texturas sonoras que aporten una dimensión adicional a la propuesta. Sehore se limita a recrear la superficie del sonido ochentero, sin capturar la esencia o la innovación que caracterizaron a esa época.

«Ladencia» se define como «el cristal de un escaparate en el que alguien podría reflejarse», un lugar donde se ven «recuerdos desordenados que se han convertido en música». Esta descripción, aunque poética, se traduce en letras que se pierden en la vaguedad y la generalidad. Se habla de despedidas, de sueños que se hacen realidad y de otros que se desvanecen, pero con un lenguaje que carece de imágenes vívidas o metáforas originales. La intención de «compartir vivencias como el deseo del náufrago que quiere ser rescatado» se diluye en versos que, a menudo, se sienten genéricos y poco memorables. Se echa en falta una mayor concreción y una exploración más profunda de las emociones que pretenden transmitir.

La grabación con Paco Loco y la masterización de Mario G. Alberni, nombres de peso en la escena musical española, garantizan una producción pulida y profesional. Sin embargo, esta misma pulcritud resta autenticidad a la propuesta. El sonido es demasiado limpio y carece de la imperfección y la crudeza que caracterizaban a muchas de las bandas de los 80 que Sehore pretende evocar. Se echa en falta una mayor experimentación con texturas sonoras o una búsqueda de un sonido más propio. La producción se centra en recrear un sonido agradable al oído, pero sin lograr transmitir la emoción o la autenticidad que se esperaría de un álbum que se define como «sin artificios».

Este debut llega a nosotros como una «magnífica carta de presentación» que va a «remover conciencias». Sin embargo, lo que encontramos es un debut que se queda a medio camino, con canciones agradables pero olvidables, que no logran conectar con el oyente a un nivel emocional profundo. Sehore demuestra tener cierta habilidad para la melodía y una clara devoción por el pop de los 80, pero necesita arriesgar más en su propuesta para trascender la nostalgia edulcorada y encontrar una voz propia que lo distinga en el panorama actual.

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