abril 25, 2024

Myles Sanko y la supervivencia

Recuerdo el día que descubrí a Myles Sanko. Era ese artista programado a primera hora del portAmerica al que realmente casi nadie presta atención. Sí, sabía que hacía soul y por las fotos pasaba por ser todo un gentleman así que cuando, a pleno sol, apareció en el escenario del Porto do Molle (sí, el festival aún no se había mudado a Caldas de Reis) con una americana cruzada con doble botonadura dorada y gafas de sol carey no me sorprendió mucho pero he de reconocer que me pareció un look osado.

Sobre el escenario Sanko se comportó correctamente. Guardo poco recuerdos más allá del luz y de la conversación que tuvo desde el escenario con un niño allí presente (era primera hora, tampoco había demasiada gente con la que conversar) en la que le decía de él, que se acercaba a su temprana edad a conciertos era el futuro de la música, a la cual se tendría que acercar desde el amor. A priori, una conversación más de marketing que de otra cosa pero nada más lejos de la realidad. Tras asistir a varios conciertos de ghanés tengo claro que Myles Sanko convierte el amor romántico en epicentro de sus shows y es que, sin ir más lejos, el último trabajo que le ha traído a España se titula “Memories of Love”.

Era inevitable que celebrándose el Blue Fest a escasos metros de mi casa dejase pasar la oportunidad de acercarme a disfrutar de una noche de soul de la mano de Myles Sanko. Alrededor de las diez de la noche me dirigí al Auditorio Mar de Vigo en cuyo hall se celebraba el evento, un evento que contaba con una particularidad: sería el primero que se llevase a cabo en la ciudad con el público de pie. Debo reconocer que el Hall del Mar de Vigo es un lugar aséptico a la hora de celebrar conciertos, posiblemente porque se celebran justo al contrario que los del Terraceo, con el mar a nuestra espalda pero he de reconocer que en esta ocasión desprendía una energía diferente por primera vez en años me resultó un lugar acogedor. Analizando esta sensación supongo que en gran medida llegó dada por la iluminación escogida para el evento que convertía el hall en un entorno mucho más hogareño. 

Conversaciones, reencuentros y Myles Sanko silbando tranquilamente en un lateral entre el público. La normalidad de un concierto entre amigos. A la hora señalada y con la lluvia arreciando en el exterior, Myles Sanko y su banda tomaban posiciones para arrancar con un concierto cargado de soul en el que el artista, acompañado por nueva banda para esta gira española, no solo presentó su último trabajo sino que además recuperó parte de lo temas que le han acompañado estos años.

Una vez más Sanko es la corrección sobre el escenario, un artista talentoso y elegante, pero algó falló. Quizás el escaso público, quizá que la noche no se prestaba, quizás las jodidas mascarillas que cada día funcionan más como mordaza que como protección o, simplemente, quizás el estar de pie tras más de un año obligados a estar quietos, inmóviles y sentados. A no poder expresarnos, también, en los conciertos. Pero Myles no fue ese carismático telepredicador del amor que estamos acostumbrados a abrazar cada cierto tiempo, quizás ahora es más padre y menos mesías. O simplemente antes luchábamos por amar al mundo y ahora nos basta con intentar sobrevivir siendo medianamente felices.

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