Nos encaminamos hacia el recinto ferial donde se desarrolla el SOS 4.8, mientras esquivábamos botellonas de la multitud que hacía tiempo en los alrededores antes de poder entrar, no siendo ésta una mala opción, ya que la cola daba la vuelta al recinto y en algunos casos, podría llegar hasta la hora de espera.
Nosotros buscamos las vueltas para poder acceder, ya que, tras consultarlo varias veces, nos decían que la prensa también tenía que hacer cola pero la perseverancia siempre tiene premio, por lo que conseguimos acceder a través del acceso específico habilitado para prensa.
Mientras ibamos accediendo al recinto, Bigott andaba dando un showcase en la zona VIP pero ¡oh, sorpresa!, algunos medios no tienen acceso a los conciertos de la zona VIP, así que no pudimos disfrutar de la experiencia completa ytuvimos que “conformarnos” con disfrutar de Xoel López, que estaba al borde del colapso debido al calor infernal, pero salvó con nota el envite, no ayudado por sus nuevos temas, aunque sí por su ilustre banda, incluido un neófito en estas lindes como Miguel Rivera, ex de Maga.
Ahora sí, el pueblo llano pudo ver a Bigott en el escenario Radio 3, correcto y particular como cada vez que lo hemos visto, pero con el handicap del bajo sonido del escenario, que hacía que se mezclara con aquel grupo que actuara en el Escenario Estrella Levante, aunque esto fue una tónica general durante todo el festival. Se nos echó la noche encima y caminamos hacia el Escenario Jägermaister para ver la original propuesta de Crudo Pimiento, con tintes punk, al igual que las Hinds, aunque lo de éstas últimas roza el ridículo (no es que yo sea muy precursor del punk, pero lo de estas chicas son gritos sin sentido, acompañados de una amalgama de sonidos inteligibles), no pudimos aguantarlas más de dos minutos seguidos.
Menos mal que pudimos resarcinos en el Escenario Estrella Levante con un Morrissey triunfal, haciendo un set mucho más amable que el de Barcelona dos días atrás, banda perfecta, y su voz, todo ello es caballo ganador. Él es el tipo de artista que puede permitirse obligar a un recinto como el del SOS a cerrar durante más de una hora todos sus puestos de comida (imposible comer nada durante su actuación), y además hacer un alegato duro y brutal contra la violencia animal, incluyendo proyecciones de las salvajadas de las industrias cárnicas durante la interpretación del hit de los Smiths “Meat is Murder”. Tras el concierto, el recinto se convirtió en un lugar masificado (casi imposible dar 10 pasos seguidos sin esquivar algún zombie) y colas de más de 50 minutos para comer, además de los colapsos que se sufrieron en las zonas de baños.
Con respecto a lo ofrecido por la restauración del interior del festival, la cultura de los tokens hace que pensemos que gastamos mucho menos dinero de lo que gastamos realmente, y nos podemos encontrar con cañas (de Estrella Levante) a 2,5€ (mismo precio que la botella de agua, por cierto), es comprensible que hay que ganar dinero en las barras pero sería de agradecer precios populares, al menos, en el agua.
Pusimos el fin de fiesta para el primer día, con unos muy divertidos Metronomy, que montaron un escenario acorde con su psicodelia bailable, aunque nuestros cuerpos ya no daban abasto para poder disfrutarlos como merecen.
El sábado amanecimos tarde, pero no podíamos perdernos la ocasión de vivir el SOS de día, que se celebra en la plaza de la Universidad en los que se denominan aperitivoSOS, que también se produjeron el viernes y el domingo (pero que la logística no nos permitió
disfrutar).
El ambiente era mucho más amable que en el recinto, y no había nada mejor que rendir pleitesía a uno de los grupos míticos del pop de este país, como son Los Fresones Rebeldes, que se derritieron a 40°, pero con himnos como «Medio Drogados» y «Al Amanecer» fueron coreados y bailados con el sudor de la frente de los presentes (nunca mejor dicho), suerte que los locales murcianos tenían precios populares para hidratar al personal.
Nos tomamos un breve receso y nos encaminamos al recinto donde empezamos a ver a Dorian, con un sol más tenue que el día anterior, aunque lo de Dorian más que un homenaje fue una forma de cambiar la forma de interpretar sus clásicos, pero sin ningún tipo de argumento ganador. La sección de vientos le hace ganar en estudio, pero en un festival se pierden esos detalles sonoros y las canciones quedan excesivamente vacías, aunque el respetable coreó cada coma, salvando los muebles.
Lo que no tiene parangón es lo de Los Punsetes, que nos tuvieron una hora sin parar de saltar y berrear, el nuevo disco no desmerece a los anteriores y conforman un set que no baja un ápice en ningún momento. Uno de esos conciertos a vivir en las primeras filas, para intentar no contaminarse del sonido del otro escenario.
Y tras refrescarnos después de una buena sudada, llegamos a una masa impaciente de buena música, y allí estaban Los Temples, llenando el escenario principal, y sonando pluscuamperfectos, como banda añeja, recordando esa psicodelia noventera e incluso sorprendiendo al interpretar “The Golden Age”, que no suele ser demasiado común en sus directos.
Y puede que el siguiente, fuera el concierto con mas feedback de todo el festival, Lori Meyers encandilaron al público. Un comienzo arrasador, que fue convirtiéndose en montaña rusa, pero que salvaron a los puntos, y es que el nuevo tema no termina de resultar atractivo en los directos, pero hay que decir en su favor que se curraron unos efectos audiovisuales muy superiores a la media en este país; aunque también cabe recordar que están lejos de presentar material nuevo, lo que hace que sea un pastiche bastante repetido en los últimos años.
Ya solo nos quedaba disfrutar de uno de los más esperados, The National, que se convirtieron, con todo merecimiento, en lo mejor de la noche. Hubo momentos míticos, como la sobrecogedora «I need my girl», pero lo que encendió a las masas fue ver a Matt Berningen abalanzarse en medio de la multitud… recibiendo todo tipo de » caricias» y dando por finalizado de esa manera una clase magistral de estilo, elegancia y una pizca de mala leche.
Un SOS a recordar, que ha dado un salto cualitativo en la parte alta de su cartel, pero que debe evitar ese abismo tan colosal entre éstos y el resto del cartel, que hace que se creen verdaderas masas de público en el escenario principal, puesto que no hay oferta suficientemente atractiva que haga dispersarse al personal entre los escenarios “pequeños”.