Llegaba el segundo año en Sevilla para el Monkey Week en un intento de establecerse en su nueva ubicación tras abandonar de El Puerto de Santa Maria en su primera edición. Con más de 200 bandas y una asistencia diaria de 10.000 personas según la organización del mismo. Una edición con acento latino y donde quizás una de las mayores apuesta fue el trap, el cual para la mayoría de asistentes… nos sobraba bastante. Como ya pudimos comprobar en el aforo de los que debían ser los conciertos principales del festival el viernes.
Una edición con nombres ya clásicos del cartel del festival en pasadas ediciones pero con muchas novedades y donde el sonido internacional estuvo más presente que nunca. Imposible asistir a todos los conciertos, por lo que me limitaré a comentar algunos de los descubrimientos del festival y los principales conciertos del mismo.
Empezamos por el Jueves, un día aparentemente tranquilo en comparación con el resto de días del festival y donde pese a tener una oferta mucho más decente, todos esperamos el fin de noche con Baby Dee y Swans. Nosotros abrimos el festival con Núria Graham tras recoger nuestra pulsera y visitar los diferentes stands del market.
La cosa aun no terminaba de animarse del todo y a lo largo de la tarde se sucedieron los paseos entre salas, viendo un dos o tres temas de cada grupo hasta la llegada de la noche y los conciertos más esperados en el Teatro, sobre todo Swans y su ya anunciado sold out.
Nos recibió a la entrada del recinto un cartel que acompañaba a un bol enorme y repleto de tapones para los oidos… “es parte integral de la experiencia visceral el directo de swans el uso de niveles de sonido bastantes altos», la situación me empezaba a emocionar (y la ruta de bares y cañas). Pero antes del ansiado concierto nos esperaba el segundo concierto más esperado del día por lo especial o particular del estilo de Baby Dee, quien consiguió trasladar al público a una atmósfera propia y fascinante, junto a su acordeón y la compañía de su sobrino y su guitarra. Una voz intensa a la que la acústica del teatro favorecía, en un ambiente oscuro y folk demasiado amplio para intentar etiquetarlo.
Tocaba ponerse los tapones y disfrutar de las vibraciones por todo el cuerpo Swans subían al escenario y las cervezas de nuestros vasos vibraban como en Parque Jurásico. Uno de los mejores directos que se podían ver hoy en día estaba delante de nosotros, pese a declararme abiertamente fan del grupo reconozco que para más de un asistente pudo sobrecargar, no hablamos precisamente de música ligera.
Michael Gira y los suyos no solo llenaron el escenario metafóricamente, la escenografía repleta de amplificadores y diferentes equipos fue el marco perfecto. Rock extremo, minimalista, intrumental, noise experimental… otro concierto que es inutil intentar etiquetar, simplemente estuvo muy a la altura de lo que era, la despedida de unos de los grupos mas importantes de las últimas décadas en la escena independiente estadounidense. Y por qué no decirlo, uno de los que quizás más hemos podido disfrutar en España.