A estas alturas de la película ya hemos opinado sobre gran cantidad de festivales y conciertos este verano. Hemos contado quien ha tocado bien, el “único” concierto de tal grupo, lo fantástica que está aquella cantante o lo gordo que está el otro. También hemos hablado de la organización de los espectáculos, la falta de servicios, el sonido malo o peor de esa noche, los fuegos artificiales, las barras, etc. Hablamos y opinamos de grupos y organizadores, pero creo que ha llegado el momento de hablar de la gente que participa para que tanto los grupos como los asistentes seamos un poquito mas felices.
La labor se presenta difícil, ya que tendría que comenzar por la persona que está poniendo las pulseras, y terminar por el servicio de limpieza que acaba por recoger el terreno arrasado como si hubiera pasado una marabunta. Dado que es imposible hablar de todos ellos, durante el Granada Sound hubo tres personas que por la particularidad de su actuación y de su trabajo son un claro ejemplo de la importancia de esos “actores poco memorables”(como los definiría Nacho Vegas). Por el azar del momento, estas tres personas tuvieron su momento de gloria y la ovación de los asistentes y de los grupos.
Como por ejemplo Esther, técnico sanitario, que estaba en el momento y el lugar para poder atender a Óscar Delafé. Durante la actuación de Delafé y las Flores Azules, Óscar en un movimiento imposible de su baile se rompió. Con gesto de dolor, dudaba si podría seguir con la actuación. En ese momento Esther y su compañero lo atendieron y le confirmaron lo que el ya sabía: rotura fibrilar.
Seguidamente, le realizaron un vendaje provisional, para que Óscar Delafé pudiera tirar de épica, y finalizara su concierto. Gracias a ella y su compañero pudimos disfrutar del final apoteósico de un Óscar dando saltitos a la pata coja y dotando de valor un concierto que sin Esther y su compañero tal vez se hubiera quedado a la mitad.
También cerca de 25.000 personas ovacionaron a Roberto Cortes. No se si Roberto es familia de Rodrigo Cortes (director de Buried y Flores Rojas), pero si se dedican al mismo sector. Roberto fue uno de los cámaras del concierto. Cuando Mikel Izal presentó a su grupo, no se olvido del invisible cámara que estaba detrás de la batería y pidió un aplauso para él. Gracias a Roberto y sus compañeros, todos los asistentes pudimos seguir los conciertos, ya que es imposible que 25.000 personas estemos en las 40 primeras filas para no perder detalle de las actuaciones.
Pero la persona que más me impacto fue «Víctor desde Mexico», persona importante para la actuación de Sidonie. Este machote fue el encargado de que Marc Ros, cantante del grupo, se diera un baño de masas impresionante haciendo inolvidable la interpretación de Un día de mierda. La labor de Víctor durante esa canción fue llevar en los hombros al sr. Ros mientras lo paseaba por el público y estos le chocaban la mano y le daban múltiples muestras de cariño.
Supongo que a Víctor no le importa para nada hacer esa labor, pero consiguió que para mi ese momento, esa canción, significara tanto que no creo que se me pueda borrar del corazón; porque si crees que tu vas a tener un mal día, imagínate tener que cargar con un tipo de 70 kg. en tus hombros mientras te abres paso entre una multitud enardecida que está tarareando al unisono “Hoy será un día de mierda”.
Aunque estas tres personas son las que calaron más en mi persona, quería dar las gracias a todos los que han trabajado en los distintos festivales y espectáculos este verano, ya que desde que empezara con un concierto de Manu Chao en el Viña-Rock he disfrutado cada momento musical hasta el final del Granada Sound.
Descansen actores poco memorables que se lo han ganado, y nos vemos la temporada festivalera que viene.