marzo 29, 2024

El Meister: una bestia entre las bestias

monteavaro

Monteavaro presentó su disco debut “Contra” (Animal Iceberg, 2015) en un concierto muy especial en acústico en la sala madrileña BUT, compartiendo escenario con El Meister. Un directo que presenciamos sentados, inmersos con la misma tranquilidad que un día en el bosque, impresión tan bien lograda gracias al atrezzo levantado sobre las tablas: una cabaña de madera a través de la cual entraban y salían los músicos, árboles de dos metros de alto tallados en cartón y, al fondo, una pantalla sobre la que pasaban unas nubes animadas, rasgando el cielo anaranjado de cuando el día está tocando a su fin.

En este concierto solo pudimos ver en acción a la mitad de Monteavaro: Sergio (voz y guitarra acústica) y Adrián Martín (guitarra eléctrica). Sergio es la paz, la tranquilidad y la dulzura, condensadas en su voz. Adrián es fuerza, inquietud, rebeldía, velocidad y juventud. Dos contrapuntos que, a primera vista, generarían ciertas dudas sobre su entendimiento sobre el escenario, y que, muy al contrario, han sabido llevar en una misma dirección. Adrián, escondido tras sus rizos oscuros, introdujo sin vaselina su rock crudo de guitarra en medio de las melodías y las letras melosas de Sergio, y nadie apretó los dientes.

Un repertorio breve de canciones (no había tiempo para más), entre las que sonaron: “El rey en su funeral”, “Crónicas”, “La comodidad”, “Tú, quédate”, “Balas”, “Ela” e “Himno para una adolescente”. Luego Adrián se metió dentro de esa cabaña de madera y dejó solo a Sergio, que tuvo un momento de confesión con su público con la sincera “No está tan bien”, durante la cual notamos cómo se arrancaba la tirita que mantenía la herida cerrada. Para terminar, Adrián volvió para interpretar junto a él “Bendita S.”, que también es la que cierra el LP. Sin duda, esta joven banda viene ondeando con fuerza la bandera del indie pop en nuestro país.

meister

Javier Vielba, El Meister, salía de la la caseta con su característico puño en alto y con paso firme, para coger su guitarra acústica y plantarse delante del micrófono y deleitarnos con su propuesta a modo one-man-band en castellano, con la que aparecía en 2014 como proyecto aparte de Arizona Baby y Corizonas.

A su salida, no sabemos si apropósito o inconscientemente, había dejado abierta la puerta de la caseta para que salieran, una a una, todas las bestias que recoge en «Bestiario». La primera iba a salir con “El país del alce”, comenzando a saciar la expectación de los asistentes, mientras algunos valientes ya se levantaban a golpe de bombo. El vallisoletano empezaba a dejar claro que es uno de los mejores frontman que tenemos en el territorio nacional (y parte del extranjero). Él tiene esa magia, ese misterio que provoca su espesa barba, mientras interpreta sus fábulas musicales con raíces castellanas y alguna que otra base electrónica, convirtiéndose en todo un Proyecyo de I+D resultón y con gancho.

Un gran principio que continuaría con “Los perros ladran” y “El Oso”, esta última una de sus joyas con la que al cerrar los ojos parecía difícil imaginar que sólo había una persona sobre el escenario. Con tres canciones ya se había metido al público en el bolsillo, además de por el recital que estaba brindando, por su peculiar sentido del humor entre canción y canción. Después daba la vuelta a la guitarra para utilizarla como cajón flamenco e interpretar una jota titulada “El romance del burro listo” a modo de juglar castellano y encarrilar un viaje por la memoria histórica de nuestro país con “Gallo rojo, gallo negro” una canción republicana de Chicho Sánchez Ferlosio que adaptó a su formato, convirtiéndolo en un tema prácticamente propio incluido en su repertorio.

Así llegaba el momento de cambiar la tesitura, añadir nuevos matices y registros con “Logia personal”, un tema más oscuro a modo de punto de inflexión con el que marcaba una segunda parte de su actuación en la que fue a cuchillo. Aunque más que un cuchillo, le haría falta un látigo a modo de Ángel Cristo para doblegar a todas las criaturas esparcidas por el escenario. Era tiempo de “Sueño con serpientes”, uno de los temas mas completos de Bestiario con el que se despidió para meterse en la caseta de la que había salido. Fue solamente un amago de despedida, aún quedaba por sudar tinta con El Meister.

Volvía a salir, y a modo de reivindicación de este proyecto personal se plantó otra vez en el escenario con “Autosuficiencia”, una versión de Parálisis Permanente que adaptó contundentemente a este formato metiendo distorsión y preparando un final que ya no tardará en llegar, pero se avecinaba apoteósico. Y así llegó con “Autómata” con el que se desprendía de la guitarra para agarrar el micrófono y asomarse al foso mientras sonaba una base electrónica pegadiza y potente. Por supuesto, ya no quedaba ni un culo sobre los asientos que había preparados para la noche, y Vielba, que ya había bajado del escenario, se mezclaba con el público, se rodeaba de sus fans, rompiendo esa barrera que parece existir muchas veces entre el artista y los asistentes. Pero El Meister ya había dejado claro que no es así, que no es normal y sale de la norma como y cuando le da la gana. Es un bestia.

Así se despedía el mesías del folk en España tras una actuación soberbia y ecléctica, cambiante, en la que el espectador se siente un privilegiado disfrutando de un artista tan imprevisible como prolífico del que ha podido disfrutar bien de cerca.

Texto por: Pablo Quejigo

Fotos por: Pablo Quejigo

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