Como personas que hemos comprendido con el paso de los años la importancia de dormir, decidimos prescindir de la Sesión Vermú y comenzar el sábado en Vive Nigrán con The Rapants. Esta banda fue elegida para hacernos vibrar al ritmo de Mahou. Para quienes aun no conozcáis a The Rapants os podemos decir que la banda es profeta en su tierra fusionando ritmos disco y guitarras indies, con letras en gallego y español que abordan temas como el amor, la juventud y la fiesta, vamos, unos vecinos caralludos. Su concierto nos hizo bailar al sol y terminar desenfrenadamente, al igual que el corazón de Marcela Morelo.
Si las camisetas negras eran el sello distintivo de los viernes en Vive Nigrán, el sábado llegaba cargado de ganas de baile y color. Bajo un sol veraniego, Javiera Mena fue la primera en hacernos bailar. Su concierto estuvo lleno de brillo y movimiento, una grata sorpresa para todos nosotros. Sus melodías pegadizas, elementos experimentales y arreglos electrónicos, crean un sonido fresco y vanguardista, abordando temas como el amor, la identidad y la búsqueda personal. Javiera ha logrado desarrollar un estilo propio y auténtico, capturando la atención del público con su energía en el escenario y su enfoque artístico innovador.
Después de la actuación de la cantante chilena, llegó uno de los momentos más destacados de la noche: Samantha Hudson. A medio camino entre el activismo y el mamarrachismo, Samantha es como un huracán que no deja a nadie indiferente. Con su mezcla única de sonidos, convirtió Vive Nigrán en una rave pecadora, blasfema y descarriada, como solo ella puede hacerlo, pero esta vez en el idílico enclave del Val Miñor. Es justo reconocer que la rave interrumpió el concierto a los 50 minutos. ¿En serio? No esperábamos un espectáculo al estilo de Guns N’ Roses, pero de verdad, ¿Dónde quedó la hora programada? Sinceramente, un broche de or… bueno, queríamos decir «de mierda», pero tal vez alguien esté leyendo esto mientras come y se ofenda.
Si tuviéramos que elegir una palabra para describir a Ojete Calor, sería «costumbrismo». Aníbal y Carlos, también conocidos como Ojete y Calor, han logrado algo que a Manos de Tipos que la crítica les negó: triunfar sin afinar una sola nota. Pero, ¿importa? La verdad es que no importa en absoluto, cuando te acercas a un concierto de Ojete Calor, sabes que escucharás a un dúo que puede sonar como dos gatas en celo, pero hey, tienen su público: los amantes del subnopop, como ellos mismos definen su propuesta.
Fuegos artificiales, confeti y mucho color. ¿Es necesario afinar? Probablemente no, cuando eres capaz de hacer cantar ‘Laura no está‘ a todo un festival, con una foto de Laura Palmer presidiendo el escenario. ¡David, te estás perdiendo algo increíble al no contar con Ojete Calor en tu próximo proyecto! Para nosotros, los mortales, sería igualmente incomprensible, pero mucho más divertido.
Así, con su teatral y colorista actuación en el Escenario Vibra Mahou, Ojete Calor puso el punto y final a nuestro Vive Nigrán 2023.
Sin duda, Vive Nigrán no es el festival más grande en el que hemos estado, ni tampoco, siendo honestos, tiene el mejor cartel. Pero lo que valoramos es la decoro de dividir sus días pensando en su público objetivo, alejándose de aquellos eventos que solo buscan vender entradas generando carteles fantasmagóricos que mezclan sin pudor el trap con la bachata o la salsa con el metal. Todos sabemos que, por contraste, solo maridan los vinos.