Podríamos ser cínicos y escribir loas sobre grupos con los que no hemos conectado esperando el cariño de los mismos. Intentar ser críticos de música, defensores del arte, modernos inmaduros que tratan de diferenciar a través del halago gratuito o el odio a golpe de tweet pero para nosotros la música es algo más que una diferencia.
Somos aquellos que agradecen saltar un viernes al ritmo de la fiesta que Delaporte propone en cada uno de sus directos mientras al día siguiente nos vemos capaces de incendiar el Cartagonova (a veces porque necesitamos mostrarnos mejor, a veces simplemente para que nos vean). Quizás este párrafo, que suena un tanto etéreo, contenga los trazos principales de lo que fue la edición de Vibra Mahou Fest este 2022 en Vigo, un pequeño festival que ha logrado un poco esperado éxito de asistencia tras un verano sobresaturado de festivales, verbenas, conciertos y fiestas patronales.
Vibra Mahou Fest comenzaba de manera abrupta: una incidencia de última hora trasladaba de Molotov a Island Club el concierto de Delaporte con el que arrancaba el festival. Lo que a priori podría parecer un problema supuso para nosotros una ventaja ya que, como usuario, la disposición de Island es mucho más agradable y cómoda que la del anterior emplazamiento. Pero ¡No hablemos de distribuciones y hagámoslo de música!
Delaporte es una de las bandas más en forma y más reclamadas de la actualidad. Con una propuesta claramente definida consiguen llevarse al público desde el primer compás. Es cierto que nadie llega a un concierto de la banda sin saber a qué se va a enfrentar o sin expectativas lo sorprendente es que Sandra y Sergio (en formato dúo o en formato banda) siempre logran cumplirlas. No nos colocamos ante ellos buscando revisitar nuestras emociones, lidiar con nuestros fantasmas o quedarnos a vivir en sus letras; no, buscamos evadirnos, disfrutar, saltar y cantar… y en eso son los mejores. Entre sonrisas, promesas de pogos y una buena dosis de música de baile arrancaba un festival en el que la lluvia y la música parecían ser nuestros acompañantes.
Pero el sábado amaneció luminoso para recibir a uno de los combos que más está dando que hablar últimamente: Anni B Sweet y Los Estanques. Una unión que pasea entre el pop más frágil y la psicodelia más poderosa dando vida así a, quizás, una de las propuestas más arriesgadas pero libres en cuanto a límites creativos, sin duda, un rara avis en el panorama estatal… con el que no llegamos a conectar. Quizás desubicado en cuanto al horario (cosa que personalmente no creemos) o tan solo que se trate de una propuesta que no consiga hacernos vibrar (mucho más posible) Anni y Los Estanques, Los Estanques y Anni, pasaron por Vibra Mahou Fest cosechando cantidad de piropos entre los asistentes pero resultándonos lejanos.
Tras ellos un amigo, un tipo que lleva años convirtiendo la mediocridad en virtud. Posiblemente mil personas puedan coger cada día una guitarra e interpretar canciones con inusual aire fronterizo, posiblemente mil personas puedan coger cada día una guitarra e intentar hacer suya a La Llorona pero pocos o ninguno lo hagan como él. Con una sonrisa cómplice Depedro lleva años demostrando que con talento y trabajo incluso lo más lejano puede funcionar.
Una y mil veces se convierte en el pescador entre los suyos y cada gesto es adorado sin caer en el hastío o aburrimiento, y es que Jairo parece tener ese don de ganarnos con la normalidad de quien hace lo que sabe sin pretender fascinar, tan solo tocar y disfrutar.
(Mañana la segunda entrega)