Basta con revisar el cartel de varios festivales estivales para darse cuenta que Arde Bogotá es una de las bandas de moda dentro del panorama estatal. A medio camino entre en pop más indie y el rock más canalla nos encontramos a esta joven banda llegada desde Murcia que con tan solo un LP, como ya hemos dicho, ha conseguido hacerse en hueco en buena parte de los festivales estivales.
Llevados por la curiosidad nos dirigimos el pasado viernes a la pontevedresa Sala Karma para averiguar si los cartageneros son merecedores de tanta fama. Cuando bajamos las escaleras de Karma fuimos conscientes que la noche no sería «normal«, o mejor dicho, «habitual» y es que tras casi dos años de distancia de seguridad, mascarillas y conciertos sentados, poder chocar con el hombro de cualquiera cuando vas camino a la barra se convierte en toda un sentimiento de afecto.
Sonaba ‘Dangerous‘, se iniciaba el show oficiado por Antonio García, dueño de un voz desgarrada y sobre todo de una puesta en escena que bebe de los grandes nombres del rock estatal, sin duda uno de eso front-man capaces de capaz toda la atención de una sala llena. Como maestro de ceremonias nos llevó a invitó a sumergirnos en aquel EP titulado «El Tiempo y la Actitud» intercalando temas de su primer trabajo «La Noche«.
Así cantamos al ‘Cariño‘ o pasamos ‘A Lo Oscuro‘. La propuesta de Arde Bogotá es realmente interesante: bastante pop fácil de digerir, algunas guitarras pesadas y con algo de distorsión que consiguen que los más duros del lugar acepten a la banda en sus oídos e incluso ecos de bandas de culto como Silversun Pickups en temas como ‘Virtud y Castigo‘ consiguen que Arde Bogotá sea una banda capaz de mover a cualquiera que frente a ellos se coloca. Eso sí, la versión de ‘Mi Carro‘ es inconexa con el discurso de la banda y más que recuperar y poner en valor la música de anteriores generaciones suena a broma de mal gusto, sin duda una de las pocas máculas de un concierto que nos sorprendió positivamente.
Hora y media de un directo medido hasta al última nota, el último gesto o la última canción. Un directo que deja claro que por mucha pose o mucho disfraz Arde Bogotá es una de las bandas más en forma y profesionales de la escena indie, y no somos los primeros en verlo ya que el paraguas de Vibra Mahou cobija esta gira que los llevará a recorrer buena parte de la geografía estatal. Conciertos que además de crear sensaciones sonoras consiguen desarrollarse dentro de una intensidad creciente pero siempre contenida que consigue que abandones la sala con una sonrisa en la boca y con ganas de ese poquito más que te llevará a querer repetir pronto.
Otra de la sorpresas que nos llevamos es comprobar como la banda consigue conectar con un público tan diverso, porque aunque suene raro aquel hombre de 40 y tantos que gritaba ‘Antiaereo‘ podría ser sin duda el padre de buena de parte de la cuadrilla de veinteañeros que sin éxito intentaban, sin éxito, iniciar un pogo en las primeras filas (¡ay, si nos cogiese más jóvenes!).
Sí, se podría decir más fácil: Arde Bogotá con cerró la puta boca para hacernos bailar al son de canciones que rompen fronteras generacionales por mucho que ‘Millennial‘ se titulen. Está claro Arde Bogotá se comerá este 2022, nosotros tan solo esperamos sobrevivirlo.