diciembre 4, 2024

Crónica: Sonorama (I). Macaulay está con nosotros.

Pues sí amigos, ya ha acabado un año más el Sonorama, y este ha sido el más especial porque para un servidor era el primero. Ya os podéis imaginar lo que supone descubrir un festival con tanta historia como el Sonorama por primera vez, y si no, voy a intentar contarlo.

Tras llegar el miércoles algo tarde (gracias a los encargados de acreditaciones, que a pesar de llegar a horas tardías fueron tan amables de darnos el pase fuera de tiempo), montamos nuestras tiendas y nos dispusimos a ver el único concierto que alcanzábamos a ver de la jornada de bienvenida: Ladilla Rusa.

Tras haberlos visto en otra ocasión, sabíamos a lo que íbamos: a gozarlo como críos en un parque de bolas. Y así fue, el ambientazo inmejorable (la tradicional fiesta de disfraces lo hacía aún mejor), y ellos, encima de un escenario arropado por miles de personas, fueron tirando sus hits mamarrachos uno tras otro. Este concierto marcó en parte esta edición del Sonorama, ya que aunque no sé si Tania y Víctor lo sabrán, en cada esquina del festival y del camping, resonaban a todas horas referencias a Macaulay Culkin y Kitt y los coches del pasado. Aquí un servidor sin embargo sigue cantando aquello de: ‘chucherías Mari, un poquito de to‘…’

Foto: Rodrigo Mena

Como acabábamos de llegar y las ladillas nos habían metido la fiesta en el cuerpo (vaya tela la frasecita), nos fuimos directos al Café Central del pueblo a ver a nuestros queridos REM Djs: Fer Indj, Lillo, Kutxu y Suzukid estaban haciendo bailar al personal a base de temazos.

Tras esto nos retiramos a nuestros aposentos en nuestro querido y bonito camping (de verdad, es bonito), y tan solo unas horas después estábamos preparados para afrontar un jueves muy largo e intenso.

Entre gritos extraños que provenían de los queridos Polyklin (alguien había bebido demasiado la noche anterior parece ser), nos pusimos rumbo al pueblo para descubrir la verdadera esencia del Sonorama: el día.

Nos fuimos directos a la boca del lobo: la Plaza del Trigo. Pudimos ver durante un buen rato a Bauer que estaban despertando al personal a base de guitarrazo, aunque apenas alcanzábamos a verlos entre tanta multitud.

Foto: Jacobo Revenga

Un descanso para comer y para tomar la famosa agua fantasía (de verdad, esta pócima merece estar en el cartel del festival) y vuelta al ruedo para ver cuál era la sorpresa del día. Y que menos que Joe Crepúsculo

Sin sorprenderme demasiado, la plaza se vacío bastante (muchos rumoreaban que esperaban a Izal), pero no hay mal que por bien no venga, así que avanzamos hasta llegar cerca del escenario donde se iba a montar la fiesta del siglo.

Uno a uno fueron desfilando los temazos en la Plaza del Trigo, y los allí presentes vivimos un fiestón. Entre pistolas de agua, vino y cerveza de la tienda de la esquina, Joe Crepúsculo se hizo con el alma de los presentes. Y es que no es para menos, quién no baile con ‘Vete a la mierda‘, ‘Mi fábrica de baile‘ ‘La canción de tu vida‘ o ‘Maricas‘ no está vivo. Además en directo es un auténtico espectáculo.

Foto de Jacobo Revenga

Al terminar Joe Crepúsculo nos dejamos llevar un poco por el ambiente del pueblo. Verbena, agua fantasía y mucho baile son los ingredientes secretos del Sonorama de día.

Poco a poco llegó la noche, y aunque nos costó no caer rendidos, cogimos fuerzas y fuimos a ver a nuestro primer grupo de la noche en el recinto principal: Miss Caffeina. Si he de ser sincero, no conecto demasiado con sus últimos directos más electropop, y era más del rollo pop rock que tenían en sus primeros discos. Pero hay que decir que el abrir más sus fronteras ha hecho que se hagan con más público y con una puesta en escena más potente. Temas como ‘Prende‘, ‘Merlí‘ o ‘Fiesta nacional‘ son casi más coreadas que otros temas ya míticos de la banda como ‘Venimos‘.

Foto: Sergi Erre

Nos escaqueamos un ratito para ver a los murcianos Me & the reptiles, que con su mezcla de dj set a golpe de temazo y violín con guitarra en vivo, tienen una apuesta diferente que siempre funciona.

Turno para Varry Brava, a los que ya estamos más que acostumbrados que ver en festivales y de los que nunca nos cansamos, son pura fiesta y han creado con los años un setlist que destroza los pies a cualquiera. Son capaces de hacer bailar a cualquiera a golpe de guitarra pop con su ‘No gires‘ que lo mismo te meten los ritmos más característicos de Corona con ‘La ruta del amor‘. Siempre que ellos estén en un cartel, la fiesta está asegurada. Además posiblemente sea el concierto más multitudinario que hemos visto de ellos hasta la fecha, cosa de la que nos alegramos bastante.

Foto: Diego Santamaria

Nos vamos corriendo al escenario Ron Negrita, donde va a dar comienzo una de las últimas confirmaciones del festival: Chimo Bayo. Iba sin expectativas, y aunque es alguien a quién respeto mucho porque marcó una época, no conecté mucho con lo que estaba viendo. Posturas imposibles, espectáculo puro y soltar sus frases míticas. No digo que esté mal, de hecho es su esencia, solo que a mi me aburrió y me dejó algo frío.

Foto: Rodrigo Mena

Por esta razón pudimos ver los últimos temas de Grises que nunca defraudan, y es por esa razón por la que seguramente los programen a altas horas de la noche: puro bailoteo.

Justo después de Grises y para cerrar la noche, se encontraban en el escenario principal Serial Killerz, que a golpe de temazo iban atrayendo cada vez más al personal que se amontonaba tras escuchar los primeros temas del set de este dúo. Batería y dj set bien sincronizados y con una selección para dejar a los que aún seguían de fiesta con ganas de más. Un buen cierre de Jueves. A nosotros nos dolía el alma y el Viernes prometía aún más, por lo que nos fuimos a nuestra Quechua (al menos unas horas).

Foto portada: Rodrigo Mena.

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