Sábado, 18 de noviembre, Madrid bulle con el caos y el ruido de un sábado de otoño, son las 17:45 h. y decenas de personas hacen cola a las puertas del Palacio de Deportes (WiZink Center para los más modernos del lugar). Oigo como una señora dice: «Hay concierto esta noche, pero no me preguntes, el grupo es tan raro que no me aprendería el nombre ni en mil años». Hiere mi orgullo indie. Love of Lesbian, señora, no es tan difícil. He quedado para hacer la previa: un par de cervezas, alguna que otra anécdota y para adentro. No somos las únicas. Se ven bastantes camisetas con el «John Boy» impreso, alguna con «todos los raros fuimos al concierto». ¿Alguien vivirá esta noche la transformación de la canción? ¿Alguien sentirá la conexión con El Poeta Halley?
Entramos a las 19:30 h., Mucho están haciendo una buena presentación. Son los teloneros, algo nada sencillo en un Palacio de Deportes, justo antes del fin de gira de uno de los grandes grupos del indie nacional. Martí me cae bien, me caía bien cuando estaba en The Sunday Drivers, cuando acompaña a los Ferreiro en sus giras o al frente de Mucho. Es un gran músico con muchísima versatilidad.
21:05 h., se oye algún «¿no iban a salir a las 21:00 h?». Vaya con la gente, somos unos impacientes de cuidado. Seis minutos más tarde empiezan a salir los músicos al escenario: Julián Saldarriaga (guitarras), Ricky Falkner (bajo), Oriol Bonet (batería), Jordi Roig (guitarras) y Dani Ferrer (teclados). La gente aplaude, silba, grita… no cabe ni un alfiler. Comienzan los primeros acordes de ‘Cuando No Me Ves’ y se oye la voz de Santi Balmes. Aparece su sombra en la gran pantalla que preside el escenario. Él aguanta su triple salto mortal, sabe que ya son estrellas y que su aparición se merece ese puntito de fama. Unos segundos que parecen eternos y emerge entre las sombras. Vestido de gala. Con su sombrero de Poeta Halley y su increíble voz rasgada.Las primeras filas están llenas de purpurina y gente joven, a lo mejor demasiado joven para un grupo como LoL, pero eso me alegra. Hay futuro para ellos. Enlazan con ‘Bajo el Volcán‘ ese primer single que conocimos hace ya un par de años. Y tras ella, llega uno de los himnos, ‘Allí Donde Solíamos Gritar‘. Locura en el público. Es algo que siempre me ha sorprendido de ellos, su capacidad de crear canciones tan llenas de ritmo, pero con unas letras tan inmensas.
Dan el salto a «La Noche Eterna/Los Días No Vividos» y nos hacen bailar con ‘Nadie Por Las Calles‘. Una enorme luna baja del techo y acompaña a una letra en la que ella es la protagonista. Toca suelo y sube convertida en una gran bola de discoteca en ‘La Niña Imantada‘. Nos vamos todavía más atrás, a 2005 y buscamos ‘Maniobras de Escapismo‘. Ésta es de las que no se saben los de la primera fila, sin embargo, sonrío. Justo delante de mí hay un padre con su hija, ella tendrá unos nueve años, pero la grita dejándose la voz.
Y de repente, uno de los momentos más surrealistas de la noche, Santi pide la colaboración de un grande para la siguiente canción, Coque Malla, pero el madrileño, como buena estrella del rock, se hace esperar. Balmes bromea diciendo que es el quinto plantón más extraño de su vida. Coque aparece y juntos cantan ‘Contraespionaje‘. Tras ella, llega una declaración de amor en toda regla: ‘Los Seres Únicos‘. Antes de lanzarse a conquistarla, Santi dedica unas palabras a todo el equipo, todos los que han hecho que este «Gran Truco Final» sea posible. Pero habla también de Joanra, de su salida hace seis meses del grupo y de lo agradecidos que están del tiempo que estuvo con ellos.
Volvemos a Halley y a ‘Los Males Pasajeros‘ para viajar después a ‘1999‘. Si Love of Lesbian tienen un himno, probablemente sea éste (con perdón de ‘El Club de Fans de John Boy‘). El público hace rato que se ha venido a arriba, pero la explosión que provoca esta canción es insuperable. Apenas se escucha al cantante.
El WiZink Center es ya una absoluta fiesta y no deja de serlo en ‘Voy a Romper las Ventanas‘. Sólo se escucha la voz de Santi y la leve melodía de un piano. Suficiente. Un grupo como ellos se puede permitir ese cambio de ritmo sin que el ambiente de la noche sufra el más mínimo daño. Y Halley vuelve al escenario con ‘Belice‘, ‘I.M.T.‘ y ‘El Yin y el Yen‘. Santi aprovecha y se cambia de atuendo, eso sí, los tirantes son imprescindibles. Estamos de celebración y eso se nota.
El público corea ‘Algunas Plantas‘, todos le seguimos cuando Santi pide que nos agachemos, todos esperamos impacientes la explosión final de la canción y llega. Y todos saltamos y bailamos, porque en el fondo es lo que hemos venido a hacer esta noche. Le sigue ‘Me Amo‘, ese gran canto al autoestima. Unos globos enormes recorren las manos del público. Balmes presenta a la banda, con especial mención a sí mismo. Se ha dejado a Julián atrás, algo raro pues tienen una especial conexión. Hay truco. A él lo presenta como alguien crucial en la creación de ‘John Boy‘. Gritos y más saltos. Esto ya no hay quien lo pare.
Llega, por fin, un brevísimo descanso. En la pantalla, un mago hace un truco de cartas y en la pista el beer-boy no da abasto. Medio trago cuando vuelven los chicos al escenario con una petición especial: «Siempre hemos visto esos conciertos en los que el público alumbra con la lucecita del móvil, ¿podéis hacerlo por nosotros esta noche?». Y ahí, en ese preciso instante, explota la magia. Estamos viviendo una noche mágica, pero es en ese momento, cuando suenan los acordes de ‘Segundo Asalto‘ y miles de pequeños puntos de luz invaden un espacio como aquel, cuando me doy cuenta.
Seguimos soñando con ‘Oniria e Insomnia‘, con ‘Psiconautas‘ y con ‘Manifiesto Delirista‘, No paramos de bailar ni un segundo. Santi vuelve a cambiarse de modelito. Recupera el sombrero. Sabe que se avecina un momento enorme porque en el minuto en el que empiecen a sonar las primeras notas de ‘Los Toros en la Wii – Fantástico‘ ya no habrá quién pare al público madrileño. Y así es, todos la bailamos y la sentimos dentro. Es otro himno.
Pero tras el subidón, llega el terrible frío que presagia una despedida. «Todo llega a su fin, amigos, y esta noche está llegando al suyo». Pienso que no se pueden ir sin cantar ‘Incendios‘, es mi canción, mía y de mucha gente más. Como si mis pensamientos hubiesen llegado al escenario, empieza a sonar. Y sí, esta canción es un poco de todos, porque todos la cantamos a grito, todos la silbamos.
Y llega otro momento especial, de los que no se olvidan. Está sonando ‘El Poeta Halley‘, ese precioso tema que es amor en estado puro, pero que también es poesía. Sobre todo gracias a los versos finales del gran Joan Manuel Serrat. De repente, allí está él. Sobre la pantalla gigante se proyecta su cara, en todos los altavoces del WiZink Center suena su voz. Es un momento realmente emocionante, no sólo para el público. Una cámara enfoca a Balmes y sus ojos brillan de emoción y de agradecimiento. No es para menos. El Palacio de Deportes aplaude durante más de un minuto. El grupo intenta seguir con el concierto, terminar, pero todos los presentes estamos tan agradecidos por la magia que se acaba de vivir, que les resulta prácticamente imposible.
Empieza a sonar la que será la última canción de la noche, donde se juntan Pacífico y Atlántico. Mi corazón, y sé que no es el único, espera que de algún rincón del escenario salga Iván Ferreiro para cantar con ellos ‘Planeador‘. No pasa, pero no importa. Es un momento apoteósico y como tal, merece ser disfrutado. La canción termina, el «Gran Truco Final» llega a su fin. Han grabado el concierto para un DVD, pero nada será igual que haber vivido esa noche allí. Como dice Santi, durante casi tres horas hemos estado dentro de una burbuja, una burbuja increíble y llena de magia. Hasta siempre, Halley.
Que crónica tan bonita. Espero que el concierto de esta noche esté a la altura, seguro que sí. Cantaremos «maniobras de escapismo» fuerte, para que se nos oiga desde la primera fila ( :
Els estimem molt…