Hace unos días hablamos de SuperParkers para poneros en sobre aviso de lo que se avecinaba. El fruto de aquella expectación era “Time for Fight!”, un álbum cargado de energía y rock de guitarras adictivas y melodías con estructuras que fluctúan entre lo complejo y lo directo que sucede a aquel debut, “Charlie”, publicado en 2014. Hemos podido hablar con su cantante, Edu. para que nos hable de este trabajo más a fondo, de su contexto y de sus orígenes.
Algo que me llama la atención en comparación con vuestro debut es que en “Time for Fight!” tenéis un sonido más maduro y reposado, fruto de una única sesión de grabación de ocho horas. ¿Por qué grabar de esta forma? ¿Cómo surgen estos temas?
Los grabamos en una sesión de ocho horas, cierto, pero hacemos algo siempre, y es grabar previamente a la banda en directo a lo loco teniendo poco tiempo para que se note la energía que buscábamos, luego trabajamos sobre eso. La mayor parte de lo que escuchas del disco, guitarras, voces y baterías, están grabadas en directo. Cuando luego curramos sobre eso, lo que se graba son dos tomas. No queremos sonar preparados y queremos mantener la energía. Añadimos luego un par de retoques y arreglos.
De aquí infiero que vuestros temas nacen del directo, ¿no?
En realidad no. Yo hago canciones casi diariamente y las voy grabando. Antiguamente eme dedicaba a hacerlas del tirón cuando tenía más tiempo. Sacaba una melodía, una canción y la letra entera de una vez. Pero uno se va volviendo más flojo (risas) y ya no hago letras enteras de una vez. Desarrollo primero una estructura y voy haciendo la idea poco a poco. De hecho siempre va primero la música y luego la letra.
En relación con el nuevo disco, me llama mucho la atención la portada con el rollo japonés/anime/vaporwave. ¿Cómo surge?
La idea fue de mi novia. Me pasó una página de carteles antiguos y empecé a bajarme algunos de películas de serie B, algo que me encanta. Me acabó gustando uno de una película de dinosaurios dibujados. Christian buscó el fotograma de la portada y el resultado me encanta.
Hablando de la música, me gusta que mezcláis momentos de mayor intensidad como el ‘I Don’t Wanna Be Kind’ con otros más relajados y románticos como ‘Sign of the Loser’. ¿Seguíais algún concepto para crear este equilibrio?
Yo tenía una idea previa, pero al final no se parecen en nada al resultado. Hemos ido quitando temas, añadiendo cosas… Empezamos a probar y configuramos el disco basados en los contrastes. Empieza el disco muy rockero, luego pasa a un rollo ska muy popero, luego una balada medio-heavy super oscura, luego la más bailable…
En cuanto a estilo me recordaba a los Black Keys, a lo mejor a los Queens of the Stone Age más suaves… ¿Cuáles son vuestros referentes?
El sonido puede ir por ahí, pero esta gente que dices tampoco me llaman demasiado. A la hora de hacer las canciones hay más influencia de los Beatles que de otra cosa, aunque es cierto que suena muy americano. Aunque ni por asomo suena a Nirvana, que es lo que yo tenía en mente (risas). Te digo una cosa, Mario y Edgar, los del estudio, pusieron un par de compresores y nuestra música sonó atronadora. Gracias a ellos hemos alcanzado este sonido, nos han ayudado a potenciarnos, nos entendían muy bien. Mario pilló al vuelo nuestras ideas y se volvió tan loco como nosotros.
Leo que estos dos discos nacen de dos momentos vitales tuyos algo bajos. En el primero te pilló una lesión y en el paro, y el segundo nace de la sensación agridulce de no haber recibido el apoyo merecido del primer álbum. ¿Se reflejan estas sensaciones a nivel musical?
El primer disco coincide con la lesión y el paro, pero no llevaba dos años como ahora (risas). En este álbum le dedico un tema a mi suegra, en otro hablo de un día soleado… Pero la mayoría de los temas hablan de rechazo. No es que las haya escrito con una intención cualquiera, a mí me gusta que la gente las interprete y siempre escribo con doble sentido. A veces parece que hablo de una mujer pero en realidad es de otro tipo de rechazo, simplemente lo hago por ser comercial (risas).
Y diría que el sonido es más rotundo, imagino que fruto de la mezcla de Mario y Edgar.
Efectivamente. Si no fuese por esta gente no creo que llegara a sonar así. Nosotros mezclamos el debut entero y buscábamos ese sonido, pero este nuevo disco pedía más trucos. Fue también casualidad porque a Mario también le conocí en mi escuela al ser profesor mío, hablamos un día de música y vi que teníamos la misma visión.
Tú eres de Sevilla, te has juntado con dos chilenos en Barcelona y tocáis con un seudónimos americanos. ¿Cómo nace todo esto?
Es llamativo, desde luego. Christian (el bajista) y yo nos conocíamos porque estudiábamos en la misma escuela. Yo tenía mis conciertos y mis canciones. Un día nos dimos cuenta que tenemos inquietudes parecidas y decidimos hacer conciertos con banda. Se trajo un amigo suyo colombiano para tocar la batería, pero al final se tuvo que ir. El nombre del grupo viene porque siempre he cantado en inglés porque he crecido con música en inglés y no me sale cantar en otro idioma, sería como usar una guitarra flamenca para tocar heavy (risas). Es lo más natural que me sale. No voy a hacer nada forzado.
Con lo de “SuperParkers” pensaba en Kevin Parker, imaginaba una suerte de homenaje.
Diría que empecé a tocar antes que saliera Tame Impala. Yo tenía mis canciones cuando vivía en Sevilla, pero las tenía para mí, casi nadie sabía que tocaba. Y cuando me vine a Barcelona, la gente empezó a escuchar mi música y la gente se sorprendió. De hecho, hay canciones del primer disco que tienen diez años.
¿Qué diferencias ves en “Time for Fight!” con respecto al debut?
A parte de la energía, las canciones están mejor elaboradas y hemos crecido. Musicalmente me gusta hacer cosas diferentes, y en este álbum hemos hecho cosas que no habríamos hecho en el primero. Hay cortes muy locos que tienen tres partes con estructuras diferentes, canciones de seis minutos, canciones acústicas… Creo que el pop es más pop, y el rock es más rock.