diciembre 2, 2024

La intimidad de los Escenarios Mahou con Christina Rosenvinge

Christina Rosenvinge es una de esas artistas que vive rodeada de un aura singular. Una de esas personas que no caminan sino que se transportan emitiendo una energía especial y diferente. La madriñela, de ascendencia danesa, fue la encargada de abrir el pasado miércoles el ciclo de Escenarios Mahou que visitará Galicia en las próximas semanas. Lo hacía en El Ensanche de Vigo ante un público deseoso de escuchar sus temas, los más recientes pero sobre todo aquellos que los habían acompañado en su juventud.

Vestida de riguroso negro, muy a juego con su último trabajo «Lo Nuestro«, y con una perenne sonrisa, Christina Rosenvinge se presentaba en formato trío en el escenario olívico. ‘Jorge y Yo‘ era el tema elegido para arrancar la noche sumergiéndonos en aquel «La Joven Dolores» (2011). Sin abandonar el tono intimista con el que se había iniciado el concierto recordamos a los hombres de la vida de Christina con ‘Romeo y los Demás‘ para continuar con la historia de Eco (‘Canción del Eco‘) y hablar de lo crueles que puede resultar en ocasiones los dioses.

Pero fue con la llegada de ‘La Distancia Adecuada‘ cuando la sala comenzó a animarse. Por primera vez se rompía el respetuoso silencio (excluyendo los gritos irracionales puntuales de una fan venida arriba) que había acompañado al concierto desde su inicio.

Comunicativa y cercana con el público Christina Rosenvinge nos sorprendió con ‘Romance de la Plata‘, el último tema compuesto por la artista y cuyo título es provisional, un tema que nace en el velatorio de su padre donde gitanos y daneses lloran juntos la muerte de un ser querido sin importar colores o procedencias.

El tramo final del concierto se convirtió en una vuelta al pasado. Christina regresó a ese momento de Cristina y los Subterráneos con ‘Tú por Mí‘ y sobre todo con una azucarada versión de ‘Mil Pedazos‘, que si bien sonó realmente bonita nos hizo echar de menos esa versión tan cruda a la que estamos más acostumbrados. Y aunque algunos pensaron que este sería el tema que pondría fin al concierto Christina guardaba una bala en su recámara: ‘La Tejedora‘.

Los aplausos y las peticiones de vuelta al escenario surgieron efecto y Christina Rosenvinge regresó al mismo para regalarnos ‘Negro Cinturón‘, un tema que como ella misma reconoció le apetecía tocar aquella noche.

Es cierto que Christina Rosenvinge puede pecar en ocasiones de ser una intérprete densa, incluso excesivamente filosófica en alguna de sus composiciones, pero es indudable que tiene un algo. Un algo intangible que la convierte en la gran dama del indie nacional por mucho que jóvenes competidoras le salgan bajo las piedras, una mujer que tiene un pacto con el diablo que la ha llevado de evolucionar desde el rock, al pop más comercial que la colocó en el centro de la industria musical, a terrenos mucho más intimistas pasando por los caminos de la distorsión. Nos puede gustar más, nos puede gustar menos pero Christina Rosenvinge seguirá reinando eternamente en el indie nacional.

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