Si existe una banda actual capaz de sacarte una sonrisa mientras presenta un tema oscuro que remite al delirio, la paranoia y la absoluta distorsión, esa es Night Beats. Se formaron no hace mucho tiempo, hace solo seis años estaban tocando en húmedos garitos de Seattle, Washington; pero al encontrar su sonido muy vecino a la nueva ola psicodélica de Austin, más cerca de los desiertos espectrales, las águilas hambrientas y los vientos tristes que de los caleidoscopios y las buenas vibraciones, se hicieron amigos de grandes bandas de allí como The Black Angels, salieron de tour con los californianos The Growlers e incluso los mismos The Jesus and Mary Chain.
El trío formado por el guitarrista Danny Lee Blackwell, el bajista Jakob Bowden y James Traeger a la percusión debe su sonido a los años sesenta dónde la distorsión de las guitarras y el sonido vibrante eran esenciales, combinando la locura del garaje rock, la psicodelia más juguetona y el surf rock. Su primer trabajo «Night Beats» fue publicado en 2011 y les lanzó al panorama underground velozmente, gracias a temas que demuestran originalidad y un fuerte carácter, como ‘Puppet on a String’ o ‘Dial 666’.
El gran paso lo dieron con el siguiente disco, al que yo llegué cierto día surfeando por los ambientes más caóticos de internet: «Sonic Bloom» (2013), un disco del que no olvidaré esa primera vez en la que retumbaron todas las vibrantes notas en mis orejas a través de dos cascos raídos pero todavía eficientes. En la portada, una especie de rosa multiplicada en diferente intensidad de colores verdes y rojos, bajo un marco negro con el nombre de la banda impreso, como un sello. Y si hablamos de sellos, este disco fue firmado por The Reverberation Appreciation Society, del que forman parte los mismos Brian Jonestown Massacre. Increíble lo delicioso que me pareció ese trabajo, que incluso pensé en la prematura muerte del grupo para así dejar una pequeña joya al tiempo, atrapada en un cristal irrompible, frágil pero protegida de manos ajena. Los Night Beats no eran muy conocidos entonces y todo apuntaba a que quedaría de ellos un diamante en bruto para toda la eternidad.
No fue así, pues este año han publicado «Who Sold My Generation», con colaboraciones y manos de pintura de los grandes Black Rebel Motorcycle Club, esta vez no tan oscuro y desenfrenado como lo fue «Sonic Bloom», pero si más variopinto, maduro, limpio y desde luego, un trabajo más elaborado en cuanto sonido y creatividad se refiere.
¿La suerte? Están de gira europea y podremos verles este 7 de octubre en la Sala Rocksound de Barcelona, una sala única con un sonido espectacular y el mejor ambiente rock and roll que puedas encontrar, espacio para menear la cabeza e incluso, si cabe, levitar un poco con el sonido gamberro y lisérgico que nos traerá el mejor trío fuzz de todo Seattle. Como tener a los propios The Velvet Underground al lado de casa, ellos son los putos Night Beats, y podéis comprar las entradas desde aquí.
No debemos olvidar que Last Tour también nos trae a estos chicos a la Sala Moby Dick de Madrid, tan solo un día después de su paso por RockSound.