Vivimos en una sociedad condicionada por el postureo, no lo podemos negar. Si das una vuelta por tu timeline de Instagram, mínimo tienes dos fotos de alguien en una piscina sobre un flotador gigante: unicornios, flamingos (porque ya no se dice flamenco, ahora se dice flamingo) y hasta donuts. Seguro que además tienes fotos de algún healthy breakfast o vegan lunch, ¡con cientos de yummy! ¡Miles de emojis! Cuantos más emojis, mejor. Algún gif de amigos saltando, poniendo morritos. Selfies con máscaras virtuales de perros, gente vomitando arco iris. Somos puro postureo y Moderna de Pueblo lo sabe.
Los autores de nuestro siglo son los encargados de retratar la sociedad 2.0 de la mejor manera posible: con humor y mucha ironía. A través de novelas, cómics, canciones y series dejan testigo de cómo somos los jóvenes millennials de hoy en día.
Raquel Córcoles y Enric Pardo son dos de los creadores que han tomado como base el mundo actual para su obra. Raquel es una ilustradora reusense afincada en Madrid que desde 2010 cuenta, junto a Carlos Carrero, las historias de Moderna de Pueblo. A través de sus viñetas podemos descubrir cómo es la vida en barrios como Malasaña, en festivales como el Sonorama o en cualquier concentración hipster. Viñetas del día a día.
Enric es guionista de El Terrat y profesor de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Hace algunos años dio el salto al papel con su primera novela “Todas las chicas besan con los ojos cerrados”. En 2014 se consagró dentro de este género con “Primera temporada”. En sus libros habla de lo mismo que puedes hablar tú cuando te tomas un café con tus amigos: música, trabajo, series o de que la persona que te gusta no te contesta a un WhatsApp.
Raquel, Carlos y Enric han unido sus fuerzas para dar el salto a Youtube. Es en esta plataforma, donde junto con TV3, IMSONEstudi y El Terrat han lanzado una miniserie. Diez capítulos cortos, pero certeros, que presentan las aventuras de Moderna. El tema principal es sencillo: lo cotidiano, poniendo el acento en aspectos como la precariedad laboral, el amor, las desigualdades de género o la convivencia.
Hemos hablado con Enric para que nos cuente un poco la visión de la sociedad que quiere transmitir la serie. Según el autor el objetivo ha sido dar un paso más en el universo de Moderna, dotarla de voz y adaptar el formato audiovisual a sus viñetas. Porque eso es cierto, en ningún momento han perdido la esencia del personaje.
¿La serie es un reflejo o una crítica? Raquel siempre ha defendido que su trabajo no era una visión negativa de los modernos, al contrario, siempre se ha limitado a plasmar el mundo tal y como lo veía, tal vez con un puntito de exageración, pero creando un espejo en el que los lectores pudiésemos mirarnos. Según Pardo lo que hacen estos capítulos es sacar punta a de situaciones que todos vivimos. “Nos retrata con mucho humor, nosotros mismos a veces pecamos de exceso de moderneo mal entendido”, nos dice, “esta idea tiene dos visiones. Por un lado, la necesidad de validación y exposición, algo así como una fobia colectiva. Por otro, compartes tu vida con un montón de gente y eso es algo que hace diez años era imposible”. Es cierto, el éxito mismo de la serie reside también en eso, en la cantidad de seguidores con los que contaban previamente los autores en las redes sociales.
https://www.youtube.com/watch?v=3rYRcdEEIxY
También hay cabida para una visión más crítica, hay capítulos dedicados a temas más comprometidos como la situación laboral de los recién licenciados o la desigualdad de género en el ámbito profesional. Esto también es el día a día. Las mujeres vivimos condicionadas por una sociedad que tiene más en cuenta el físico que nuestra valía, las ofertas de trabajo para los jóvenes, a veces, son tan insultantes que casi nos toca poner dinero. Por desgracia, también son temas de moda. Por suerte, autores como Raquel utilizan su “poder mediático” para denunciar estas situaciones.
¿Qué nos queda entonces? Pues seguir siendo modernos. Por suerte, tenemos a artistas e ilustradores que nos hacen este trabajo más sencillo, porque el buen arte de tomarse las cosas con humor (o con ginebra) es atemporal.