diciembre 2, 2024

No es leer ‘Instrumental’, sino sufrir la vida de James Rhodes

Quien te diga que se ha leído el libro ‘Instrumental’ miente. O, al menos, puedes rebatirle que no es una lectura, si no un continuo sufrimiento de la vida de una persona.

Así de contundente lo digo, sí, ya que tras la mimada edición de Blackie Books se esconde música, medicina y locura. Este libro llegó a mis manos en un día especial, de parte de una persona que es más especial aún. Que te regalen un libro de este calibre hace que tus expectativas sean altas, y tras haberlo terminado solo siento la devastación del sufrimiento de una vida.

Fueron muchas las veces que vi la foto de la portada de este libro por las redes sociales. El ‘fenómeno Instrumental’ inundaba los perfiles de Instagram. “Quiero ese libro”, me decía. Y con ese pensamiento llegaría el inicio (o tal vez el final) de la noción emocional.

Preludio

“La música clásica me la pone dura.” Es la primera línea que aparece en este preludio. Ante ella podemos hacer dos cosas: cerrar el libro acompañando al pensamiento de “Venga, sí, hombre, ¿y qué más?”; o, por el contrario, intentar averiguar qué es lo que nos quiere decir con ello.

“Ya sé que para algunas personas ésta no será una frase muy prometedora. Pero si quitáis la palabra ‘clásica’, a lo mejor ya no está tan mal.” Vale, ahora ya parece que va ganando enteros. Y es entonces cuando nos habla de la conexión que la música ha creado en nuestras vidas. La banda sonora que cada uno de nosotros lleva consigo, o la banda sonora que James Rhodes pone a este libro.

Es por ello que se encuentra dividido por temas (capítulos), y cada uno de ellos va acompañado de una pieza musical. Para que ningún lector se pierda, en Spotify se ha recogido una playlist con todas ellas:

Memorias de música, medicina y locura.

Este es el subtítulo que se puede leer cuando tienes el libro en tus manos. Entre esos tres ingredientes, no sé cuál predomina en sus páginas, o de cuál hay mayor grado de intensidad. 

En su interior encontramos las memorias del protagonista, desde su niñez hasta convertirse en concertista de piano en la actualidad. El camino no fue fácil, desde luego que no. Leer ‘Instrumental’ es conocer el pozo en el que James vivió durante su adolescencia- Es hundirte con él y comprender su sufrimiento.

Me violaron a los seis años.

Desde los seis años y en el colegio, James fue violado y sufrió abusos por parte de su profesor de gimnasia. “Me utilizaron, me follaron, me destrozaron, me manipularon (…)”. Así te lo suelta. Como una bofetada en la cara. Este suceso va a ser el que modele su carácter, su personalidad y su comportamiento desde ese momento. Un suceso que comprenderá cuando pasen los años, cuando descubra que las violaciones destrozaron su espalda. Fue entonces cuando tuvo que someterse a cuatro operaciones para paliar los dolores que tenía. Y es en aquel momento cuando se da cuenta lo miserable que ha sido su infancia. 

Me internaron en un psiquiátrico.

Que tu carácter esté marcado por un suceso de la infancia sólo puede desencadenar en la locura de darte cuenta que has tenido una infancia miserable. Una infancia llena de ausencia y de silencio. Estos elementos conllevaron a la incapacidad de equilibrio en sus relaciones amorosas. James se casó y tuvo un hijo y al principio todo iba bien entre los tres. No había mayores sobresaltos que alguna que otra noche de borrachera. Sin embargo, conforme su hijo se acercaba a la edad en la que James fue violado, empezó el caos en su cabeza, la culpabilidad y la atrocidad de recordar toda eso.

James R

Fui drogadicto y alcohólico.

Fue hasta los 30 años cuando James no decide compartir el infierno que lleva viviendo desde su infancia. Tuvo que convivir con todo aquello solo, al igual que la droga y el alcohol formaron parte de su vida hasta entonces. Muchos fueron los días que pasaba drogado y borracho en su casa, sin que nadie supiera dónde estaba, sin que nadie notase su ausencia. Se adentró en un círculo vicioso en el que le fue difícil salir: malos hábitos, pocas horas de sueño y descanso, drogas, antros de mala muerte, alcohol… Era su círculo vicioso, donde se refugiaba de la vergüenza del legado de los abusos.

Me intenté suicidar cinco veces.

Con el alcohol y las drogas también vinieron las autolesiones con cuchillas de afeitar. Incluso en el cuarto de baño del propio piso que compartía junto a su mujer e hijo. Los engaños de que lo estuviera haciendo, y el ocultar continuamente bajo mangas de camisa las señales de sus actos.

Tocó fondo en uno de sus ingresos psiquiátricos y uno de los intentos de suicidios fue robando un cable en aquél lugar, haciéndose un nudo en el cuello y tratando de saltar del retrete.

Perdí la custodia de mi hijo.

Toda esta devastadora vida y sus continuos e irregulares comportamientos le supusieron la pérdida de la custodia de su hijo. Es más, este libro va dedicado a su hijo, aunque estuvo a punto de no ser así ya que se enfrentó a su ex mujer ante los tribunales. Fue ella quién trató de impedir que la obra se publicara y pudiera afectar al hijo de ambos.

El artista confiesa que el nacimiento de su hijo fue uno de los momentos que marcó su vida, aunque también lo fue la primera vez que escuchó la pieza «Chacona» de Bach, provocándole un sentimiento terapéutico en su vida.

Epílogo

Instrumental2Y, a pesar de todo eso, James tiene tiempo para renacer. “Bach me salvó la vida”, es lo que confiesa. Siente que la música tiene cura. Se siente en deuda con ella y está dispuesto a saldarla, a devolverle todo lo que a él le ha dado. Y no toda la música en general, sino la música clásica.

Cuando te acabas esta joya se crea un vacío dentro de ti, pero no como ocurre con el resto de libros. Este es diferente. Te has sentido cómplice, amigo y compañía de James, quieres seguir siéndolo. Envidias la voluntad y fuerza que él ha tenido. «No tengo ni idea de si voy a sobrevivir a los próximos años. Ya he estado en situaciones en las que me sentía sólido, responsable, bien, fuerte, y todo se ha ido a la mierda. Desgraciadamente, siempre estoy a dos malas semanas de distancia de un pabellón cerrado.»

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