Antes de empezar toca esclarecer un par de aspectos. En primer lugar, Rodrigo, cantante de Sonograma, es miope, y así lo dejó caer entre el set y así me lo ratificó en la conversación que mantuvimos al terminar el concierto. En segundo lugar, quería desmentir ese dicho de “ojos que no ven, corazón que no siente”, porque se demostró lo contrario. Porque aún sin ver del todo lo que sucedía entre el público, vocalista y banda pudo sentir algo la pasada noche: el fervor de un público que corea las canciones de un grupo joven, que está iniciando su expedición por nuevos lugares en los que establecerse.
Noche del jueves 7 de abril en la Velvet Club de Málaga, abren puertas y el moderado público, que iría en aumento hasta llegar a ese agradable punto en el que hay suficiente gente como para sentirte rodeado y cómodo como para bailar, comenzó a entregarse al ritmo de los riffs de guitarra frenéticos que desprendían Rodrigo y Victor, guitarrista del grupo, en temas como ‘Alguien en el Espejo’.
Comenzaría una noche donde esta joven banda se dedicaron a encadenar temas de su anterior EP, “Sacramento” y su debut producido conjuntamente con Ramiro Nieto y Martí Perarnau IV, “Tormenta”. Entre estos momentos habría que dedicarle especial mención a la interpretación de ‘Incandescente’, una canción que, como ellos dijeron, “llama más que los demás”. Y al fin y al cabo, era un comentario bien fundado. Esa introducción a guitarra acompañada de un momento de complicidad entre vocalista y guitarrista que acabó derivando en una melodía de cierta reminiscencia a los momentos más rockeros del “Impronta” de Lori Meyers y con el que consiguieron convencer a un público que ya tenían en el bolsillo.
Aunque las referencias no acaban ahí. Me hicieron pensar en Tame Impala con el inicio de batería de ‘Sacramento’ o incluso en los Weezer más mainstream de su época “Beverly Hills”. Pero lejos de caer en la reminiscencia eterna, Sonograma consigue adoptar estas (posibles) influencias y dotarlas de una personalidad propia, gracias entre otras cosas a la potencia vocal, algo de lo que se estuvo hablando momentos antes de comenzar el concierto y se pudo comprobar a la perfección en ‘Reina del Sur’ y el momento donde se apaga la melodía y quedaba únicamente el grito de “¡Sal de mi vida!”
También supieron hacer algo que siempre es de agradecer cuando actúas ante un público andaluz: traer dosis de humor. Interludios entre temas que decidieron rellenar con ligeras conversaciones con el público, fomentando la sensación de cercanía y calidez que se respiraba allí con bromas, agradecimientos y siempre intentando conectar con los allí presentes.
La recta final comenzó con ‘Revolución’ y su post-estribillo de riffs rápidos y muy pegadizos para hilar con ‘Interestelar’ y sus cambios de intensidad y ritmos marcados, que pude comprobar que la gente de mi alrededor seguía al unísono. A todos nos dio la sensación de que el cierre llegó demasiado pronto, pero tuvimos la oportunidad de darlo todo coreando en comunión ‘Tormenta’.
Como llevo diciendo, son una banda joven, y eso se dejó entrever en los momentos en los que la música no estaba presente. Momentos entre canciones en los que se hizo, para un servidor al menos, un silencio demasiado tenso, tal vez provocado por la falta de rodaje y no terminar de tener controlado el flow de un espectáculo así. Pero, ¿sabéis qué? Ya me convencieron en su versión en estudio con un disco rápido, intenso y pegadizo, la puesta en escena de la pasada noche no era más que la demostración de que, aunque tienen camino por recorrer, lo hacen con todo el esfuerzo que llevan poniendo desde el inicio, dando los argumentos necesarios para que, el oyente desconocido, se llevara una primera impresión para decir que tienen algo. Sonograma consiguió algo que, sinceramente, creo que es el objetivo de su álbum: desprender tal energía en la pista para convertirnos en tormentas.
Fotografía: Juankar Gibson y Manuel García Cabrera.