Cuando te llamas Juanito Makandé y la revista Billboard te pone como artista latino que seguir en 2016, se crea una expectación a tu alrededor que necesita ser tratada con cuidado y, sobre todo, con trabajo duro, demostrando concierto tras concierto el porqué de esta proclamación por parte de este medio.
Lo que hizo el gaditano el pasado 18 de marzo en la Eventual Music de Málaga no fue nada más y nada menos que seguir demostrando cómo ha llegado hasta aquí con una gira que le lleva a presentar su más reciente lanzamiento, «Muerte a los Pájaros Negros», por toda la geografía española, y por el extranjero a Dublín, Londres o Edimburgo. Pero ahora toca hablar de Málaga, territorio conocido por el músico, el cual declaraba que «es un orgasmo para el alma estar aquí», así que los asistentes no podíamos más que esperar un continuo compadreo, o buena conexión público-artista si nos ponemos más técnicos.
La disposición del escenario denotaba la humildad del músico, que se encontraba a la misma altura que el resto de su banda, sin querer destacar más que lo necesario siendo la voz cantante. Un concierto que comenzó con un estallido de aplausos cuando Makandé apareció en escena, con un look barbudo y casual, cual mesías con aires de sensualidad, carácter que se vio incrementado en el mismo momento en el que comenzaron los primeros rasgueos de guitarra con ‘Pistolas y Cuchillos», tema con el que comenzó a enamorar a los asistentes allí presentes.
Al final de ‘Cantar Desnudos’ ya consiguió su objetivo: meterse al público en el bolsillo. Ahora tocaba mantenerlo a base de demostrar una maestría en el uso de su voz, su guitarra, su cajón y su arte en temas como ‘Tocar las Nubes’ o ‘Pena Negra’, momentos instrumentales donde los instrumentos compartían protagonismo o momentos de charla con el público que no era más que una continua sucesión de agradecimientos: ora a la banda, con presentaciones y complicidades, ora al público contando historias relacionadas con sus temas y agradeciendo su presencia esa noche.
Era un concierto que, además de buscar ese buen rollo que destila ese flamenco que se permite jugar a ratos con el jazz y con el funk, buscaba despertar algo entre los asistentes, e incluso entre la propia banda. Entre estos instantes habría que mencionar la interpretación de ‘Ramón’ y el momento en el que se recuerda a la persona por la que recibe nombre este tema, que ya falleció. Otro momento de mención fue cuando presentó a su guitarrista acompañante, Fran Cortés, «amigo que lleva conmigo 11 años a la guitarra», y al que no dudó en ceder el protagonismo a mitad del concierto para permitirle interpretar un tema de composición propia, una bulería cargada de críticas sociales que casaba muy bien dentro del repertorio de Makandé.
Un repertorio que cubrió casi en su totalidad «Muerte a los Pájaros Negros» y «Las Canciones Que Escribí Mientras Volaba», los álbumes que se han encargado de abrirle un hueco en la escena musical y que consiguieron entremezclarse a la perfección en un setlist que fue seguido por el público con una devoción absoluta, respondiendo a todo lo que proponían desde el escenario. Momentos en los que se sumaban a las palmas que se daban, otro en el que decidieron apagar las luces y pidió que el público sacasen los móviles con flash para hacer «un concierto un concierto a lo Alejandro Sanz». En definitiva: al público se le pedía que cantase y respondía encantado, se le pedía que bailase y bailaba. Se le pedía que transmitiese los mensajes de la filosofía makandé y lo hacían.
Porque uno de los objetivos que tenía Juanito Makandé era transmitir su filosofía de vida al público, con mensajes con los que infundía el positivismo entre el público. «Hay que follar más y pelear menos», con aplauso del público incluido; «hay que vivir la música», que tuvo también muy buena acogida pero que no pudo hacer sombra a la reflexión con la que el público enloqueció: «¿Qué hay más bonito que fumarse un porro y perderse en el pelo de tu novia? Eso es libertad».
La cuestión es que es admirable todo el positivismo que vuelca este artista, desde la versión que hizo de ‘Hakuna Matata’ a la interpretación de un tema dedicado a su perro, ‘Churrete y Ringo’. No soy amante del flamenco y, aunque esa fusión con funk que me recordaba en ocasiones a un acid-jazz noventero de nombres como Jamiroquai me resultaba interesante, iba todavía con mis reservas a este concierto. Pero una vez allí, tras haber vivido esa experiencia en la que Juanito Makandé me ha ofrecido su música, sus sentimientos y sus pensamientos, no pude más que admirarle más aún. Como músico, que era algo que ya pude ver en su trabajo de estudio pero que es en el directo donde se demuestra, y como persona. Una persona que se presenta tal y como es: auténtica y humilde, que sólo busca hacer la música que le guste y con la que transmite un mensaje que no es otro que: sé feliz.