Con «Outlaw Girls«, Angela Hoodoo se consolida como una de las voces más feroces y auténticas de la música de raíces americana en España. Publicado bajo Sleazy Records, este segundo álbum de la cantante, compositora y guitarrista granadina afincada en Málaga es un torbellino de siete pistas que transita con audacia desde el outlaw country hasta el rhythm & blues y el rock’n’roll más electrizante. Tras el aclamado debut «Coyote«, que la posicionó como una fuerza renovadora en el panorama nacional, «Outlaw Girls» es un paso adelante: un manifiesto de empoderamiento femenino, resiliencia y libertad creativa que pisa fuerte y no pide permiso. Producido por Pablo Fugitivo y grabado con una banda de élite en Hollers Analog Studio, el disco destila la energía cruda de un directo en un bar de carretera, pero su enfoque temático centrado y su producción impecable lo elevan a un nivel superior. Aunque su brevedad y algún momento predecible lo frenan de alcanzar la perfección, «Outlaw Girls» es un disparo certero que reafirma a Hoodoo como una forajida imprescindible.
Este es un viaje sónico por los caminos polvorientos del outlaw country, el blues abrasador y el rock’n’roll de alto octanaje, ejecutado con una precisión que nunca sacrifica su alma cruda. La banda de Hoodoo, Carlos Jiménez (guitarra eléctrica), Frank Mora (contrabajo), Nicolás Huguenin (batería), Nahum Canoura (violín y mandolina), Raúl Bernal (hammond) y Legacaster (pedal steel), es un motor perfectamente engrasado, con cada instrumento aportando capas de textura y urgencia. La producción de Pablo Fugitivo, grabada y mezclada por Máximo Ruiz Bandera en Hollers Analog Studio, captura la espontaneidad de un directo sin perder detalle, mientras que el mastering añade un brillo analógico que da al disco una calidez vintage con un toque contemporáneo.
El tema titular, ‘Outlaw Girls‘, abre con una guitarra acústica que rápidamente se transforma en un crescendo de guitarras eléctricas y teclados, estableciendo un tono de rebeldía y celebración. ‘Don’t Get Into Trouble‘ destila un blues pantanoso con un violín que corta como un cuchillo, mientras que ‘Wild Horse‘ galopa con un riff que evoca a ZZ Top en su prime. ‘Fugitivo‘ combina el trote rítmico del railroad blues con coros que aúllan como el viento del desierto, y ‘Snakes In My Head‘, con la colaboración de Susan Santos en voz y slide guitar, es un blues polvoriento que hierve con intensidad. La versión de ‘Everybody Wants To Go To Heaven‘ de Loretta Lynn cierra el álbum con un giro rockabilly que acelera el original sin perder su esencia bluegrass.
Sin embargo, la brevedad del disco, siete pistas en poco más de 20 minutos, deja al oyente con ganas de más, y cortes como ‘I’ve Got Soul For My Enemies‘ podrían beneficiarse de mayor desarrollo instrumental para igualar la intensidad lírica.
Las letras de «Outlaw Girls» son un canto a la resistencia, la libertad y la fortaleza femenina, tejidas con una crudeza que refleja las cicatrices de una vida vivida al límite. Angela Hoodoo escribe desde las entrañas, transformando experiencias personales en himnos universales. ‘Outlaw Girls‘ es una oda a las mujeres que desafían las normas, desde las que enfrentan el maltrato hasta las que luchan contra la brecha salarial, con versos como «Somos las que no encajan, las que rompen el molde» que resuenan con una fuerza empoderadora. ‘Snakes In My Head‘ aborda la salud mental con metáforas de serpientes que se retuercen en la mente, mientras que ‘Fugitivo’ evoca un amor esquivo con una narrativa cinematográfica que podría acompañar una película de carretera. ‘I’ve Got Soul For My Enemies‘ es una declaración de dignidad frente a la traición, con una voz que destila tanto desafío como vulnerabilidad.
Angela Hoodoo se mueve con soltura en el terreno del outlaw country, el blues y el rockabilly, con influencias que van desde Johnny Cash y Waylon Jennings hasta Etta James y Billie Holiday. Su voz, agridulce y hipnótica, recuerda a Nikki Lane, cuya mezcla de descaro y vulnerabilidad es un punto de comparación claro, aunque Hoodoo aporta un toque más crudo y mediterráneo. Comparada con Margo Price, «Outlaw Girls» comparte la misma pasión por narrativas femeninas empoderadas, pero se inclina más hacia el ritmo bailable que hacia la introspección folk. En el panorama español, Hoodoo se alinea con artistas como Jodie Cash, pero su enfoque es más frenético y menos nostálgico, con una energía que recuerda a Myriam Swanson en su faceta más rockera.
Internacionalmente, el disco evoca la actitud de Sarah Shook & the Disarmers, con su mezcla de country rebelde y punk, aunque Hoodoo incorpora un swing más pronunciado y un guiño al rockabilly que la acerca a Wanda Jackson en sus momentos más salvajes. ‘Wild Horse‘ y ‘Snakes In My Head‘ tienen ecos de los ZZ Top más polvorientos, mientras que ‘Fugitivo‘ podría encajar en un disco de Calexico por su atmósfera desértica. Sin embargo, a diferencia de estas bandas, Hoodoo no busca reinventar el género, sino celebrarlo con una autenticidad que es tanto su mayor fortaleza como su límite.
La mayor fortaleza de este trabajo es su energía visceral y su mensaje de empoderamiento. Cargado de himnos instantáneos, con arreglos que combinan la crudeza del blues con la urgencia del rock’n’roll. La voz de Hoodoo, capaz de pasar de un lamento aterciopelado a un rugido desafiante, es el corazón del disco, respaldada por una banda que toca con la precisión de un revólver bien calibrado. La producción de Pablo Fugitivo es un acierto, capturando la espontaneidad de un directo mientras mantiene un sonido pulido. La colaboración con Susan Santos y el cover de Loretta Lynn añaden capas de textura y reverencia al álbum.
Sin embargo, la brevedad del disco es su principal talón de Aquiles. Con solo siete pistas, «Outlaw Girls» se parece más como un EP que como un álbum completo, dejando al oyente con ganas de más exploración sónica y narrativa. Además, el enfoque temático centrado en la resiliencia, aunque poderoso, puede resultar repetitivo, y una mayor variedad emocional habría dado al disco una dimensión más rica. A pesar de estos defectos, la energía y la autenticidad del álbum lo convierten en una experiencia inolvidable.
Escuchar «Outlaw Girls» es como montarse en una camioneta destartalada por una carretera del desierto, con el viento en la cara y el rugido de un motor que no se rinde. El disco destila una energía rebelde y liberadora que te hace querer bailar con botas y gritar al cielo.
La voz de Hoodoo, con su mezcla de dulzura y rabia, es un faro que guía al oyente por este paisaje de serpientes, caballos salvajes y mujeres indomables. Es un álbum que te sacude, te abraza y te deja con ganas de más. «Outlaw Girls» es un disparo al corazón, un álbum que combina la ferocidad del rock’n’roll con la alma del outlaw country y el blues. Angela Hoodoo, con su voz hipnótica y su banda de élite, entrega un disco que es tanto un grito de empoderamiento como una celebración de la libertad creativa. No es perfecto, pero su energía, autenticidad y mensaje resuenan con una fuerza arrolladora.