Con «Daruma«, Ove (el proyecto en solitario de Alejandro Ovejero, exbajista y corista de Morgan) emerge como una voz introspectiva y delicada en el panorama del folk-pop español. Este debut de ocho pistas es un ejercicio de vulnerabilidad y perseverancia, un testimonio de la lucha contra las limitaciones autoimpuestas y la búsqueda de un propósito claro. Inspirado en el concepto del daruma japonés, símbolo de resiliencia y determinación, el álbum destila una calidez acústica que envuelve como una manta en una noche de invierno. Producido con una simplicidad que realza su honestidad, «Daruma» es un espacio de reflexión íntima, aunque su enfoque minimalista y su falta de audacia sónica a veces lo dejan a un paso de la trascendencia. Ove no reinventa el género, pero ofrece un debut sincero que limpia el alma y prepara el terreno para futuras exploraciones.
Este debut se mueve en el terreno del folk-pop introspectivo, con un sonido que privilegia la simplicidad y la calidez sobre la grandilocuencia. La guitarra acústica de Ovejero es el eje del álbum, acompañada por arreglos sutiles de percusión, bajo y teclados que crean una atmósfera etérea pero anclada. La producción, a cargo de Ovejero con la colaboración de músicos cercanos, es deliberadamente austera, grabada en sesiones que priorizan la espontaneidad y la intimidad. El resultado es un disco que suena como una conversación en voz baja, con cada nota cuidadosamente colocada para no romper el hechizo.
Sin embargo, esta simplicidad es un arma de doble filo, aunque efectiva en capturar la esencia de Ove, carece de momentos de ruptura o experimentación que podrían haber elevado el disco más allá de su zona de confort. Comparado con la sofisticación sónica de Morgan, «Daruma» opta por un enfoque más crudo, pero esta austeridad a veces limita su capacidad para sorprender.
Las letras de este disco son un flujo de conciencia que canaliza las inquietudes universales del alma humana: el miedo al fracaso, la búsqueda de sentido y la necesidad de sanar. Ove escribe con una honestidad desarmante, transformando pensamientos subconscientes en versos que limpian “la casa” interior. El álbum es un acto de catarsis, un intento de disolver las barreras que Ovejero se impuso tras alejarse de la escena musical para dedicarse a cuidar abejas. Sin embargo, la introspección constante puede volverse redundante, le falta de variedad temática (el disco rara vez se aventura más allá de la autorreflexión) puede agotar a oyentes que busquen narrativas más diversas. Aun así, la sinceridad de Ovejero y su capacidad para destilar lo cotidiano en poesía hacen que «Daruma» sea un compañero reconfortante para quienes buscan sanar sus propias casas.
Ove se sitúa en la intersección del folk-pop español y el cantautorismo contemporáneo, con influencias que van desde Antonio Vega y Jorge Drexler hasta el surf-folk relajado de Jack Johnson y el intimismo de Kings of Convenience. La sensibilidad melódica recuerda la delicadeza de Drexler, con su habilidad para tejer emociones complejas en estructuras simples, mientras que evoca la melancolía serena de Vega en sus momentos más introspectivos. Comparado con el folk etéreo de José González, «Daruma» comparte una atmósfera contemplativa, pero carece de la sofisticación rítmica que hace que González destaque. En el panorama español, Ove se alinea con artistas como AnnenMayKantereit (en su faceta más acústica) o el primer Izal, aunque su enfoque es menos ambicioso y más personal.
Internacionalmente, el disco tiene ecos de Damien Rice, particularmente en su uso de la guitarra acústica como vehículo emocional, pero Ovejero opta por un tono más luminoso, menos desgarrado. Frente a contemporáneos como Passenger, «Daruma» es menos pulido y más crudo, con una autenticidad que compensa su falta de grandiosidad. La experiencia de Ovejero en Morgan, con su mezcla de soul y rock, se percibe en la calidez de los arreglos, pero esta vertiente en solitario marca una ruptura hacia un sonido más introspectivo y despojado, un reflejo de su nueva vida como apicultor y compositor solitario.
La mayor fortaleza de «Daruma» es su autenticidad emocional con melodías que se pegan al alma y letras que resuenan por su universalidad. La voz de Ove, suave pero expresiva, es un guía confiable, y la producción minimalista realza la honestidad del proyecto. El concepto del daruma, como metáfora de resiliencia, da al álbum una narrativa cohesiva que eleva su impacto emocional. Para un debut, «Daruma» es un logro notable, especialmente considerando que Ovejero lo gestó en un momento de retiro personal.
Su enfoque minimalista, aunque efectivo, puede resultar monótono, con varias canciones que se funden entre sí por falta de variedad instrumental o dinámica. La introspección constante, aunque conmovedora, carece de momentos de ruptura o contraste que podrían haber añadido profundidad. Este trabajo es un debut sólido, pero deja la sensación de que Ove aún tiene mucho por explorar.
Como primer álbum, «Daruma» es una carta de presentación que establece a Ove como un cantautor con una voz propia, aunque aún en desarrollo. Alejado del soul-rock de Morgan, Ovejero abraza un enfoque más introspectivo, influido por su retiro de la escena musical y su trabajo como apicultor. El disco refleja un momento de transición personal, un puente entre su pasado en bandas y su futuro como solista. Futuros trabajos podrían beneficiarse de una mayor experimentación sónica o una narrativa más variada, pero por ahora, «Daruma» es un debut que cumple su promesa de limpiar casas y abrir corazones.