Blackpanda, el dúo madrileño compuesto por Marta Marlo y Andrés Lim, nos presenta «Vapor y Cielo«, su álbum debut, un trabajo conceptual que pretende trazar una analogía entre el ciclo del agua y las relaciones humanas. La propuesta, aunque ambiciosa en su planteamiento, se diluye en una amalgama de géneros electrónicos y urbanos que, si bien demuestran un cierto dominio técnico, carecen de la cohesión y la originalidad necesarias para trascender la fórmula.
«Vapor y Cielo» se anuncia como un viaje a través de diversos géneros, desde el UK Garage y el Amapiano hasta el Techno, el Pop, el Dembow y el House. Sin embargo, esta promiscuidad estilística no se traduce en una propuesta innovadora, sino más bien en un batiburrillo que confunde más que ilumina. Las transiciones entre géneros se sienten forzadas, como si se tratara de una sucesión de ejercicios de estilo sin un hilo conductor claro. Se percibe una intención de abarcar mucho, pero el resultado es una dispersión que impide que el álbum desarrolle una identidad sonora propia. Las referencias a paisajes naturales, que supuestamente inspiraron la composición, se pierden en una producción que prioriza la pulcritud digital sobre la evocación atmosférica.
Blackpanda busca situarse en la línea de otros artistas que fusionan electrónica y pop urbano, como Alizzz o , incluso, C. Tangana, aunque con una propuesta menos arriesgada y más enfocada a un público masivo. Sin embargo, a diferencia de estos artistas, Blackpanda aún no ha logrado desarrollar una identidad propia que lo distinga. También se pueden encontrar ciertas similitudes con propuestas de electrónica más melódica como Roosevelt o Jungle, aunque con una energía mucho más contenida.
La analogía entre el ciclo del agua y las relaciones humanas, que vertebra el álbum, se queda en una mera declaración de intenciones. Las letras, aunque intentan abordar temas como la transformación, la fluidez y la conexión, se evaporan antes de llegar al cielo, dejando una sensación de vacío lírico. Se recurre a metáforas recurrentes y a un lenguaje genérico que no logra generar una verdadera conexión emocional con el oyente. La supuesta «reflexión sobre la naturaleza cíclica de las relaciones humanas» se reduce a una serie de clichés que no aportan ninguna perspectiva nueva.
La producción de «Vapor y Cielo«, a cargo del propio dúo, es sin duda uno de sus puntos fuertes. El sonido es limpio y cuidado, con una mezcla precisa y una masterización profesional. Sin embargo, esta pulcritud técnica no logra disimular la falta de sustancia en la composición. Los arreglos, aunque variados, carecen de la originalidad o la audacia que se espera de una propuesta que pretende trascender los géneros. Se percibe una clara influencia de la electrónica más comercial, pero sin la experimentación o la vanguardia que caracterizan a los artistas que realmente innovan en este terreno.
«Vapor y Cielo» se presenta como un ciclo, pero este ciclo se repite sin generar ninguna novedad. Blackpanda demuestra tener talento técnico y una cierta habilidad para la producción, pero necesita encontrar una voz propia y arriesgar más en su propuesta compositiva. Este álbum se siente como un ejercicio de estilo que, a pesar de su cuidada producción, se queda a medio camino, sin lograr conectar con el oyente de una manera profunda. Un debut que, a pesar de sus ambiciones conceptuales y su cuidada producción, no logra trascender la fórmula.
Blackpanda necesita encontrar una voz propia y arriesgar más en su propuesta para dejar una huella en el panorama musical actual.