No nos cuesta reconocer que el Sinsal es uno de esos festivales que nos cautivan por el qué, el cómo y el dónde. Año tras año intentamos visitar, por lo menos una jornada, la Illa de San Simón para disfrutar del entorno, de la música y de las sensaciones que solo en un sitio tan especial como la ensenada de San Simón podemos sentir.
Podríamos intentar justificar por qué nos subimos a un barco en dirección a una isla abandonada para disfrutar de un cartel que no conoceremos hasta desembarcar, sí, podría tratar de explicarlo (yo lo he intentado en alguna que otra ocasión) pero honestamente creo que sería perder el tiempo. No podemos explicar por qué nos gusta esa canción, ese plato o ese color, de igual manera no podemos explicar cómo se siente (y por qué en el Sinsal la música se siente, no solo se escucha) el Sinsal. Puede ser que el paisaje nos arrastre y todo nos parezca más luminoso, puede ser que la emoción de descubrir un cartel en el que sin conocer, confías. Está claro que algo sucede en esa isla, que los extraños se convierten en conocidos y que los enfados y las malas caras quedan a un lado mientras todo es cordialidad y buenas intenciones.
Arrancaba este #SinsalSONEG2019 con la presencia de las londinenses Big Joanie en el Escenario FestGalicia situado en el Paseo dos Buxos. Autodenominadas “punkies y feministas”, Big Joanie llegan al festival con su álbum debut bajo el brazo, “Sistahs”, que veía la luz tras dos maquetas ¡una de ellas en casette! Pero pese a esta presentación punk el concierto de las inglesas se me quedó algo falto de furia. Posiblemente esta ausencia de garra se deba al formato elegido por la banda: una batería compuesta por timbal, tambor y un plato se quedaba algo justa para mostrar la garra de las británicas.
Tras ellas visitamos por primera vez el Escenario SONEG donde encontrábamos unos de los nombres veteranos dentro de las escena independiente del Estado: Lidia Damunt, una artista que lleva más de una década en constante evolución y que se presentaba en San Simón en un formato de trío, un detalle que nos gusta reseñar porque incluso para la propia Lidia parece llamativo ser una banda con nombre y apellido pero encontrar tres personas en el escenario. Lidia Damunt podría verse como la otra cara de la moneda: un formato mucho más electrónico, no en vano podíamos encontrar a Betacam al mando de las teclas y los sintes, y letras intimistas y hablan sobre el amor, el desamor y del paso del tiempo.
Fue llamativa la “poca asistencia” al concierto de la murciana pero es entendible ya que algunos barcos atracaban cuando Big Joanie hacía acto de presencia en el escenario convirtiendo así la entrada de la isla en escenario. Tras este concierto mucha de la gente decidió pasear por la zona gastro y conocer la isla, situación que penalizó a Damunt.
¿Por qué comprar un abono para un festival donde no conoces el cartel? Pues muy fácil, la gente de Sinsal Audio a lo largo de estos años ha tenido el gusto y la habilidad de programa a artistas como Alt-J, Owen Pallet, Nakhane, Of Montrel, La Dame Blanche, Joan Miquel Oliver… posiblemente sea una temeridad escribir esto sin haber finalizado aún el festival pero este año nos hemos cruzado con Mattiel.
Si no conoces aún a Mattiel Brown, por favor, apunta el nombre y ve a verla (a ella y a su banda) según tengas oportunidad. Ilustradora, diseñadora y un auténtico animal de escenario así es ella. Llega a España, estará recorriendo buena parte de la geografía, presentando su último trabajo “Satis Factory”. Voz ronca, un torbellino sobre las tablas y una banda de lujo en la que Sean Thompson, al que ya conocíamos como guitarrista de Curtis Harding, se une para dar ese puñetazo final que la proclama como vencedora del combate. Estamos seguros que quien se coloque ante Mattiel querrá repetir, disfrutar otra vez de esa energía y de esa cuidada puesta en escena.
A Charlotte Adigéry le tocó la complicada misión de seguir la estela de los norteamericanos a base de loops, bits y melodías disparadas desde un ordenador y un sinte. Decidimos entonces dejarnos seducir por la gastronomía del festival y reponer así fuerzas para el concierto de Fra! De los cuales teníamos clara una cosa: repartirían buen rollo desde el escenario igual que habían repartido sonrisas y saludos con todo aquel que se habían cruzado durante el día en la isla.
Llegados desde Ghana, Fra! decidieron llenar de color y ritmos africanos la Illa de San Simón. Comenzaron derrochando bailes, simpatía e intentando comunicarse en castellano con los allí presentes ¿cómo no quererlos? Así que cuando decidieron abandonar el escenario y bajar a cantar y bailar entre el público los besos y abrazos se convirtieron en estandarte del concierto. Recuerdo como años atrás Dan Deacon convertía el Sinsal en una fiesta, pero Fra! han llegado a convertir el festival en una comunión de culturas, colores y emociones. Sin duda, podemos decir que siempre habrá un poquito de Fra! en nuestros corazones.
No me gustaría terminar esta crónica sin señalar una nueva medida tomada por parte de organización del evento. En su lucha por reducir el impacto ecológico del festival este año han suprimido los contenedores amarillos ya que la “vajilla” del festival era retornable. Cuando te acercabas al área de gastronomía tenías la posibilidad de adquirir un plato que al final del festival era retornable convirtiendo así al Sinsal en uno de los festivales más sostenibles ecológicamente en los que hemos estado. Felicidades por la iniciativa.