Era 2010 cuando Aitor Goikoetxea decía adiós a Berri Txarrak, en ese momento Gorka Urbizo se convierte en capitán de la trainera navarra que lejos de perder su rumbo seguía creciendo y creciendo hasta convertirse en referencia dentro de la música en euskera logrando incluso derribar los muros y los prejuicios hasta ser reconocida, no solo dentro del estado español, sino a escala internacional. Ahora, casi una década después de aquel momento, la banda anuncia un parón indefinido no sin antes despedirse de su público que ha decidido llenar cada uno de los espacios en los que Ikusi Arte Tour ha recalado o recalará, al igual que hizo en su momento en el BEC! marcando un hito histórico ya no solo para la propia banda sino también para la música hecha en euskera.
Sabiendo que el final se aproxima decidimos peregrinar a Santiago de Compostela, no para abrazar al Apóstol, sino para sumergirnos en una noche que pasará a los anales de la historia de la Sala Capitol que agotaba su aforo semanas antes de la llegada de Berri. Más de media hora antes de la apertura de puertas la cola de acceso al recinto ya se alargaba hasta Fuente de San Antonio dejando claro que no nos encontrábamos ante un concierto cualquiera. Una vez dentro el ambiente se convertía en un cóctel de nervios, expectación y muchas ganas de pasarlo bien. Sonrisas nerviosas, algún que otro grito, miradas… los navarros eran el toro y nosotros los mozos esperando a correr por las calles de Pamplona.
Sería injusto precipitarnos sobre el concierto de Berri Txarrak saltándonos a sus teloneros la noche del sábado: True Mountains. Quienes por su parte ponían el broche de oro a la gira de su segundo trabajo “Walk”, y que posiblemente viviesen una de sus noche mágicas ¡y no llevan pocas! True Mountains es una de esas rara-avis que nos encontramos sobre los escenarios: el pasado sábado, con Capitol llena, podrían haber pasado por los hijos bastardos de Bad Religion pero si ahora, que lees sobre ellos y te llaman la atención corres a su Spotify encontrarás una propuesta muy diferente: canciones desnudas cantadas con mala leche por Pérez y vestidas tan solo por una guitarra y un contrabajo, un concepto minimalista de un directo punk-rock de bajo eléctrico y batería. Un previa que calentaba el ambiente en la sala como si se tratase del concierto principal pero…
Sonaba ‘Jaio.Musika.Hill’ y todo lo sucedido se olvidaba. Se olvidaba la mierda de semana, se olvidaba que asistíamos a un punto que esperamos que sea “y seguido” pero mucho tememos que será “y final”, se olvidaba todo y solo existían tres tipos en un inmenso escenario de unos 10 metros aproximadamente en el que no necesitaron más que sus canciones y sus instrumentos para llenarlo.
Aunque llegaban para presentar, o quizás para despedir, su último trabajo “Infrasoinuak” hubo tiempo para temas ya clásicos de la banda como ‘Izena, izana, eina’ o ‘Ikasten’, una colección de riffs de guitarra que llegaba antes del siglo XXI y es que 25 años dan para muchos temas. Un setlist medido y mimado que incluso nos regaló ‘Toro’ de El Columpio Asesino que nos tememos que muy posiblemente caiga cada vez que la banda abandona Nafarroa para que el resto podamos chillar un tema con algo de criterio. ‘Toro’ no fue la única versión que cayó ya que puño en alto cantamos ‘Sols el Poble salva al Poble’ de los míticos KOP.
Un bajo, una guitarra y una batería, Berri no necesita más. Simples y efectivos en su directo, no necesitan grandes juegos de luces o complementos que poco tienen que ver con la música para convecernos, ellos prefieren hacerlo con canciones sin concesiones ni medias tintas. Berri Txarrak ha sido etiquetado bajo diversos sellos pero solo uno se ajusta a ellos: música desde el corazón y las tripas. Una banda que sobre el escenario funciona como un engranaje perfecto incluso cuando David decide cortar la música ambiente que ahoga los aplausos para disparar la última bala y convertir un concierto en una experiencia antológica que ya se ha convertido en parte de nosotros, porque, por mucho que nos duela, un día nos encontraremos en la barra de un bar diciendo “yo estuve en el último concierto de Berri en Galicia”, ese día posiblemente asumamos que nos hemos hecho mayores pero que hemos tenido una juventud que ya le gustaría a muchos.