Esto iba a ser la primera parte de la crónica del B-Side Festival, pero debido a que aquí a un servidor le va a explotar una vena, he decidido centrarme un poco más en este artículo en el concierto de Las Chillers.
Estamos aquí para contar lo que hemos visto, desde nuestra opinión y sin tapujos, porque nosotros sí estuvimos en el concierto. Nuestro B-Side comenzó el Viernes pasado con el tradicional Pre B-Side que lleva algunos conciertos al centro de la ciudad de forma nocturna. Aunque no llegamos a tiempo de Villanueva o Atientas, sí que pudimos ver a Ayoho grupo que nos sorprendió gratamente. Una mezcla de indiepop con aire electrónico, que nos recuerdan a muchos grupos británicos, pero con una personalidad propia y con una producción bastante cuidada. Esperemos volver a verlos pronto en grandes escenarios.
Y después llegó el momento polémico del que tanto se está hablando. Por culpa de este momento estoy dedicando un artículo entero al tema, y por lo tanto, dar importancia a todos aquellos que protestan y dan su »opinión» (aunque una opinión deja de serlo cuando se profieren insultos de manera bastante baja), pero necesito hacerlo. También dejo claro que a partir de aquí, es una opinión propia, y como toda opinión sin faltar al respeto, puede variar según la persona.
Hablemos primero del concierto de Las Chillers. Prometen lo que dan, y dan lo que prometen. Un rato grande de diversión con reivindicación sin pelos en la lengua. Yo me lo pasé genial con sus grandes versiones y no suenan nada mal, aunque ellas mismas se empeñen en tono de humor en decir que no son un grupo de verdad. Sus versiones hicieron saltar a casi todos los presentes e incluso se notaba que eran queridas ya que su »Siempre Juntas» fue bastante coreado.
Ahora viene la reflexión, de la que todos deberíamos de ser partícipes y pensar: ¿Cuánto falta por cambiar?. Rocío (cantante de Las Chillers), se quitó la camiseta al ritmo de ‘Como Yo Te Amo’ y enseñó los pechos: »Estoy cansada de que me digan que como mujer no me puedo enfadar, no puedo insultar, no puedo eructar, no puedo cagar… puedo cagar, puedo follar, puedo comerme una polla, puedo comerme un coño, y puedo enseñar las tetas». Estas fueron las »terribles» declaraciones que tantos ofendidos dejó por el camino.
Y no lo entendemos, no entendemos la ofensa. ¿Niños y ancianos? Bueno, no creo que un anciano se vaya a escandalizar por ver unos pechos y por escuchar esas palabras que se escuchan cada día a cada hora en todas partes. ¿Niños? Cada padre puede educar a sus hijos como quiera, pero empecemos porque eran más de la una de la madrugada y bueno, un niño muy pequeño es raro que esté fuera de la cama a esa hora, además de que difícilmente no hayan escuchado palabras parecidas jamás (sin generalizar).
En cuanto a los pechos, ¿de pequeños de dónde bebemos leche? ¿en la playa, ya no se hace topless? ¿por qué hay diferencia entre los pechos de una mujer y de un hombre? Son preguntas que los ‘ofendidos’ deberían de hacerse.
Por otro lado, cada día los niños tienen alcance a otras muchas cosas peores que las que pudieron ver aquella noche: fútbol (por los insultos que se pueden escuchar en un estadio), corridas de toros, noticieros, reggaeton con letra machista a escasos metros de dónde se realizaba el concierto, con un macro-botellón en el que muchos de estos »niños traumatizados» podrían emborracharse sin control. No me creo que a día de hoy decir polla, coño o follar públicamente ofenda a nadie, y aún creo que queda un largo camino por recorrer cuando llamamos ‘ erótico’ o ‘espectáculo irrespetuoso y carente de valores’ a enseñar unos pechos femeninos (estas últimas palabras dichas por un partido político, por lo que aún me parece más grave).
Creo que es mucho más vulgar llamarlas ‘guarras, marranas o malfolladas’ por este mismo motivo, y creo que más de una persona aún tiene que salir de su cueva y ver el sol. Hemos normalizado conductas mucho más graves y machistas entre niños, y terminando de hablar sobre el tema, creo que en Molina de Segura hay cosas de las que escandalizarse mucho más que ver dos pechos o que alguien haya dicho polla o coño, pero claro, están reivindicando derechos, por lo que eso, en mi opinión, es lo que ha molestado a gran parte de los ‘ofendidos’.
Para terminar os dejo con uno de los comentarios que he podido leer en referencia al concierto de Las Chillers: ‘cada cosa tiene una edad, y a ver cómo le explicas que una mujer se coma el coño de otra a un menor. Al menor hay que protegerlo’. ¿Protegerlo de qué? ¿De descubrir su sexualidad? Yo creo que con comentarios como éstos no hace falta seguir hablando del tema.
Esperemos que Las Chillers sigan revolucionando mentes, sigan ‘molestando’, que Rocío siga enseñando sus pechos cuando le dé la gana, y que sigan haciendo versiones desenfadadas de clásicos de toda la vida haciéndonos bailar como locos. Aún queda un largo camino por recorrer
Para finalizar este artículo, he de decir que Las Chillers tocaron en Yecla (Murcia) y unas fiestas de Murcia hace relativamente poco, con un concierto parecido y mismas reivindicaciones, en un lugar público y no hubo ningún problema (en ambos sitios gobierna el mismo partido que ha tildado de ‘show erótico’ o de ‘irrespetuoso’ el concierto)
Y por otro lado, la semana que viene os contaré el número de ofendidos por metro cuadrado que habrá cuando Los Mojinos Escozios actúen en el mismo lugar de forma pública y gratuita (les gusta salir sin camiseta y hablar del sexo de forma desenfadada), o, si por el contrario, va a estar medio pueblo riéndose.
Y cómo dijeron León Benavente al día siguiente en el B-Side Festival: ‘Aún podemos aguantar, aún no ha salido el sol.’