Encaramos la jornada del viernes del Primavera Sound con un dolor en el alma: los solapamientos. Si íbamos a Mogwai, nos perdíamos a The National, que ya habíamos visto anteriormente, pero no por ello nos dejaba de doler. Dejábamos también de tener primera fila probable para Gainsbourg y sacrificábamos, por tanto, a Haim. Todo no puede ser. Ganaron Mogwai y Gainsbourg, con el regalo de Metá Metá para adoptar posiciones y marcarse unos bailoteos de media tarde.
Los escoceses Mogwai, que ya visitaron el Primavera Sound el año pasado, estuvieron excelsos con su post-rock contundente, con seguidores en las primeras filas que se sabían todos y cada uno de los matices de sus temas. La banda, renovada, mostró una cohesión envidiable. Mucho ruido, muchas nueces, pero no vamos a negar que nos faltó un audiovisual de fondo a lo Explosions In the Sky para hacer del suyo un show redondo (y que nos hizo lamentar perdernos a los americanos The National). En esta ocasión, un poquito más de escenificación más allá del éxtasis de los guitarristas en su interpretación no hubiera estado de más.

Terminaríamos la noche en el Primavera Sound con Charlotte Gainsbourg, que apareció sobre el escenario con una sencilla chaqueta tejana, tejanos arrapados y camiseta blanca de esas de cinco euros, si no menos. ¡Pero tan chic ella!
Acompañada de cinco pipiolos, Charlotte Gainsbourg presentaba «Rest», el disco que le sirvió de limpieza espiritual a raíz de la muerte de su padre hace ya unos años y de su hermana en 2013. En un escenario con cuadros luminosos blancos a modo de círculo, Charlotte quedaba encuadrada en sus traslados por todo el escenario. Lo curioso del caso es que era cuando salía del cuadro que su protagonismo crecía aún más, cuando la podías ver de cabo a rabo, cuando la podías ver a ella y no al personaje. Tenemos una debilidad especial por un tema en concreto, ‘Deadly Valentine’, que crecía, crecía, crecía en su desarrollo hasta que nos hizo llegar a un momento de fiesta ‘dance’ memorable. Melodías sencillas, puesta en escena aparentemente simple, pero un espectáculo completo, de los de cuando menos es más.