Podríamos decir que el viernes era el día grande del Vida Festival. El día de los grandes nombres. Pues si una cosa tiene el Vida Festival es que es el festival más cuqui del verano, pero no el del cartel más espectacular. Para qué nos vamos a engañar.
Sin duda los dos grandes nombres del viernes en esta quinta edición del Vida Festival fueron St. Vincent, por una parte, y Franz Ferdinand por otro, aunque con resultados distintos.
St. Vincent se presentó para arrasar. En un año en que poner mujeres de cabeza de cartel parece ser lo más, St. Vincent demostró que lo merecía. Anulando (?!) quizás a sus músicos masculinos (permanecieron todo el rato con el rostro cubierto, vimos un desfile de feminidad de protagonismo rotundo tanto en ella como en la teclista que la acompañaba, Toko Yasuda. El desfile no terminaba ahí, sino que continuaba con una serie de guitarras diseñadas por la propia Annie Clark que, no solo tenían personalidad propia, sino que, con cada una de ellas, Annie Clark exploraba un mundo sonoro individual, particular, especial, para cada uno de los temas que ahí se desarrollaron. Los vídeos de fondo acompañaban un espectáculo visualmente chillón, tanto en tonalidades como en el trasfondo imaginario. El evento que sirvió de presentación de «Masseduction» (2017) encandiló a los asistentes, tanto musicalmente como en la puesta en escena, con una Annie Clark claramente teatral, jugando en el límite entre lo histriónico y lo más dramático, cercana pero distante a la vez. Algo difícil que St. Vincent logró de lejos. Aunque, siguiendo la tónica del día anterior, tampoco tenía muy claro que no estaba en Barcelona. En fin…
Otro cantar sería el de los escoceses Franz Ferdinand. Aunque conscientes de que Vilanova existe y de que no es un barrio o suburbio de Barcelona, ello no compensó con el resto de lo que supuso su presencia en el Vida Festival. Su espectáculo no fue nada imaginativo. Vistos una vez, vistos para la eternidad. Mismos movimientos, misma organización, casi mismos temas: venían a presentar «Always Ascending», del que solo tocaron 4 temas. Apuesta segura pero para nada arriesgada.
Eso sí, un público entregadísimo que venía a lo que venía: a corear los grandes éxitos de Franz Ferdinand, a saltar sin parar y a hacerse con las primeras filas costara lo que costara (incluso si ello significaba dejar a los pobres niños de poco más de un metro de altura atrás). Triste, pero cierto. Palabra de Mª del Mar.