Que Vestusta Morla es un fenómeno musical en España lo tenemos claro desde hace años. Cada concierto de la banda es una acontecimiento que acelera la ciudad por la que pasa. Hordas de jóvenes, y no tan jóvenes llenan, los recintos en los que los madrileños ofrecen sus shows y corean sus temas de principio a fin. Muchos pensaréis que esto se trata de un caso aislado que se da en el estado y quizás en Latinoamérica, por eso, para conocer qué sucede más allá de nuestras fronteras decidimos acercarnos al Hard Club de Porto y vivir en primera persona un concierto de los madrileños en un lugar que no tiene el castellano como idioma oficial.
Una de las ventajas de elegir un concierto como el de Porto es que podríamos disfrutar de Vetusta Morla en una sala de media capacidad (1000 personas) dejando así a un lado los inmensos pabellones y estadios que ahora llenan los madrileños, pudiendo disfrutar de un concierto más íntimo. Por contra, y es que toda cara tiene su cruz, no podríamos disfrutar del derroche audiovisual con el que cuenta la banda en esta gira Mismo Sitio, Distinto Lugar, está claro que en esta vida no se puede tenerlo todo. Así que sin darle demasiadas vueltas cogimos el coche y nos acercamos al Hard Club de Porto que desde hacía un mes colgaba el cartel de «no hay entradas«.
Media hora antes de a hora de inicio del concierto la sala presentaba un gran aspecto y el lleno no se haría esperar demasiado. Se acercaban las 22.00 horas y como si se tratase de un estudio antropológico de espaldas la escenario uno divisa la sala y se da cuenta que Vetusta Morla es un grupo con un rango de público realmente sorprende, gente de todas las edades acuden a sus conciertos: desde niños de no más de 12 años con sus padres hasta parejas maduras que jamás te imaginarías encontrar en un concierto de esta índole. Personalmente esto me llamó la atención mucho más que la cantidad de españoles que había en el Hard Club, un suceso más que previsible para todo aquel que conozca el precio de los peajes en Galicia donde nos sale económicamente igual ir y volver a un concierto a Porto que ir (y sumad la vuelta) a Coruña.
Con la sala llena y bastante calor en el ambiente se apagaban las luces y el show comenzaba con el tema que da nombre a la gira ‘Mismo Sitio, Distinto Lugar‘ dejando clara así la evolución de la banda en sus últimos trabajos. Un titulo de canción y lema de la gira que bien serviría para definir a la propia banda: sí, siguen siendo los mismos pero se encuentran en un lugar, tanto de público como musical, diferente; repito, ni mejor ni peor, solo diferente.
La noche continuaba ahondando en este último trabajo con ‘Deséame Suerte‘, ‘El Discurso del Rey‘ y ‘Palmeras en La Mancha‘ y como si ya nos hubiésemos trasladado al desierto el calor se hacia notar en exceso. Vale que yo soy del norte y que quizás mi percepción del calor sea particular pero tras ‘Golpe Maestro‘, primera visita a sus anteriores trabajos, el público comenzaba a corear «aire, aire…» algo raro estaba pasando, ya no había ningún tipo que duda.
Y si ‘Golpe Maestro‘ había calentado un ambiente ya cargado de por si fue la aparición de lo que ya podemos considerar clásicos de la banda con lo que el Hard Club entró en combustión. Vamos a dejar la música a un lado por un momento. Desde el escenario Pucho se unía al público en su petición de aire en la sala, hasta el punto mediado el concierto, por primera vez en una década, Vetusta Morla decidía hacer un receso de 10 minutos para que público congregado pudiese abandonar la sala para refrescarse. Más de media decena de personas ya habían tenido que abandonar la sala con anterioridad debido a mareos o bajadas de tensión. Una sala llena en sus dos ambientes y sin aire acondicionado propicia estas situaciones de tensión por muchas botellas de agua que se le repartan a las primeras filas. Sin duda un suceso que marcó el concierto y es que parafraseando al grupo en sus redes sociales: el pasado viernes los asistentes al concierto sudamos la camiseta, incluso aquellos que decidimos quedarnos en la parte de atrás de la sala porque, con toda sinceridad, yo voy a los conciertos a disfrutar de la música y del espectáculo y el viernes esto fue una tarea imposible.
Hasta ese punto los de Tres Cantos habían interpretado temas que ya podemos considerar como auténticos clásicos del grupo, tal es el caso de ‘Maldita Dulzura‘, ‘Cuarteles de Invierno‘ o ‘Copenhage‘, momento en que casi hay más luz frente al escenario que sobre el mismo ya que buena parte de la sala decidió que era el tema a grabar y compartir a través de sus teléfonos móviles… en vez de el tema a disfrutar pero bueno eso ya es una decisión personal al gusto del asistente.
Tras ese necesario parón y un, también necesario, cambio de camiseta el concierto continuó de la mano de ‘23 de Junio‘, una de esa pequeñas joyitas que están pasando desapercibidas dentro de este último trabajo pero que muy posiblemente vayan ganando peso con el paso del tiempo. Cierto es que el ambiente dentro de la sala no había mejorado en exceso pero esa bocanada de aire fresco y que algunas personas decidieron abandonar el concierto, procediendo previamente a cursar una pertinente reclamación, hicieron más llevable el resto del show.
Pensaréis que ponemos demasiado énfasis en el calor que nos tocó vivir pero no, es la realidad que nos tocó vivir; también consideramos que es justo reconocer que Vetusta Morla no se guardó nada, que pudieron haber hecho el concierto más corto o que pudieron ahorrarse los discursos en los que dan valor y visibilidad a la figura de las mujeres dentro de la música y dentro de la sociedad pero no, no lo hicieron. Tenemos claro que si nosotros pasamos calor, ellos sufrieron sobre las tablas del escenario del Hard Club. Tenemos claro que fueron los primeros en sudar la camiseta (tres concretamente en el caso de Pucho) y que no se guardaron una gota. Negar eso sería mentir y no ser justos. Un concierto que se había caído y hundido se levantó gracias a una banda que se ganó cada uno de los aplausos que se llevó esa noche, que no se dejó llevar y pensó «mañana tocamos en Lisboa, mañana será un concierto mejor» sino más bien todo lo contrario «si esta gente está pasando calor es para ver nuestro espectáculo» y tanto que lo dieron. Así que chapeau para la banda.
A diferencia del primer tramo del concierto, en el que disfrutamos del grueso de los temas que componen el último trabajo de la banda, tras la reanudación recorrimos su discografía parando en todos sus álbumes hasta la fecha desde aquel «Un Día en el Mundo» de la mano de ‘Valiente‘ o ‘Sálvese Quién Pueda‘ hasta su anterior trabajo de estudio, «La Deriva«, con ‘Fiesta Mayor‘.
Más allá de los sucesos ajenos a la música es indiscutible que Vetusta Morla son una refería dentro de la música nacional, discutir si son indies o no por sonar en Los 40 o porque sean el grupo de referencia de los chicos y chicas de algún colegio de curas es un debate absurdo y estéril. Vetusta Morla son un mastodonte, una banda que arrasa allá por donde va: dentro y fuera de las fronteras del país que les vio nacer. Nos pueden gustar más nos pueden gustar menos pero Vetusta Morla es uno de esos grupos que han seguido su camino, un camino que los ha conducido a la cima, un lugar que por el momento no tienen pensado abandonar.