El pasado sábado nos acercamos a Belmondo, un pequeño bar-librería cercano al monumental Barrio Húmedo de León, para asistir al concierto de uno de nuestros artistas lusos de referencia con el permiso de The Gift: Captain Boy, quien visitaba España atracando su barco en Madrid y, tal y como os contamos, en León.
No hace muchos meses asistía a concierto de Captain Boy ofrecía en Vigo, en ese momento entendí que Pedro tenía algo, ese intangible que convierte sus conciertos en experiencias singulares pero hablando con Pedro y con Gil, guitarrista que acompaña al Captain Boy en sus travesías, sentí que ellos no estaban satisfechos al 100% con aquel concierto de finales de 2017. Me sorprendió pero recordé la actitud de una pareja durante el concierto: no dejaron de reír y conversar… así que no di más vueltas al asunto y las conversaciones nos llevaron a otros puertos y otras cervezas. Así que llegué a Belmondo esperando ver algo similar a lo vivido tres meses antes pero…
Lo primero que llamó mi atención fue el escenario. Esa misma tarde había estado tomando café allí mismo y la decoración de la librería me había embelesado: ese chester, esos vinilos en las paredes, aquellos libros en las ventanas y sobre todo ese sillón EG-66 color mostaza… nada hacía prever que ese mismo ambiente, en el que Radiohead sonaba muy bajito tal y como ‘Fake Plastic Trees‘ debe sonar, se convertiría con el paso de las horas en un lugar que se llenaría hasta la última esquina de la voz rasgada de Captain Boy. Ahora la luz ya no entraba por las grandes cristaleras y Pedro recorría la librería cantando, con su voz como único instrumento, ‘Heard a Noise‘.
Stop. Sonrisa. Aplausos. Así comentaba un concierto totalmente diferente al que hace tres meses vivía. Sobre la butaca color mostaza sonaba ‘Drunk Man in a Bar‘, fue con la llegada de ‘Sailor Man‘ cuando nos sumergimos por primera vez en «1«, álbum debut de este nuevo cantautor portugués que tan buena crítica ha cosechado, no solo en su país sino también el extranjero.
Sin duda Captain Boy se sentía cómodo en su visita a León y entre risas y confesiones pidió a presencia en el escenario de Giliano Boucinha, miembro de la banda portuguesa Paraguaii y habitual acompañante de Pedro, así el dúo encaraba ‘Diablo‘ posiblemente el tema más representativo de este «1«. Rompiendo la cuarta pared Pedro decidió que era el momento de involucrar al público en el concierto, lejos de pedir palmas o un pequeño acompañamiento decidió ceder (y regalar a posteriori) su pandereta al público para que fuese libre de acompañar sus temas como lo sintiesen en cada momento. Así, el concierto se convirtió en un evento interactivo donde el público participaba dónde, cómo y cuándo quería, para disfrute propio y de los músicos.
Como os he dicho Belmonto ·La Buscona· es un lugar diferente y acogedor, ya os he hablado de su ecléctica decoración pero no os he comentado que allí, al fondo de la izquierda, hay un maravilloso piano negro ¿Qué sucede cuando dejas libertad total a dos talentosos músicos que se lo están pasando bien? Pues sí, que a mitad del concierto el guitarrista pregunta se el piano suena o solo es decoración y termina sentado al mismo tocando ‘Borders and Land‘ y ‘Rusty Smiles‘, que formará parte de su próximo trabajo.
Entre risas, confesiones y dedicatorias Captain Boy fue desgranando su discografía dejando para el final dos de mis temas favoritos: ‘Home‘, que habla de volver a casa incluso cuando casa no es un lugar físico y ‘Sad Blues‘, tema escogido para cerrar el concierto, no sin antes agradecer la presencia de los allí reunidos.
Sonrisas. Sonrisas entre el público que comentaba el concierto, sonrisas entre unos músicos felices por su trabajo. Sonrisas como definición de un gran concierto que estaba vez si dejaba satisfecho al Captain Boy y a su tripulación.