Hoy afrontamos la difícil empresa de hablar de esta nueva edición de portAmérica, o lo que viene a ser lo mismo, del nuevo portAmérica.
Creo que la mejor manera de comenzar es hablando del cambio de ubicación, algo que nos ha resultado llamativo antes del comienzo del propio festival. Hasta esta edición el portAmérica se ubicaba en el Porto do Molle en Nigrán, una pequeña población cercana a Vigo, a escasos 15 kilómetros, que se convierte en un hervidero en época estival y triplica su población. Como podréis suponer portAmérica se convertía entonces en un festival que servía en muchas ocasiones como lugar de encuentro para amantes de la música y veraneantes, reencontrándose viejas amistades o incluso amores de verano. Para muchos de nosotros portAmérica contaba ya con un componente sentimental que lo diferenciaba claramente de cualquier otro festival. Su cambio de ubicación (ahora se celebra en la Carballeira de Caldas de Reis), ha hecho que este componente desaparezca totalmente. Sin duda, uno de los cambios más importantes ha sido el cambio del público que ahora se acerca a portAmérica.
El cambio de ubicación implica no solo una organización completamente diferente para aquellos que por motivos laborales tenemos que regresar a casa tras cada jornada del festival, sino que implica un coste económico adicional (más allá del propio del combustible): el maravilloso peaje de 5,65 euros en cada trayecto. Así, asistir a portAmérica durante las tres jornadas implica un gasto de casi 34 euros.
Pero sería injusto decir que esta mutación en el público se debe únicamente al cambio de ubicación del festival. Su cartel difiere del tipo de cartel al que el portAmérica nos tenía acostumbrados. Es cierto que en los últimos años el cartel había evolucionado abriéndose a sonidos diferentes e incluso acercando a Nigrán artistas que podríamos encontrar en cualquier radiofórmula. Esta evolución ha convertido al portAmérica en un festival temático: así, podemos encontrar un día «dedicado» al indie mayoritario, un viernes de rimas y rap y un sábado a ritmo de pop-rock. Esto nos lleva a preguntarnos ¿es apropiado para el antiguo portamericano la compra de su abono? Esta y alguna otra duda han hecho que nos planteásemos hasta el último momento nuestra asistencia a portAmérica.
No nos queremos quedar únicamente con lo negativo de este cambio de ubicación. Trasladarse a la Carballeira de Caldas de Reis hace que estemos en el centro de la población, que si bien es pequeña, nos facilita cenas, cafés y refrigerios a precios populares alejados de los de las zonas gastro y barras festivaleras. Para quienes no conocisteis Porto do Molle os sitúo: es una gran extensión de terreno en lo que un principio iba a ser un polígono industrial, así que como comprenderéis en aquel desolado paisaje la sombra brillaba por su ausencia, cosa completamente diferente a lo que sucede en la Carballeira, que cuenta con robles centenarios y un río que convierten a portAmérica en algo más humano y vital. Ni qué decir tiene que ahora portAmérica se celebra en un recinto mucho más pequeño que no implica el peregrinaje entre escenarios. Es más, si eres lo suficientemente hábil podrías colocarte en un lugar estratégico que te permitiese disfrutar de ambos escenarios sin moverte del mismo.
Entrar en la Carballeira y atravesar el pórtico de esta nueva versión de portAmérica supuso para muchos la primera sorpresa al ver cómo los centenarios robles rodean los escenarios e incluso forman parte de ellos. A nosotros nos llamó la atención la nueva imagen del Show Rocking, y es que estamos acostumbrados que sobre las cocinas de portAmérica se realicen pequeños conciertos. Ahora, tras las cocinas, encontrábamos un pequeño escenario donde se realizarían los mismos. A ver… lo que nos gustaba de los conciertos del Show Rocking era la cercanía entre el público y el artista, ver a Josechu de Pasajero aporreando una caja de cervezas para hacer de percusión o a Iván Ferreiro haciéndose a medias ‘El Equilibro es Imposible‘ con Fon Román tras tanto tiempo. Alejar al artista del público ha sido como arrancar el alma a esos momentos. Sinceramente, la «programación» del Show Rocking de este año ha sido realmente discreta.
Una vez reconocido el terreno (muy bien la zona de descanso) decidimos que era el momento de escuchar música de manera activa, así que nuestro primer concierto sería el de Ángel Stanich. Ángel Stanich llegaba a Caldas con «Siboney» bajo el brazo, un pequeño EP de cuatro canciones que sirve como aperitivo de lo que será el segundo trabajo del cántabro que verá la luz en el mes de octubre. Poco importó a Stanich, flanqueado por Alex Izquierdo, Lete G. Moreno y Víctor L. Pescador, el escaso público o la infausta hora: salió al escenario con ganas de comerse el festival y así lo hizo, y es que los pocos que allí estábamos terminamos saltando al ritmo de ‘Metralleta Joe‘ como si se tratase del último concierto del festival.
En el escenario SON EG Nikki Hill recogía el testigo que Ángel Stanich le cedía. Y aunque su nombre apareciese el último del cartel del jueves en esta redacción teníamos muy claro que sería uno de los conciertos del día sin ningún tipo de duda ¡Y tanto qué lo fue! Nikki Hill es electricidad en estado puro. Rock, soul y mucha, mucha actitud es el cóctel que nos propone esta mujer de Missouri. Sobre el escenario Nikki Hill no está sola, se rodea de una banda que acompaña a la perfección su voz rasgada. No ha sido el concierto más multitudinario del festival ni del día pero sin duda fue uno de los más interesantes e intensos de esta edición de 2017.
La teoría dice que aquí hablaríamos del concierto de Aterciopelados, pero no, no podemos hacerlo porque decidimos que era el momento de abandonar la Carballeira en busca de alimento; y es que los platos fuertes de la noche no tardarían en llegar. El primero de ellos era el gallego Iván Ferreiro, quien llegaba a portAmérica para presentar «Casa» ante la mayor afluencia de público hasta el momento.
No hay duda que Iván Ferreiro está en un buen momento de forma: sobre el escenario se muestra cómodo y seguro y además cuenta con una excepcional banda de la que en varias ocasiones ya hemos dado buena cuenta. Como suele ser habitual Iván intercaló canciones de su repertorio más clásico con temas de «Casa«, un trabajo que poco a poco ha ido calando entre el público, que ya ha hecho suyas canciones, como ‘El Pensamiento Circular‘.
Tras Iván Ferreiro era el momento de uno de los conciertos más llamativos del portAmérica: el de Carlos Sadness. La presencia del catalán por estas latitudes se puede contar con los dedos de una mano. Así, para buena parte de la Carballeira el concierto de Sadness era «el» concierto. Resulta llamativo colocarse en medio de la Carballeira y ver cómo la presencia de Iván Ferreiro y Carlos Sadness polariza el festival. Ambos son capaces de llegar a un público bastante común pero de manera inversa: mientras que en el concierto de Ferreiro las letras son himnos para los espectadores «más maduros» del festival a los que puntualmente se unen los jóvenes del lugar, en el caso de Sadness sucede a la inversa, y quieres hacen suyas la canciones son los más jóvenes y son los veteranos quienes se unen a ellos.
Es indudable que Sadness crea vínculos con su público de manera inmediata, es carismático, cercano y derrocha buen rollo y energía, pero también es justo decir que su concierto fue realmente corto, el más corto del festival y que terminó antes de lo programado. Debemos ser claros: fue un concierto atropellado y con prisa en el que incluso cortaron al propio Sadness en mitad de una de sus disertaciones. No pasará a ser uno de nuestros recuerdos de esta edición de portAmérica.
La vuelta al escenario SON EG traía consigo la actuación de The Horrors, sin duda uno de los conciertos que más nos llamaban la atención de este primer día. La banda británica recalaban en Galicia a dos meses del lanzamiento de los que será su quinto trabajo, que se titulará «V» ¿Qué decir de su concierto? Impecable y contundente, con una puesta en escena que los muestra como la gran banda que son. Pero debemos ser claros, como para mí Sadness pasará sin pena ni gloria, para la gran mayoría serán los británicos quienes lo hagan y es que no tenían público (para la gran mayoría eran «los que venían después de Sadness»). Cierto es que The Horrors tampoco dieron demasiado feedback al público así que buena parte de los asistentes decidió comentar las mejores jugadas de Sadness y Ferreiro mientras esperaban la presencia de Niños Mutantes en el escenario Cultura Quente.
Niños Mutantes supuso para nosotros el fin de la jornada del jueves y es que el viernes, aunque no lo queramos, trabajamos en nuestros cotidianos oficios. Sin duda los granadinos fueron de menos a más: comenzaron con diversos problemas que poco a poco fueron solventando y haciéndolos olvidar. Mientras tocaban la presencia de público se fue haciendo cada vez menor y es que pasadas las 2 de la mañana en la Carballeira comenzaba a hacer bastante fresquito. Así que decidimos entonces poner rumbo a casa mientras quienes se quedaban se dirigían a ver a Triángulo de Amor Bizarro.