El pasado jueves 13 de octubre la banda zaragozana Valparadiso se tiró a la piscina y dio un concierto fuera de su ciudad, en la capital madrileña. Con la sala Costello a un, calculo, 70% de su capacidad, Valparadiso comienzan más duro de lo que luego realmente son: una tormenta de acordes de guitarra y golpes de bajo y batería desenfrenados que usan a modo de despertador del público hacen de antesala de su show. Un espectáculo que suena, además de ensayadísimo – con una interpretación propia de grandes – muy profesional: sonido equilibrado en el que todo el espectro de frecuencias se encuentra representado. La labor del técnico, junto con la acústica de la sala – quizás mi favorita de todas las salas madrileñas – realzan, además, el buen sonido del grupo. La sala bastante llena da cuenta de ello: no es nada fácil hacerlo un jueves en una ciudad diferente de la natal.
El pop con leves tintes de rock de los zaragozanos conquista, si es que no tiene conquistado ya, al público de primeras filas, que baila y canta desde la primera canción. Y no es de extrañar, dado que muchos de sus temas son muy movidos y, sobre todo, coreables, algo que ayuda mucho a una banda a conectar con el público y hacerlo parte del concierto.
Armados con una guitarra Epiphone tipo ES para articular sencillos acordes, otra estilo Stratocaster para riffs, licks y solos, y un bajo Fender Standard con pequeños juegos sin salirse mucho de las tónicas, consiguen hacer que los asistentes se lo pasen en grande, quienes ovacionan a la banda tras cada canción.
‘Indonesia’ es pedida por el público y se le da: a mover las caderas se ha dicho, bajista incluido, moviéndose y disfrutando como el que más, y articulando unas segundas voces brillantes.
Hacia mitad del concierto, para sorpresa de los asistentes, interpretan ‘Space Oddity’, del difunto David Bowie, a modo de homenaje. Un gran aplauso, porque lo hacen de lujo. A partir de ahí, vienen las glorias de Valparadiso incluidas ‘Veneno’ y ‘Diamante’, tema con el cual cierran el concierto.
En definitiva, un directo sobresaliente que demuestra tablas sobre los escenarios y una especial conexión con el público: ¡grandes, Valparadiso!