En febrero de este año L.A. decía reeditar “Heavenly Hell”, aquel disco de 2009 que convertía a Luis Albert Segura en banda de culto dentro del panorama indie estatal. Una cuidada reedición que además del propio álbum incluía versiones alternativas y temas que se habían descartado para el propio disco. Una revisión que estaba programada para la celebración del décimo aniversario del trabajo pero que debido a la pandemia se ha tenido que posponer hasta ahora, cuando de nuevo podemos encontrar el álbum en nuestras tiendas de discos de cabecera.
Según el propio músico “Heavenly Hell” es la piedra angular de su carrera y ha marcado el camino por el que debe transitar su música. Un camino del que en diversas ocasiones se ha alejado hasta el punto de poner un punto (y seguido) en su carrera para desde allí definir y comenzar a caminar, de nuevo, por esta senda.
Si alguna vez entráis en la recepción del Barceló Imagine posiblemente muchas cosas llamen vuestra atención, entre ellas un brillante neón en el que podréis Wooow rodeado de tonos blaugranas. A priori un simple elemento decorativo pero realmente profético; ante él sonaban los primeros compases de ‘Crystal Clear’, que abría el concierto al igual que el aquel infierno celestial que ahora celebramos.
Asistimos a una gira que cura heridas como el propio Luis Albert reconoce mientras encara ‘Stop the Clocks’, resignificada a partir del video que Rafa Cortés ideó en el que la abuela del músico y que pasó varios años metida en un cajón en señal de duelo por no saber disfrutar de esos pequeño momentos que en un futuro añoraremos. En un cajón también se encontraba ‘The Sweetest Goodbye’, uno de esos temas que fueron perdiendo protagonismo hasta desaparecer pero que de nuevo está de vuelta en el set list de la banda.
Pero no solo de “Heavenly Hell” se conforma la carrera de L.A. así encontramos hueco para la maravillosa ‘In the Meadow’, ‘Living by the Ocean’, ‘Leave It All Behind’ u ‘Ordinary Lies’; canciones que como se comprobó han calado en el público y que se entonan desde el primer instante y desatan sonrisas y coros.
Sin duda los tiempos de L.A. son diferentes, será su carácter isleño o será que el talento no conoce de fechas ni horarios.