Venimos con la tercera y última parte.
Va quedando menos en el Sonorama y pronto tendremos que decir adiós a Aranda de Duero. Así que los asistentes ponemos todas nuestras fuerzas en disfrutar del sábado, último día en el recinto.
Pero primero, la cosa empieza en la Plaza del Trigo. El calor y la resaca acumulada se curan con un poco de Agua de Fantasía, mítica bebida que sólo venden en la Bodega Esteban Sanz y que tiene la magia de entrar como agua pero subir como el mejor Ribera.
Es necesario decir algo, y es que la Plaza del Trigo ya no es lo que era hace años. Seguramente el problema sea que últimamente la gente va por ir, y le da exactamente igual el grupo que toca. Porque en realidad sólo se dedican a gritar, beber y disparar con pistolas de agua. Así que, a veces, vas con toda la ilusión porque toca un grupo que quieres ver, y te encuentras en todo el mogollón de gente sin enterarte de nada del concierto.
El sábado este fenómeno se acrecentó, ya que el llenazo era indescriptible. Los chicos de Modelo de Respuesta Polar y Shinova quedaron asombrados por la acogida de la Plaza, pero ¿cuántos de ellos realmente prestaban atención a la actuación?
Por suerte Shinova también tocó el viernes en Le Club, donde pudimos verlos más cómodamente y disfrutar de un show muy bueno (¡Gran descubrimiento!).
Además la sorpresa del día fueron Grises, pese a los rumores que nosequién habría lanzado sobre que Ivan Ferreiro y Leiva aparecerían cual ángeles caídos del cielo.
Aunque no hemos hablado mucho de él, también este año el Sonorama presentaba por primera vez el Escenario Charco, y el sábado fue Javiera Mena la que para mí puso toda la magia en ese escenario rodeado de naturaleza (¡Y sombra!).
Ya a última hora de la tarde, los chicos de Paciente Cero se encargaron de abrir el Escenario Burgos Origen y Destino. Dieron un gran show pese a que su posición a las 19:00 con todo el sol pegando (del que fue el día más caluroso en todo el Sonorama) no se lo ponía del todo fácil, por segundo año ya. Llamamiento a Javier Ajenjo para que la próxima los ponga con un poco más de nocturnidad para poder disfrutar mejor de sus ritmos rockeros.
Ya por la noche, fue Luis Brea y el Miedo los que pusieron el toque de brillantez al Escenario Castilla y León. Sólo me queda quitarme el sombrero porque ese hombre es de otro mundo y su honestidad al componer es brutal. En cuanto dijo la palabra “balada” todo el mundo ya pensaba en ‘Mil Razones’ y así fue como enamoró a todos los asistentes e incluso a algún despistado que andaba por ningún escenario. Y es verdad, joder, parece que le tenemos miedo a las baladas en los festivales y eso no puede ser.
El colofón fue cuando invitó a Zahara a cantar con él y ambos hicieron sentarse a todo el público para después levantarnos de un salto. Bravo, bravo, bravo.
Mando Diao tuvieron una muy buena respuesta del público y la apuesta internacional fue un acierto para bailar y divertirse un rato, aunque personalmente no terminan de convencerme, qué le voy a hacer si siempre me tiran más las apuestas nacionales.
Nacionales como Izal y Corizonas. Mikel Izal y compañía protagonizaron uno de los grandes llenazos del Sonorama. No se puede negar el momento de éxito que están viviendo y lo que el Sonorama supuso para este crecimiento. Son uno de los tantos “descubrimientos” que el festival arandino lleva haciendo ya 19 ediciones. Muchos han criticado al grupo llevar una gira monótona, sin cambios y con falta de espontaneidad. No creo haber leído de hecho ninguna buena crítica sobre sus conciertos últimamente, y quiero romper una lanza en su favor.
No es que hayan sido el show del festival, pero me gusta mucho ver el crecimiento que han tenido desde que tocaban para 200 personas, creo que ha sido algo que han llevado de forma natural y con mucho esfuerzo. Es cierto que igual se encuentran ya en un impasse y en breves deberían pararse y buscar nuevas inspiraciones y nuevos temas, pero no vamos a ponernos siempre a decir sólo lo malo.
Corizonas…. Ay, Corizonas. Son el buen rollo hecho banda, y de esos que te ganan con el directo. No sé si por su estilo, si por ser dos bandas dispares que se fusionaron con un mismo destino… pero menuda maravilla de música, de letras, de cercanía con el público. Y no nos olvidemos de lo que dijeron, ¡hay que apoyar la música en salas!. Porque está muy bien ir a festivales, pasarlo bien y descubrir nuevos artistas, pero no sólo de festis viven las bandas (Y en algún sitio tendremos que escuchar las baladas…)
El domingo la Plaza del Trigo se despedía por un año más con la sorpresa de Elefantes y la actuación de la brillante Carmen Boza. Pero era en el camping donde empezaba la recta final, y pese a que algunos trabajadores ya empezaban a marcharse para sus hogares, los más valientes resistimos hasta el último concierto. Viva Suecia tan simpáticos y agradables como siempre, los franceses Talisco creo que hicieron un gran show pese a que no terminaban de encajar mucho en ese contexto… Da igual, bravo por ellos porque salvaron el concierto muy dignamente.
Y llega el momento final con Sidecars. Porque se despide bien un festival si se despide a ritmo de rock and roll. Y si encima hacen un homenaje tan bonito y sentido a Supersubmarina como el que hicieron… sólo se puede aplaudir.
Después de deleitarnos con viejos hits como ‘Ya no tengo problemas’, también descubrieron temas nuevos y todo el mundo saltó con ‘La tormenta’ , ‘De película’ o la incombustible ‘Los amantes’.
Y esto se acaba. Demasiado rápido y sin previo aviso. Sale Javier Ajenjo (ya sin voz como la mayoría de asistentes) para agradecer a público y grupos, y para decirnos que el año que viene no faltemos, porque será grande, será mejor, será el XX aniversario.
Decimos hasta luego a un festival humano, cercano, con naturaleza. Muchos escenarios, mucha música y mucha buena gente, todo lo que hace al Sonorama Ribera uno de los puntos obligados en la ruta veraniega de todo buen festivalero.