Casi todo en la vida es cíclico. Las estaciones del año, el ciclo del agua, la economía, la vida… y la música también. Un grupo/solista saca disco, lo presenta, se va de gira para promocionarlo unos cuantos meses y finalmente la gira se acaba y se organizan unos conciertos para despedir el disco. Y así, todo el tiempo.
Pues bien, el pasado jueves 21 en la famosa sala But (Ocho y Medio), el grupo Pasajero formado por Daniel Arias (Bajo / Voz), Eduardo Martín (Guitarra), Josechu Gómez (Batería) y Javier García (Teclado y Sintes), despidió su gira del último disco «Parque de Atracciones«.
La banda comienza con una balada interpretada únicamente mediante notas de piano y bajo – estando la sala aún a medio llenar – y cuya gente, a pesar de mostrarse tímida, se encuentra muy cerca del escenario. Me parece una manera atrevida pero acertada de
comenzar un fin de gira, ya que el crescendo del tema avisa al público de lo que está por llegar: sólo falta que estas expectativas no se derrumben.
El sonido me resulta muy equilibrado: todos los matices se escuchan perfectamente y a un volumen adecuado: se nota la magia del técnico de la sala.
Tras el primer tema y con la sala ya bastante llena, comienza la caña: un bajo muy pesado en frecuencias bajas con una distorsión que me hace recordar al mítico RAT debido a un gran acento en frecuencias altas, haciéndose notorio el ataque de la púa de Dani, todo ello haciendo que se simule la presencia de una guitarra adicional acompañando con palm mute al bajo, lo que da mucho ritmo a la canción y unas ganas irresistibles de poner en práctica nuestro mejor headbanging con los temas más cañeros de la formación.
La guitarra de la formación acompaña al bajo con sencillos riffs cargados de reverb, delay y en unas cuantas ocasiones también chorus, que junto con los teclados de Javi, siempre en un plano más secundario, dan profundidad a las canciones, aunque a veces parece que sólo con la batería de Josechu y el bajo y la voz de Dani podría sostenerse la canción.
Los juegos de luces dinámicos y llenos de color casi hacen que me olvide de que muchas de las canciones que interpretan no parecen propias de un fin de gira: demasiada calma. Echo en falta más movimiento, más dureza, opinión que no parece compartir la multitud, que baila hasta el último compás de la banda y cuyas ovaciones canción tras canción van en constante aumento, hasta terminar en un enorme aplauso y vítores mayúsculos cuando terminan de tocar el último tema: ‘Borro mi nombre‘.
En definitiva, un gran final para una gran gira: un sonido impecable y una conexión con el público que pocos grupos logran. Enhorabuena, Pasajero.