Leiva demuestra que está en otra liga en Valladolid

José Miguel Conejo Torres, o lo que es lo mismo, Leiva y su Leiband demuestran en el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid que están un escalón por encima del resto de las bandas de rock patrio. Con un repertorio que intercaló canciones de Pereza con temas de sus dos álbumes en solitario, ‘Diciembre’ (2012) y ‘Pólvora’ (2014), Leiva dejó alguno de esos momentos que te erizan el vello y por los que merece la pena pagar una entrada.

Sobre las 20:30 horas se abrían las puertas del auditorio Miguel Delibes. No iba a tocar la Orquesta Sinfónica. No sonarían partituras clásicas y no se escucharían toses entre pieza y pieza. Lo que se iba a escuchar era Rock N’ Roll. Sobre las 21 horas salía Alejo Stivel al escenario, acompañado de su banda, para calentar al público en calidad de artista invitado. El vocalista de Tequila se mostró enérgico y toco un repertorio de canciones de lo más clásico, algo sencillito, para que el público fuera entrando en calor y se pusiera a bailar un poco antes de que llegara el plato fuerte. Una versión de Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Éste de Burning o de Sábado En La Noche de Miguel Ríos, para terminar con un clasicazo de la banda argentina que capitanea junto a Ariel Rot el bueno de Stivel, Salta, para cerrar el telón y preparar todo para que Leiva se luciera.

Eran poco más de las 22 horas y la Leiband saltaba al escenario. Cogían sus instrumentos, saludaban al público, y justo después salía Leiva y el auditorio, de capacidad para algo más de 1.700 personas y con casi todo el papel vendido, enloquecía. Se acercó al micrófono, con un pañuelo envolviendo el pie de micro al más puro estilo Steven Tyler de Aerosmith, y comenzó a sonar Cerca. Ensordecedor. En los tres primeros temas la voz de Leiva prácticamente no se escuchaba en ningún tramo ni estrofa, el público entregado y esas grupies de color Russian Red en los labios y deseos impuros con el vocalista impidieron que Cerca, Animales y Mi Mejor Versión, canciones con las que se abrió el bolo, fueran más un karoke que un concierto. Incluso la siguiente, Palomas, una bonita balada de influencia Beatle de su último disco vino a ser más de lo mismo en cuanto a sonido se refiere.

«Buenas noches Valladolid, es un placer estar aquí» dijo Leiva antes de tocar uno de sus últimos éxitos con la banda que compartía con Rubén Pozo, el tema Windsor. También agradeció a todos aquellos que llenaron el auditorio: «sobre todo por cómo están las cosas ahora y lo que cuesta ganar ese dinerito, y que os lo gastéis en música», contó. Después sonó Por Mi Tripa de Pereza, una canción atemperada e impecablemente interpretada, justo antes de que sorprendiera con uno de los primeros detalles de la noche: Del Hueso Una Flor. Esta canción del LP ‘Pólvora’, y que Leiva confensó que no la tocaban desde su concierto en Salamanca, cuando abrieron la gira en primavera. «Hemos estado tocando en la prueba de sonido, y esta canción es muy bonita y me gusta mucho, aunque no la solemos tocar, pero hoy la hemos incluido en el repertorio y creo que va a sonar bien» y no sonó nada mal. Pero sin duda el momento de la noche estaba por llegar.

Se apagaron todas las luces. Los componentes de la Leiband dejaron sus instrumentos. En el escenario, sólo un foco y Leiva con su guitarra acústica y Vis a Vis sonando. Increíble el silencio sepulcral por parte del público. 1.700 personas escuchando como una voz y cuatro acordes creaban una atmósfera tan íntima como cercana. Hasta que la canción rompió, y con ello, todo el respetable. Leiva alucinaba y se lucía a partes iguales. A partir de este momento el concierto llevo un ritmo más cañero y divertido. Sonó el Cómo Lo Tienes Tú, mezclado con el Hey Jude de The Beatles al final del tema, y todo el mundo se puso a bailar. Con Miedo, Los Cantantes y Eme, tres grandes cortes de su carrera en solitario, el ritmo era ya imparable.

Sonó Ciencia Ficción, una canción también de su último disco, de letra descarada, y Leiva aprovechó para presentar a su Leiband. Comandada por su hermano y líder de Sidecars, Juancho, y completada por César Pop al teclado; Manolo Mejías al bajo; Luismi Huracán Ambulante a la percusión; José ‘Niño’ Bruño a la batería; Tuli al saxofón; y Pachequín a la trompeta. Un total de siete miembros que son los grandes culpables de que los directos de Leiva suenen como suenan. Una de Súperhermanas, aderezada con el It’s only rock and roll but I like it de los Stones y Mirada Perdida, tema éste último en el que el directo se convirtió en toda una fiesta con los músicos haciendo corro antes de meterse al backstage. Quedaba el bis. Quedaban dos grandes canciones.

Leiva y su banda volvían al escenario para rematar la faena, en primer lugar con Terriblemente Cruel, uno de sus temas más reconocidos en solitario, y para finalizar Lady Madrid con sus pantalones pitillos, probaturas de suerte con héroes de barrio y estimulación sonora a base de influencia de Burning, Los Ronaldos y Lou Reed. El directo había terminado. Arriba arriba.

Leiva hizo casi todo bien. Le dio al público lo que quería oír, tuvo tiempo para lucirse y se lo pasó bien haciéndoselo pasar mejor a sus fans. La única mancha en la noche fue el sonido de la voz, sonido que en constantes momentos durante el directo no se escuchaba nada. Y es una pena, porque el lugar elegido para el concierto daba cancha para que todo hubiera salido bien en ese plano. Pero sí queda claro una cosa, Leiva se lo monta como pocos, y hoy por hoy está en una liga de música española que muy pocas bandas y solistas son capaces de alcanzar.

Foto: Adrián Pantioso

 

Cerca

Animales

Mi Mejor Versión

Palomas

Windsor

Afuera en la Ciudad

Por Mi Tripa

Del Hueso Una Flor

Vis a Vis

Cómo Lo Tienes Tú

Miedo

Los Cantantes

Eme

Ciencia Ficción

Súperhermanas

Mirada Perdida

Terriblemente Cruel

Lady Madrid