Con «Bravo«, el trío madrileño Sexy Zebras entrega un rugido de rock and roll que celebra la belleza de lo imperfecto y la resiliencia de lo cotidiano. Este nuevo trabajo de 12 pistas es un manifiesto de autoconfianza, un testimonio de una banda que, tras el torbellino emocional de «Calle Liberación«, ha encontrado su centro. Grabado con la crudeza de un power trío en su apogeo, «Bravo» es un canto a la vida misma: sus días de mierda, sus amores fugaces, sus pogos sudorosos y sus momentos de quietud.
Con un sonido que navega entre el rock español clásico, el punk noventero y destellos de country-rock, Sexy Zebras -Gabi Montes (voz y bajo), José Luna (guitarra) y Samuel Fernández (batería)- consolidan su lugar como una de las bandas más viscerales del panorama actual. Sin embargo, su ambición por abarcar múltiples estilos y emociones a veces diluye su impacto, dejando un disco que brilla por su energía pero tropieza en su búsqueda de cohesión. «Bravo» es un álbum que te agarra por las solapas y te arrastra al pogo, pero también te invita a detenerte y sonreír ante la imperfección de estar vivo.
Este disco es un collage sónico que destila la esencia de un power trío en plena combustión, con guitarras afiladas, bajos contundentes y baterías que golpean como un martillo. La producción, a cargo de la propia banda junto a Carlos Hernández Nombela, captura la energía cruda de sus directos, grabada en sesiones que priorizan la espontaneidad sobre la perfección. ‘Días de mierda‘ nace de un riff electrizante y un estribillo que invita a gritar, mientras que ‘Pogo‘ es un himno de tres acordes que evoca el caos liberador de un concierto abarrotado. La banda no teme explorar más allá de su núcleo rockero: ‘Flores a la guerra‘ coquetea con un country-punk que recuerda los caminos polvorientos de Calexico, y ‘Caracol‘ se sumerge en cadencias tex-mex con un guiño a The Clash. ‘El Silencio‘, por su parte, es una balada épica que reduce los decibelios para dejar espacio a la introspección, con un crescendo que evoca la grandeur de Los Piratas.
La versatilidad es un arma de doble filo. Canciones como ‘333‘ y ‘C’est la vie‘ muestran a la banda experimentando con texturas más suaves y melodías alternativas, pero estas incursiones no siempre se integran con fluidez en el conjunto. La producción, aunque efectiva en capturar la garra del trío, puede sentirse algo genérica en cortes como ‘Mañana no existe‘, donde los arreglos no alcanzan la misma intensidad que los momentos más inspirados. A pesar de estos tropiezos, la cohesión del power trío (con la voz rasgada de Montes liderando el ataque) hace que «Bravo» se sienta vivo, como si la banda estuviera tocando en tu propia sala.
Las letras de «Bravo» son un diario de la vida cotidiana, un canto a las luces y sombras de ser humano en 2025. Sexy Zebras abordan el amor, la frustración y la camaradería con una mezcla de sarcasmo, ternura y filosofía callejera. ‘Días de mierda‘ es un himno al romanticismo eléctrico, con versos como “Aunque todo esté roto, seguimos bailando” que capturan la resiliencia frente a la adversidad. ‘Mañana no existe‘ abraza el carpe diem con una urgencia que roza lo existencial, mientras que ‘Bravo‘, la canción titular, es una sátira sociopolítica que une a los desheredados en un grito de unidad: “Somos los que no encajan, pero aquí estamos”. ‘Marisol‘ explora el amor después del desamor con una sensibilidad que desarma, y ‘Pogo‘ transforma el caos de un mosh pit en una metáfora de comunidad y liberación.
El álbum es un retrato de un pueblo que, como dice la banda, ha sobrevivido a la guerra y ahora canta entre las flores. Sin embargo, la ironía constante y el enfoque en lo cotidiano pueden sentirse repetitivos en canciones como ‘Vivito y coleando‘, donde las letras no alcanzan la profundidad de los cortes más emotivos. La narrativa de «Bravo» brilla cuando equilibra el humor con la vulnerabilidad, pero en momentos menos inspirados, como ‘333‘, las letras caen en clichés que no hacen justicia a la energía sónica del disco. Aun así, la autenticidad de Sexy Zebras y su capacidad para transformar lo mundano en épico hacen que el álbum resuene con una honestidad cruda.
Sexy Zebras beben de un pozo profundo de influencias, desde los titanes del rock español como Loquillo y Extremoduro hasta los héroes del punk y el rock alternativo como The Clash y Green Day. La urgencia de ‘Pogo‘ y ‘Días de mierda‘ recuerda los días dorados de Los Ronaldos, con su mezcla de descaro y melodía, mientras que ‘El Silencio‘ evoca la intensidad emocional de Los Piratas o Rufus T. Firefly. En el panorama internacional, el disco comparte el espíritu rebelde de bandas como The Hold Steady, que también transforman historias cotidianas en himnos de bar, aunque Sexy Zebras añaden un toque castizo que los ancla en Hortaleza. Comparados con sus contemporáneos españoles, como Carolina Durante o Alcalá Norte, Sexy Zebras se distinguen por su enfoque más melódico y menos introspectivo, con un sonido que prioriza la inmediatez sobre la experimentación.
La mayor fortaleza de «Bravo» es su energía contagiosa y su autenticidad. La química del trío es innegable, con la voz de Gabi Montes como un faro que guía la carga, respaldada por los riffs afilados de José Luna y el ritmo implacable de Samuel Fernández. La producción captura la esencia de una banda en su mejor momento, y la narrativa de celebrar lo imperfecto resuena en un mundo obsesionado con la perfección. La versatilidad estilística, desde el punk al country-rock, muestra a una banda que no teme salir de su zona de confort.
Sin embargo, el álbum no está exento de defectos. Su ambición por abarcar múltiples géneros y emociones resulta en una falta de cohesión en momentos como ‘333‘ o ‘Vivito y coleando‘, donde los arreglos y las letras se sienten menos inspirados. La duración de 12 pistas, aunque efectiva para mantener la energía, puede sentirse redundante en la segunda mitad, y una edición más estricta habría agudizado el impacto del disco. Además, la ironía constante, aunque efectiva, puede alienar a oyentes que busquen mayor profundidad emocional en todos los cortes. «Bravo» es un disco que vive de su intensidad, pero a veces sacrifica sutileza en el proceso.
Escuchar «Bravo« es como irrumpir en un bar de carretera en plena noche, con el aire cargado de cerveza, risas y el rugido de una banda en el escenario. El disco destila una energía cruda y liberadora que te hacen querer saltar hasta que el suelo tiemble. Pero también hay momentos de pausa que te envuelven en una melancolía cálida, como el recuerdo de un amor que aún duele pero te hace sonreír. La atmósfera es la de un pueblo que, tras la tormenta, encuentra paz en sus imperfecciones: los pájaros cantan, las flores crecen y los vecinos se miran con complicidad. Sexy Zebras logran que cada nota se sienta vivida, un testimonio de su amor por el rock and roll y por la vida misma.
«Bravo» es un grito de celebración, un álbum que transforma los días de mierda en himnos de resistencia y camaradería. Sexy Zebras, con su mezcla de rock and roll visceral, punk noventero y destellos de country, entregan un disco que es tan contagioso como imperfecto, un reflejo de la vida misma. No es un álbum revolucionario, pero no pretende serlo: es un testimonio de una banda que sabe quién es y lo grita con orgullo.