mayo 15, 2025

«III», cuando tres son multitud

Grande Amore, el trío gallego formado por Nuno Pico, Clara Redondo y mariagrep, ha construido su reputación sobre una premisa tan simple como seductora: tomar el punk, el rock y la electrónica, meterlos en una licuadora y servir el resultado con un grito visceral en gallego. Con «III«, su tercer álbum bajo el sello Ernie Records, el grupo lleva esa fórmula al extremo, apostando por un sonido que ellos mismos definen como ‘ruido’, una masa compacta de distorsión, guitarras rotas y baterías que aporrean como si estuvieran huyendo de algo. Dedicado a Robe Iniesta, Steve Albini y la abuela de Nuno, Ascensión Fernández García, este disco es un artefacto tan caótico como personal, un reflejo de la energía de sus directos que, sin embargo, se ahoga en su propia intensidad. Aquí, menos podría haber sido más, pero Grande Amore parece decidido a demostrar que el exceso es su dogma.

Desde el primer corte, «III« te agarra por el cuello y no te suelta. ‘Ontes fun moi malo‘, el sencillo inicial, canaliza la rabia sucia de Turbonegro y la envuelve en una maraña de sintetizadores y cajas de ritmos que retumban como un martillo neumático. Es un arranque prometedor, una patada en la puerta que recuerda a los mejores momentos de «II«, pero con un filo más cortante, casi industrial. La producción de Jacobo Naya en Casa Talisio, junto a la mezcla de Carles Campi Campón, amplifica esa crudeza: las guitarras de Clara Redondo suenan como si estuvieran siendo destrozadas en tiempo real, mientras las bases electrónicas de mariagrep chocan contra la voz de Nuno, que oscila entre el alarido y la confesión. Es un sonido que aspira a lo primal, inspirado en nombres como Motörhead, The Jesus and Mary Chain y Venom, y por momentos lo logra con una fuerza que te hace querer saltar hasta que el suelo ceda.

Pero esa misma fuerza se convierte en el talón de Aquiles del disco. «III« es implacable, un asalto sónico de 10 canciones (más una versión) que rara vez da respiro. Temas como ‘Vou pa Arzúa‘ o ‘Ben sabe Deus que o intentei‘ mantienen la adrenalina a tope, con riffs que podrían haber salido de un ensayo de los Stooges y una actitud que destila urgencia punk. Sin embargo, la distorsión (el santo grial que Grande Amore persigue aquí) termina siendo un arma de doble filo. Todo está tan saturado, tan al borde del colapso, que las canciones se funden en un bloque indistinto. Donde «II» encontraba un equilibrio entre la agresividad y los ganchos melódicos, «III» se regodea en el caos hasta perder claridad. Es como si el trío hubiera querido grabar su propio Metal Machine Music, pero sin la intención conceptual de Lou Reed para justificar el ruido por el ruido.

Las letras, siempre un punto fuerte de Nuno Pico, intentan anclar esta tormenta. Hay una mezcla de nihilismo costumbrista y humor negro que conecta con la tradición gallega de reírse de las miserias: «Mi vida es una mezcla de tragedia y comedia», dice el vocalista en las notas promocionales. Sin embargo, la intensidad del sonido a menudo sepulta esas palabras, dejando al oyente con poco más que el eco de una emoción que no termina de definirse. La excepción llega con ‘Ti máis eu‘, una colaboración con Nacho Vegas que rompe el molde. Con apenas una guitarra y un minuto y medio de duración, esta pieza minimalista mezcla gallego y asturiano en un dueto frágil y conmovedor. Es el único momento en que «III« se detiene a respirar, y prueba que Grande Amore puede ser igual de impactante cuando baja el volumen.

Comparado con sus contemporáneos, «III« tiene un paralelismo evidente con el post-punk ruidoso de bandas como Protomartyr o los primeros Idles, pero le falta la precisión lírica del primero o la dinámica emocional del segundo. Mientras Protomartyr usa la distorsión como un bisturí para diseccionar el desencanto, Grande Amore la esgrime como un mazo, golpeando sin descanso hasta que el mensaje se diluye. Incluso frente a The Jesus and Mary Chain, una influencia confesa, el trío gallego se queda corto: donde los hermanos Reid sabían envolver su ruido en melodías etéreas, «III« opta por aplastar cualquier atisbo de sutileza. El resultado es un disco que impresiona por su atrevimiento, pero agota por su falta de matices.

La atmósfera de «III« es claustrofóbica, como estar atrapado en un pogo interminable bajo una nube de humo y amplificadores al rojo vivo. Hay una belleza cruda en eso, una autenticidad que conecta con la evolución de Grande Amore desde sus inicios como proyecto solitario de Nuno hasta esta encarnación triádica que abraza el DIY con fervor. La portada (una foto de la casa natal de Nuno en Frexulfe) y la contraportada (el cementerio del mismo pueblo) refuerzan esa sensación de algo profundamente personal, casi como un exorcismo sónico. Pero el exceso de distorsión, esa obsesión por ‘dar miedo’ (como dice Nuno), termina siendo un lastre. Menos ruido podría haber dejado más espacio para que las ideas respiraran, para que las emociones cortaran más hondo.

«III« es un disco valiente, visceral y, a ratos, abrumadoramente divertido. Sus mejores momentos (las ya mencionadas ‘Ontes fun moi malo‘ e ‘Ti máis eu‘) muestran a un Grande Amore capaz de destilar su caos en algo memorable. Pero en su afán por encapsular la furia de sus directos, el trío se pasa de frenada, entregando un trabajo que sacrifica profundidad por decibelios. Es un grito que resuena, sí, pero que no siempre dice algo claro. Para los fieles del pogo y los amantes del ruido puro, será una delicia; para quienes busquen un poco más de sustancia bajo la superficie, dejará un zumbido en los oídos y poco más. A veces, menos es más, y este disco es la prueba de que Grande Amore aún tiene que aprender esa lección.

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