por Lucía Alegría nos presenta «Una Fiesta al Desorden«, su álbum debut, un trabajo que promete ser un viaje por el folk, el indie y el pop, pero que se queda a medio camino entre la ambición y la ejecución. Si bien la artista venezolana demuestra talento y entrega, el disco carece de la chispa necesaria para destacar en un panorama musical saturado.
«Una Fiesta al Desorden» es un álbum que suena bien, con una producción cuidada a cargo de Josh Tampico. Las canciones tienen una estructura sólida y los arreglos son correctos. Sin embargo, el sonido se siente predecible y carente de sorpresas. La mezcla de folk, indie y pop, aunque bien ejecutada, no aporta nada nuevo al género.
Las letras de Lucía Alegría son honestas y personales, explorando temas como la migración, la nostalgia y la búsqueda de identidad. Sin embargo, en algunos momentos se siente que las letras caen en lugares comunes y que no logran transmitir la profundidad emocional que pretenden. Su propuesta puede compararse con artistas como Jorge Drexler o Luz Casal, por su sonido folk pop y sus letras introspectivas. Sin embargo, Lucía Alegría aún no ha logrado desarrollar un sonido propio y diferenciarse de estos artistas.
A pesar de la calidad de la producción y la entrega de la artista, «Una Fiesta al Desorden» no logra emocionar. Las canciones son agradables de escuchar, pero no dejan una huella duradera. El álbum carece de ese factor sorpresa que haga que el oyente quiera volver a escucharlo.
El directo de Lucía Alegría, según lo que se ha podido ver en su presentación en Madrid y en su mini gira por Argentina, es una experiencia enriquecedora que combina música, teatro y baile. Sin embargo, esta energía y creatividad no se trasladan al disco, que se siente plano y carente de vida. «Una Fiesta al Desorden» es un debut correcto, pero sin chispa. Lucía Alegría demuestra talento y potencial, pero necesita arriesgar más y explorar nuevos territorios sonoros para destacar en la escena musical.
