Hipergéminis, el proyecto liderado por Alberto Rojo (Beto) junto a Luis Von Kobbe (ambos de Niña Polaca), se presenta con «Hipergéminis Vol. 1«, un álbum debut que se declara como una exploración del conflicto interior, el amor y sus accidentes. La premisa, un crisol de influencias que van desde Television y Pink Floyd hasta bandas más contemporáneas como Rufus T Firefly y Los Estanques, suena prometedora. Sin embargo, lo que encontramos es una amalgama confusa, donde la diversidad se convierte en indefinición y la búsqueda de autenticidad termina en un ejercicio de estilo que, a pesar de sus destellos, no logra cohesionar en una propuesta sólida.
«Hipergéminis Vol. 1» se mueve entre el rock psicodélico, el indie pop, el power pop, e incluso atisbos de folk y electrónica, creando una paleta sonora que, en lugar de resultar rica y estimulante, se siente dispersa y errática. Se perciben las influencias de las bandas citadas, pero estas no se integran de forma orgánica, sino que se yuxtaponen de manera abrupta, generando una sensación de collage inconexo. La búsqueda de la espontaneidad a través de grabaciones en directo sin claqueta, en lugar de aportar autenticidad, a menudo resulta en una falta de precisión y cohesión rítmica. La participación de múltiples productores, si bien aporta diversidad de sonido a cada pista, termina por acentuar la falta de un hilo conductor que unifique el álbum. Se siente como si cada canción perteneciera a un proyecto diferente, impidiendo que «Hipergéminis Vol. 1» funcione como un todo coherente.
Las letras, que según la promoción del disco nacen como un medio de expresión y autodescubrimiento, se pierden en una vaguedad poética que impide conectar con el oyente a un nivel emocional profundo. Se habla de conflictos internos, de amor y de sus «accidentes», pero con un lenguaje que carece de imágenes vívidas o metáforas originales. La intención de «tomar algo intangible, darle forma y ponerlo delante de uno para escucharlo» se traduce en versos que, a menudo, se sienten genéricos y poco memorables. La participación de Paula Pazos y Sol Marianela, aunque añade un interesante contraste vocal, no logra elevar el nivel lírico del álbum.
La producción, con la participación de un extenso listado de productores (Jimmy Torres, Diego Perinetti, Iñigo Bregel, Dani Bearoid, Dani Alcover, entre otros), se centra en la diversidad sonora, pero descuida la cohesión y la identidad. Si bien cada productor aporta su propio estilo, la falta de una dirección artística clara hace que el álbum se sienta fragmentado. Se percibe una priorización de la cantidad sobre la calidad, con un exceso de arreglos y una falta de foco en la esencia de las canciones. La grabación en diferentes estudios y con diferentes equipos, en lugar de enriquecer el sonido, a menudo genera inconsistencias que restan fuerza al conjunto.
«Hipergéminis Vol. 1» se presenta como una carta de presentación sincera y sin pretensiones, marcando el inicio de una nueva etapa para Beto y Kobbe. Sin embargo, lo que encontramos es un debut que se queda en la promesa incumplida. A pesar de los destellos de talento y las buenas intenciones, el álbum se disuelve en la indefinición, dejando la sensación de que Hipergéminis aún no ha encontrado su propia voz. Estamos ante un debut irregular que, a pesar de sus buenas intenciones, no logra cohesionar en una propuesta sólida. Hipergéminis demuestra tener talento, pero necesita encontrar una dirección artística más definida para alcanzar su potencial.