por Recorda Fest nacía este año con la intención de poner el broche de oro al verano festivalero, pero, seamos sinceros, la verdad es que nunca llegamos a entenderlo del todo. En Coruña, en septiembre, las previsiones no son demasiado halagüeñas. En Coruña está el Morriña, que con tan solo dos ediciones ha conseguido asentarse gracias a su cartel internacional. En Coruña está el Noroeste, que será ecléctico, que tendrá mil problemas, pero que llena durante una semana de música las plazas de Coruña de manera gratuita… y algo bueno tendrá que ya van 36 ediciones. Ahora llegaba Recorda Fest, amparado por Vibra Mahou, con un cartel en el que encontramos desde Iván Ferreiro hasta La Casa Azul, desde Taburete hasta Mago de Oz, aunque sin ningún nombre internacional en su cartel.
Conscientes de las previsiones meteorológicas y sabedores de que el verano ya era más un recuerdo que una realidad en el norte de Galicia, decidimos acercarnos al festival el sábado. ¡Y bien que hicimos! Ya que el viernes, el Muelle de Batería A Coruña se convirtió en un pantanal que estuvo cercano a la suspensión de la jornada. Una primera jornada marcada por la lluvia y las tormentas que lastraron la experiencia del evento e hicieron que, al igual que nosotros, muchos decidieran quedarse en casa, al calor y protegidos de la intensa lluvia y de los rayos que caían en las inmediaciones del recinto.
Mientras nos dirigíamos a Recorda Fest, las consultas a las diversas agencias meteorológicas eran constantes. ¿Lloverá hasta las 19, hasta las 22, hasta…? Y hubo que asumirlo, llovería, y cruzar los dedos para que la segunda jornada siguiera adelante.
Tras pasear por los jardines de Coruña en busca de la zona de entrega de pulseras, caminamos sobre nuestros pasos para regresar al recinto del festival; cosa que sucedió mientras un DJ pinchaba música entre el concierto de Veintiuno y el de Pignoise. Porque sí, ante la extrañeza de muchos, Pignoise sigue en activo. Es muy interesante acercarse en la actualidad a un concierto de Pignoise; muchas de sus canciones se encuentran alojadas en nuestros recuerdos e incluso surgen debates sobre en qué serie sonaba aquella canción. Debates bajo la lluvia porque sí, había vuelto a llover y, lejos de ser una simple nube que pasa en una tarde de verano, se convirtió en un aguacero que estuvo a punto de llevarse por delante el Recorda Fest.
A las 20.55 horas, tras la pinchada entre bandas, sería el momento de Marlon. Con un recinto totalmente pasado por agua y con escasos lugares donde refugiarse, esperábamos el inicio del concierto. Pero un cuarto de hora más tarde, a las 21.10, todo el escenario se encontraba cubierto, pero nosotros no teníamos ninguna explicación. ¿Seguía adelante el festival? ¿Se suspendía? ¿Qué sucedía? Nada. Silencio. Hasta que, en la pantalla del festival, evidentemente sin nadie delante ya que arreciaban calderos de agua, apareció el siguiente mensaje: «Estamos esperando a que pase la nube. Volveremos en cuanto el agua nos lo permita y seguiremos con la programación«. Las redes, por su parte, guardaron silencio. El rumor y algún que otro silbido se hicieron latentes. Entendemos que es una situación compleja de gestionar, pero las redes sociales, además de para anunciar los partners de un festival, sirven para llegar de manera rápida y directa a los asistentes, y nosotros encontramos más información en las de las propias bandas que en las oficiales del festival.
A las 22.00 horas, con más de una hora de retraso, Marlon salía al escenario del Recorda Fest. No, no había dejado de llover, la nube no había pasado, pero las condiciones ya eran mejores. Las primeras filas lloraban por Adri, literalmente, mientras nosotros disfrutábamos de los primeros temas de la banda y nos retirábamos unos minutos para cenar fuera del recinto ya que la oferta gastronómica era escasa. Eso sí, colas no había, ya que la mayoría de la gente se había retirado.
Nuestra boya de salvación tenía un nombre: La Casa Azul, el proyecto de aquel hombre que quiso ir a Eurovisión antes de que Eurovisión fuese cool de nuevo llegaba a Coruña para demostrar que ni el desamor, ni la lluvia, ni los malos momentos de la vida deben hacernos olvidar que bailar, cantar y amar (y Juan de Pablos) es lo importante para los humanos.
Siempre me ha llamado mucho la atención esa mezcla entre sonidos naïf y luminosos con letras oscuras, esa dualidad entre la fiesta y el hedonismo con la depresión y la carga de las letras, bailar entre humo y confeti eso de «¿Cómo es posible que sigamos así? ¿Cómo me humillas y te atreves otra vez a decir?» ¿Somos conscientes de que Guille nos conduce en una rave de Popper por los caminos más oscuros de nuestra vida? ¿Buscamos la redención a través de las luces y el baile? Sea como fuere, La Casa Azul siempre consigue que terminemos sus conciertos con una sonrisa, sonrisa que se había llevado la lluvia y que, para mantenerla, decidimos volver a casa tras el concierto de los catalanes.
Nos fuimos con pena de no disfrutar de Dorian, pero sabemos que son habituales por estas tierras. Sin ir más lejos, estaban en el mismo Muelle el pasado verano dentro de la programación del Noroeste, y que la noche no acompañaba. Abandonamos contentos el recinto, pero siendo conscientes de que, a tenor de las redes, la comunicación y el ambiente, parece que Recorda Fest se ha ideado para que los «influencers» de la cercana aldea de A Coruña, donde se sitúa un grupo textil de Prêt-à-porter, luzcan los modelos de la próxima temporada convirtiendo un evento musical en una pasarela, en este caso, encharcada. Meses más tarde nos preguntaremos por qué la gente no se calla ni un momento en un concierto en sala, pero es lógico, hemos arrancado el valor cultural a los festivales, ahora diseñados para ver, dejarse ver y disfrutar de las despedidas de soltero. No pasa nada, el próximo año seguirá habiendo vasos rotulados para las fotos y atracciones en las que divertirse mientras los menos disfrutan de los conciertos.
