por Por fin podemos disfrutar del álbum debut de Caraballo, el proyecto en solitario de Carlos Jiménez, vocalista de Colectivo Da Silva. Un disco en el que el artista muestra su personalidad y su lado más introspectivo con canciones frescas y adictivas que funcionan a la perfección como himnos generacionales.
Tras temas adelanto como ‘Déjame Vivir‘, ‘Tu Puñal‘ o ‘Atrás En El Tiempo‘, ahora nos presenta un recopilatorio de diez temas que sirven como carta de navegación por la historia del pop. Un auténtico tratado de manual para post-millennials atípicos. Un tú a tú con sus oyentes.
‘No Me Importa‘ tiene el toque funk y el aliento soul perfecto, las programaciones que decoran las habitaciones de los que necesitan soledad, el estribillo por el que suspiran los grupos de R&B norteamericanos. ‘Vacío‘ es folk y suena a Sufjan Stevens, es una declaración de que esto va a corazón abierto. ‘Ratatouille‘ es esa canción que quieres escuchar toda la noche, buscando el sitio donde te la van a poner, con el perfecto contrapunto vocal de ‘Rata de Internet‘. Seda a flor de piel la encontramos en temas como ‘Todo Está Cambiando‘ o ‘Hey Moon‘. ‘Pastillas Para Dormir‘ cierra el álbum demostrando que Carlos, que Caraballo, es la experimentación sonora, que se puede saltar de Londres al trópico convirtiendose en el mejor viaje posible.
Un disco que, a diferencia de su otro proyecto donde forma parte de un grupo de siete y exalta esa parte de la música que es fiesta y celebración, está construido en soledad, en ese espacio donde libertad y creatividad sin límites juegan tranquilamente. Un proyecto personal, de indagación e investigación, de introspección e incertidumbre. Con una mirada profundamente generacional al mundo que nos ha tocado. Sencilla, con toques naif, a veces, pero sincera y diáfana. Un mundo ansioso, diverso, complejo, pero que Carlos asume desde su propia conciencia, con todo lo que ello conlleva.
