Como ya adelantamos aquí, el proyecto musical canadiense Austra visitó cuatro ciudades españolas este mes de abril para presentar su tercer álbum “Future Politics” (Domino Records, 2017). Cerraba este periplo por las Españas su actuación en la Sala Apolo de Barcelona este sábado, su última visita hasta su actuación en el BBK el próximo mes de julio.
Teloneados por la británica Pixx, que con sus movimientos y piruetas vocales resultó sonar a una especia de Dolores O’Riordan de The Cranberries meets Depeche Mode meets Blondie meets Slowdive, el escaso público pudo ver cómo Hannah Rodgers y su banda, empurpurinados todos ellos, desgranaron seis temas de inquietante electrónica.
Ya con la Apolo casi llena, llegaría el turno de Austra, encabezados por Kaitlin Austra Stelmanis, y acompañada de Maya Postepski a los pads y percusión, y de Dorian Wolf y Ryan Wonsiak a los teclados y pads. Si bien el tema de inicio ‘We Were Alive‘ nos dejó un poco sin frío ni calor, ‘Future Politics‘ y ‘Utopia‘, muy bien ligadas, marcarían lo que vendría a ser el resto de la noche: ritmos de synthpop e indietrónica que convertirían la Apolo en una suerte de disco con un público hipnotizado por la dulce Kaitlin, cuya expresión, casi impertérrita, contrastaba con la fuerza de las letras, algunos (pocos) de sus gestos y la base rítmico-percusiva de sus temas. No faltaron temazos como ‘I’m A Monster‘, acompañada de unos cuadros lumínicos proyectados sobre la tela de fondo, ‘Gaia‘ (con momentazo vocal final) y ‘I Love You More Than You Love Yourself‘. Sorprendidos nos quedamos con los coros y palmas de ‘Lose It‘ y no pudimos evitar una sonrisa cómplice con los grititos finales en ‘Villain‘, que tanto nos recordaron a Florence Welch.
El hipnotismo, de por sí, implica sueño, y esto es lo que le entró a aquí la firmante hacia el final (tampoco malpensemos, tres temas antes de terminar, vaya) del concierto, por dos motivos: los (pocos) recursos de Austra sobre el escenario ya estaban todos vistos y cuando no trabaja con falsete, sus letras pasan a convertirse en algo pronunciado en un código indescifrable (¿por desajuste con el técnico de sonido?). Fue entonces cuando pasé a fijarme en lo bien que le hubiera ido una plancha al vestido que llevaba Kaitlin. Es lo que tiene el raso y el viajar de ciudad en ciudad sin un respiro.
Todo ello no implica que todo la Apolo, incluida la cuca con pedigrí barcelonés (es lo que tienen ciertos edificios antiguos de Ciutat Vella) que de vez en cuando hacía una aparición estelar alrededor de los pies de la líder del grupo, no parara de bailar y corear las canciones, tal que himnos identitarios. Los contoneos de cadera de Ryan Wonsik contribuían a ello, no solo por su vestimenta (deportivas, falda de imitación lamé plateada, camiseta imperio y blusa rosa palo con labios pintados a juego), pues de él se dijo «Me excita muchísimo» y «Es más Conchi que las Conchis«. Palabra.
Sea lo que sea lo que reúne a los seguidores de Austra, estos tuvieron lo que buscaban: hora y veinte minutos de temas bailables cantados por su diva de minorías. Démosles tiempo para crecer, démoselo. Y para planchar, también.