El pasado sábado en Málaga nos esperaba una cita llena de energía organizada por San Miguel en uno de sus circuitos de conciertos. El contraste estaba presente: la última ocasión a la que acudí a un concierto organizado por ellos fue para Alondra Bentley en un ambiente del todo intimista; ahora la cosa cambiaba empezando por la sala. La Cochera Cabaret sería la encargada de albergar los conciertos de Cycle y White Bats.
Así que nos personamos temprano y tras los saludos oportunos y habiendo aprovechado el momento antes del inicio para que uno se pusiera al día con el resto de gente, White Bats se personaban en el escenario a las 21:30 ante un público escaso. Y cuando digo escaso, digo que comenzaron a tocar delante de unas diez personas. En el transcurso del concierto la situación mejoró llegando a contar con un buen número de asistentes hacia el final del mismo. Pero la cuestión es que, a pesar del panorama inicial, los madrileños lo dieron todo desde un primer momento con el cantante haciendo gala de una actitud acojonante, no se me ocurre mejor calificativo. Ahí tenías a Jaime dando vueltas por el escenario, saltando, con momentos de complicidad con el resto de la banda mientras esbozaba una parte vocal poblada de tonos altos que me hacía pensar en un cavernoso Nick Cave.
Otra cosa que me gustó de los White Bats fue su capacidad de introducir elementos luminosos como sintetizadores o ritmos de batería más power-pop incluso y arrastrarlos hacia la oscuridad para crear una amalgama del todo bailable, sirvan ‘Daylight, Sunset’ o el espléndido cierre con ‘Stockport’ como ejemplo de ello. Y ahí estuvo ese escaso público haciéndose partícipe de esa oscuridad que ya abrazaron en los 80 Joy Division o The Birthday Party con su rock gótico, pero todo ello adaptado a nuestra época actual.
Se despidieron los White Bats y la sala se empezó a llenar para lo que venía a continuación, una explosión de rock electrónico de manos de Cycle. La banda capitaneada por David Kano en la mesa de mezclas lanzando samples conseguiría que el público se moviera con ritmos que, personalmente, recordaban al EDM de club de los 90; esto es, percusiones machaconas, white noise para las crecidas previas a estribillos y oscuridad en el escenario. Cortes como ‘Be The One’, ‘Masquerade’ o la cercana al cierre ‘Confusion!!!’ fueron del todo coreados. El resto de temas que se interpretaron dejaron al público sin aliento al ser imposible dejar de bailar entre los guitarrazos, los bailes de La China y los ruidos que lanzaba Kano.
La única pega que señalaría sería la actitud de Luke Donovan (vocalista) de la formación. No sabría decir si se trata de un papel o realmente es así, pero me llamó mucho la atención que hasta que no pasaron 40 minutos no se movió ni un ápice de su puesto. Cantaba las primeras canciones estático. Su actitud durante el primer tramo del concierto no me gustó, sin embargo pareció animarse y los ritmos acelerados comenzaron a adueñarse de él con movimientos frenéticos y una actitud rockera que bien me hizo pensar en el Moby industrial de los 90.
En cualquier caso, disfruté del concierto. Además, se trata del fin de gira de Cycle y se podía palpar en el ambiente. Hubo muy buenos ánimos e incluso momentos de comedia, como cuando La China sacó un cuchillo muy Indiana Jones para acompañar un tema con una actuación. Pero el momentazo de la noche fue sin duda cuando se tocó ‘Saturday Girl’, momento en el que se pidió que subieran al escenario todas las “saturday girls”, lo que provocó que algunas mujeres se subieran y bailaran con La China. Diversión, oscuridad y ritmos de rock electrónico que consiguieron animar una noche de sábado.
Fotografía: Carmina Rodríguez