Tenía una cuenta pendiente con Fuel Fandango, y es que había perdido la oportunidad de verles en un par de ocasiones, siendo la última de ellas en el Granada Sound de este año que me tuve que ir por estar indispuesto. Para compensar aquella cancelación del Weekend Beach de este año, Fuel Fandango, el dúo formado por Ale y Nita, se dejaron ver por la París 15 en Málaga este 5 de noviembre.
Iba con reservas a este concierto. Esa mezcla de flamenco, jazz y rock de los Fuel Fandango me resulta curioso y llamativo, pero no me terminaba de llamar. Quería someterles a la prueba de fuego de verles en vivo y comprobar si lo que no me transmitían en estudio lo conseguirían hacer en vivo. Así llegamos a la sala cerca de las diez de la noche, y entre conversaciones que iban y venían y disfrutando del soundtrack que amenizaba la espera (que no era otro que Bonobo, llamativa esta elección para un concierto así), en seguida se hicieron las once. Se apagan las luces, suena una guitarra flamenca presentando a Fuel Fandango y aparecen en el escenario el batería, el bajista y Ale lanzando progresiones de sintetizadores que conseguían despegar los ánimos con un ritmo que me hacían pensar en unos actuales Delorean. Entonces aparecía Nita, el público la aclamaba y comenzaba a dar voz a ‘El Todo y la Nada’.
Si bien Nita no dejaba de moverse a lo largo del escenario moviéndose con gracia y en sincronía con la producción explosiva fusión que depuraba su banda, no podía dejar de fijarme en ese pie de micro lleno de rosas que nos recordaba que, a pesar de que estribillos como los de ‘La Primavera’ o ‘Monkey’ despiertan la vena más festiva a nivel de electrónica, con puentes instrumentales en los que el público saltaba en frenesí, en Nita y en Fuel Fandango hay un importante poso de raíces andaluzas, una vena coplera que ella no teme en enseñar con gorgoritos y demás muestras vocales que no hicieron más que dejarme perplejo.
La primera hora de concierto se desarrolló apresurada, sin apenas pausa, todo un repertorio de temas intensos, todo un crescendo de intensidades en el que el público se entregaba a dar palmas siguiendo los ritmos más flamencos, a aplaudir a Nita en los momentos contados (y por ende, especiales) en los que se subió a la tarima a taconear o seguir cada uno de los temas que iban interpretando. Una primera hora que empezó con una Nita enfundada en una bata negra de seda que no dudó en retirarse en un momento de climax. Ya lo había ofrecido todo, no se podía llegar más lejos, ahora tocaba mantener el ritmo.
Sin embargo, no llegó se mantenimiento del ritmo. Llegaron temas que comenzaron a sonar repetidos pero sin tanta sustancia, como ‘Burning’, que quedó algo desmerecida cuando en estudio la encuentro genial. Llegan melodías de sintetizador que eran bonitas y a servidor le gustan, pero llevaban al concierto a un plano diferente, bajó demasiado el ánimo. Desconecté un segundo para comprar una bebida y al volver a prestar atención tenía la sensación de que no me había perdido nada. Esa mitad oscura e intensiva de sintetizadores es interesante, pero puesta después de esos melocotonazos con los que abrieron quedaron muy desmerecidos.
Menos mal que llegó la recta final, los ánimos volvieron a resurgir y todo fluyó con naturalidad. Y es que no había otra reacción posible tras ver ‘Read My Lips’, ‘Shiny Soul’ y la más que coreada y rockera ‘Salvaje’ con la que, tras cerca de dos horas de concierto, se ponía fin a una parada de la gira “Aurora” donde este álbum pasó algo desapercibido ya que hubo una mayor representación de los trabajos anteriores; pero desde luego no fue un infortunio para los que allí estaban presentes. Lo bueno de este concierto, además de ver a mucha gente enfundada con outfits de feria de Abril, es que he podido ser testigo del vivo de un grupo que está dando de qué hablar. He sido capaz de entender el porqué y ver la capacidad con la que mezclan varios estilos y hacer algo único, sin embargo a menos que modifiquen su setlist haciendo una parte intermedia más memorable, no me terminarán de convencer. Llegará una próxima oportunidad y espero que un cambio de parecer.
Fotografía: Carmina Rodríguez