abril 24, 2024

Sucesivas tormentas de calma: conozcan Vodafone Paredes de Coura (parte I)

Cuando pisé por vez primera el suelo portugués, hace unos pocos días, me sacudieron dos importantes revelaciones: cargar mi mochila de sudaderas y chubasqueros la próxima vez que me acerque a Galicia, por el bien de mi profunda ignorancia mediterránea; y una innegable felicidad al darme cuenta de que aun podía aprovechar la tarde comiendo un tierno bocata en horas «civilizadas», gracias al suave viaje en el tiempo que me había otorgado cruzar la frontera. Tras bajar del coche, le di las gracias a mi chófer, quien me había acompañado y amenizado el largo viaje desde la lejana Madrid con buena conversación y mucha música, para adentrarme en la bonita y auténtica villa de Paredes de Coura.

Algunos abuelos paseaban tranquilamente, bastón en mano, y perros callejeros daban vueltas en busca de restos de comida, todo ello contrastado por los cientos de festivaleros que subían a la villa para tomar cañas, comer o rellenar sus neveras de cerveza Super Bock, la marca que, por lo visto, es el orgullo y postín de nuestro país vecino. Es evidente que más allá de esos cuatro días de juerga en los que un pueblo campestre y de arraigada tradición debe habitar en consonancia con jóvenes fiesteros, a Paredes no le quedan muchas más atracciones turísticas que ofrecer, a parte de un ambiente fresco y natural o alguna posible excursión por la montaña. Tras darme un paseo y explorar la zona, decidí que ya era hora de investigar la fauna y flora que me esperaba allí abajo, en el camping, donde el ambiente ya empezaba a hacerse latente. Tras poco caminar, encontré la zona de acampada, ubicada al lado de un calmado río dónde los asistentes se bañaban y mataban el tiempo, relajados, flotando sobre barcas, flamencos y cisnes de goma. Al lado, una colina enorme se convirtió en el lugar favorito para tomar el sol y escuchar otra clase de conciertos, que solían empezar a mediodía. Por mi parte, decidí practicar la escalada un rato y plantar mi tienda bien arriba, en un sitio a la sombra y apartado del gentío, poniendo a prueba la fuerza de mis gemelos, capacidad de visión nocturna y equilibrismo ebrio, todas las noches.

1º dia / 17 Agosto _FESTIVAL VODAFONE PAREDES DE COURA 2016 _ © Hugo Lima | www.facebook.com/hugolimaphotography | www.hugolima.com
Vodafone Paredes de Coura © Hugo Lima

El primer día de festival fue más bien una jornada de presentación que empezó tarde y terminó pronto, solamente con el escenario grande Palco Vodafone abierto y 5 conciertos. Por los alrededores se hablaba sobre una banda popular de Oporto llamada Best Youth de rock electrónico, y al igual que me pasó con la superband Minor Victories, no conseguí llegar a tiempo para el espectáculo. Pero al fin, llegó la hora en que una de mis bandas favoritas, progenitores de la gran «Multi-Love» (2015) – un LP predilecto en mi colección de discos- iba a tocar. Unknown Mortal Orchestra encabezaba la primera noche del festival y no pude resistir la ilusión y ganas de sorpresas cuando crucé la entrada aquel primer día. Empezaron con ‘From the Sun’, un tema hipnótico y tranquilo, quizás útil como presentación sumado a un posible refuerzo posterior, con algo más pasional. Me equivoqué, porque las próximas ‘How Can You Luv Me’, ‘Ur Life One Night’ y ‘The World is Crowded’ sonaron igual de somnolientas y poco inspiradas. La voz de Ruban Nielson que tanto me atraía y obsesionaba cuando escuchaba sus discos, sonaba poco inspirada e insípida esa noche. El espectáculo mejoró cuando tocaron ‘So Good at Being in Trouble’, seguida de ‘Swim and Sleep Like a Shark’, junto a los dos únicos temas de su primer disco homónimo ‘Stage or Screen’ y ‘Ffuny Ffrends’.

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Unknown Mortal Orchestra © Hugo Lima

El grupo empezó a experimentar con instrumentales confusos y tediosos, algo alejados de su habitual sonido y que hicieron que el espectáculo siguiese con perezosa monotonía. Abandonaron el escenario sin llegar a cumplir una hora de reloj, con sus dos hits del último disco: ‘Multi-Love’ y ‘Can’t Keep Checking My Phone’, dejándome algo frío y menos abatido de lo que esperaba, ni tan solo sudé un poquito. Después llegaron Orelha Negra, una curiosa banda portuguesa experimental de Trip-Hop y Soul, que durante una hora mostraron diferentes estilos y constantes cambios de registro, regalando incluso un  divertido cover de ‘Hotline Bling’. La versatilidad de la banda llegó a sonar a ratos algo impersonal y con falta de individualidad, por lo que decidí dar el adiós al camaleónico conjunto y recuperar fuerzas para el siguiente día.

Desperté con las primeras pruebas de sonido, rodeado por un ambiente tranquilo y natural, lejos de los bulliciosos y sofocantes campings habituales de nuestros festivales costeros. Fresco y nuevo, pasé el día disfrutando del ambiente portugués y su buena gastronomía, además de las sesiones del Palco Jazz en aquel escenario a lo bajo de la colina, dónde escuché con una cerveza junto a buena compañía a Burn River Sessions y un tanto catastrófico dúo vocal Box To Box. Cuando el sol cayó, entré listo para la acción a ver otra banda que desde hace años sigo la pista y no pensaba perderme por nada del mundo: los explosivos Thee Oh Sees. Llegué algo apurado, además de que se anticiparon unos minutos, pero ya estaban tocando su popular ‘The Dream’, seguido de ‘Plastic Plant’ de su nuevo trabajo «A Weird Exits» (2016) y la arrolladora e impoluta ‘Toe Cutter’. Mi posición no era la mejor y tras ese corrosivo tema, no tenía mucho sentido seguir viendo el concierto desde la distancia, así que me adentré al meollo como si no hubiera un después para sudar la gota gorda. Los californianos siguieron dando caña sin parar, con dos baterías aporreando, largas variaciones y divertidos juegos entre instrumentos. Terminaron con otro tema viejo, ‘Contraption/Soul Desert’ para dejarnos con ganas de mucho, mucho más. Pero esto no acababa, guardamos un buen sitio para lo que estaba al caer: a las doce y media llegaron LCD Soundsystem al escenario, con un James Murphy algo más canoso, con un visible sobrepeso y un escalofriante parecido a Miki Nadal. Esa primera impresión fue olvidada por todos en el momento que su voz rebotó por los altavoces hacia todo el público asistente del Palco Vodafone. ‘Us vs Them’ sonaba limpia y preciosa, como si los años no hubiesen pasado. ‘Daft Punk is Playing at my House’ fue la siguiente y el público ya estaba en modo desfase. Los bajos vibraban, el batería no descansaba, los teclados marcaban un ritmo que se contagiaba por todo el cuerpo y la voz era como la de un gurú espiritual, el líder de una secta o la armonía del Flautista de Hamelín. Podría seguirla hasta el fin del mundo. El espectáculo siguió con ‘I Can Change’ hasta durar casi dos horazas, a pesar de contar con muchos temas, muy largos, supieron encajarlo correctamente sin olvidar ninguno de sus grandes hits: ‘Someone Great’, la siempre acertada ‘Tribulations’, la revientapistas ‘Yeah’, la melancólica e imprescindible ‘New York, I Love You But You’re Bringing Me Down’, para luego terminar el espectáculo por la puerta grande con ‘Dance Yrself Clean’ y como no, su obra cumbre ‘All My Friends’. Un verdadero espectáculo que superó de calle toda la expectativa que llevaba y me dejó un regusto exquisito.

LCD Soundsystem © Hugo Lima

Tras el potente directo me desplacé al escenario pequeño Vodafone.FM a ver a Suuns, otra banda que tenía fichada de hacía poco y a la que no me pude resistir. Fue un directo breve, pero muy intenso en el que fusionaron la electrónica y el krautrock con la psicodelia más viva. Escuché opiniones diversas, quizás fue una apuesta demasiado tranquila para las dos y media, o poco animada tras el chute de LCD Soundsytem, pero a mi ni las ganas de bailar ni el agotamiento me impidieron disfrutar de un viaje cósmico entre rasgueos y distorsión como el que Suuns me regaló esa noche. Tras ellos, rápidamente transformaron el escenario en un ambiente más tropical y electrónico para dar paso a la celebración de Enchufada, sello que cumplía 10 años, con el directo de Rastronaut y Branko. Demostraron mucha maña en los platos y mantuvieron al público bailando hasta las cinco de la mañana, Rastronaut algo más eléctrico y divertido, aunque Branko fue hábil tratando las bases y ritmos cañeros hasta que llegó hora del cierre. Como todavía era pronto, los insomnes incansables nos desplazamos bajo una cansina cortina de lluvia hasta el centro del pueblo en busca de alguna fiesta alternativa o after. Terrible y grave error. Llegamos al pueblo fantasma, vacío y sin una triste alma, y de mientras yo, armado solamente con una fina sudadera y los calcetines como dos charcos, luchaba por no morir de hipotermia. Tras la decepción volvimos a casa, mojados y sin fiesta, pero con el consuelo de haber vivido una noche tremenda.

(Continúa la segunda parte del artículo, en un nuevo post).

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