Entre todas las cosas que aprendí el sábado en el concierto de Kitai, se encuentra que no hay hora para el rock. Si tienes que cambiar el café de la merienda por una cerveza para animarte a seguir un buen ritmo de guitarra se hace. Realmente antes de empezar el concierto iba pensando “¿pero quién pone un concierto así a las cinco de la tarde?”, a lo que al acabar me di cuenta que la respuesta daba igual, lo importante era que los que actuaban nos hiciesen vibrar y vaya que si lo hicieron.
Antes de los Kitai actuaron los Jackal Pack, un grupo joven de Málaga que nada más empezar me dejar con la boca abierta. Con un estilo explosivo, configurado únicamente por guitarra, bajo y batería, despacharon un set donde hicieron gala de un sonido grunge y rock algo duro que, sinceramente, no me esperaba. Mención aparte merece la calidad vocal del cantante, que jugaba con los tonos medios con momentos en los que rasgaba su voz a la máxima expresión.
Y entonces, una hora después que dieran inicio sus teloneros, salió el grupo liderado por un swagger Alex, del cual me declaro fan en parte por sus calcetines y en parte por esa actitud tan maravillosa que tuvo. Había poco público, muy poco, y eso era algo muy evidente. Pero, como ya me comentaron dos seguidoras del grupo con las que estuve hablando antes de entrar, “ellos lo dan todo, esté la sala llena o medio vacía”. Y, ciertamente, esto fue lo que pasó.
Con un grito de guerra daban paso a lo que acabaría evolucionando en una constante energía desatada, en un trasiego continuo en el escenario por parte de un vocalista que no se paraba quieto al ritmo de los temas que forman su debut en largo “Que Vienen”. Mi experiencia con esta banda era nula, así que ver a un grupo que lo daba todo desde el instante inicial me dejó con ganas de más, con ganas de saber qué más tenían por ofrecer a los que estábamos allí.
Se sucedieron temas como ‘Enemigo Yo’ o ‘Cadáver Exquisito’ en los que jugaban con la sensualidad y la sexualidad con un bajista semidesnudo y demostrando sus habilidades al instrumento con unos momentos de protagonismo absoluto que me dejaron alucinando, y con un cantante que también optó por quitarse la camiseta como una muestra más de la fiereza y de la manera que tienen ellos de entender y sentir su música.
“Somos Kitai y vosotros la hostia puta”. Hubo momentos entre canciones en los que el vocalista recurrió al discurso motivacional que habría encajado en una versión urbana ambientada en nuestra época de Braveheart. Desde un “juro por Dios que algún diréis que éramos pocos aquí” que denotaba algo de amor propio, a la pronunciación de mantras y lemas a seguir como “vive como si mañana fueras a morir, trabaja como si no importara el dinero y folla como si fuera el último polvo de vuestra vida”, y dentro guitarras, batería y vocal explosivo.
La cuestión es que Kitai supo confeccionar un concierto sin importarle el escaso público presente, y eso es algo que valoré muy positivamente. Me hicieron bailar y disfrutar como si a mi alrededor lo estuviese haciendo una sala entera llena de personas imitando mis moviemientos.
Una interesante y explosiva ‘Sientes el Golpe’ compartió espacio con el comienzo acústico de ‘Kitai’ para acabar derivando en una bella explosión melódica y, más adelante en el set, en un vo
alista que no dudó en saltar a la pista y explotar mientras se revolcaba por el suelo.
Entre todas las lecciones para la vida que me brindaron los Kitai, me quedo con la más importante que ellos mismos predicaron el otro día en el concierto: sé la mejor versión de ti siempre, estés con quién estés. En este caso, los mismos explosivos y alocados madrileños que dicen eso de “somos Kitai y vosotros sois lo más importante, los que habéis hecho que el concierto de hoy sea superior”.