octubre 6, 2024

Vértigo Estival Independiente

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Situado en las faldas de un peñón, nos encontramos con el municipio de Martos. Un pueblo rodeado por campos de olivos de la sierra sur de Jaén, interesante, auténticamente andaluz y muy encantador. Lo digo por experiencia. Pasar todos los veranos de mi vida aquí, ha hecho que conozca bien este lugar. No sólo eso, ahora que me acerco a la treintena y escribo sobre música, todo ello se ha relacionado de tal modo que me encuentro redactando sobre un festival que se celebra en Martos, en mi pueblo de siempre: El Vértigo Estival Independiente.

VEEn su undécima edición y siendo el último evento dentro de la promoción «Jaén en julio«, este festival ha abierto agosto con buen gusto independiente musical fusionado con el sabor característico de la zona: el aceite de oliva, con el patrocinador de aceites Melgarejo.

La cita arrancó el viernes 31 con una cercana acogida en la terraza del Hotel Hidalgo donde disfrutamos de barbacoa en un ambiente distendido y relajado y una posterior actuación en el escenario Melgarejo de Rob Delion. Una voz venida desde León que a ritmo de guitarra interpretó melodías muy setenteras en la tarde estival.

A las 21 de la noche, en la caseta municipal, los primeros en actuar fueron My Yellowstone. Ganadores del NEIA 2015, los sevillanos tenían entre manos la ardua tarea que supone abrir un festival. No convencieron mucho debido a su sonido ecléctico y nada definido. Dani, el vocalista, se entregó al público con su actitud y posturas que recordaban a Mick Jagger o Nick Cave.

VE9Belako, o como una juventud desbordante nos contagia de placer lentamente… Ingenieros prometedores de música de calidad, pusieron al público al vértigo. Su repertorio estuvo formado por la mayoría de temas de su disco Eurie (2013), acompañado de una versión actualizada por Félix Da Housecat de Nina Simone, Sinnerman. Un sonido perfecto, una puesta en escena impecable y rompedora, rock alternativo-pixie que recordaba a esos magníficos 90, un poco de Nirvana mezclado con tintes de Garbage y The Clash. Los vascos demostraron madurez musical, garra y mucho talento.

Los sevillanos Montgomery mezclaron lo electrónico con lo clásico todo ello regado con una presencia elegante sobre el escenario. Nos hicieron bailar y disfrutar de su estilo propio que dió la vuelta de tuerca con los siguientes en aparecer: Layabouts. Los madrileños están en una etapa de su carrera en la que han considerado que hacer versiones (en este caso de los grandes The Ramones), les está funcionando más como banda. Causaron mucho éxito con el homenaje especial al «Its Alive!» que le dedicaron a los pioneros del punk poniendo toda su energía y volviendo locos a los asistentes.

NVE4euman fueron los últimos en tocar en la primera noche marteña. Los murcianos usan el mismo repertorio y siguen la misma tónica en sus conciertos, algo que les funciona pero que también es un arma de doble filo porque pueden resultar repetitivos. Melancolía, sensibilidad y calma es lo que nos transmitió Paco Román en su concierto. Hubiera sido interesante darle un giro al orden de las bandas de este día para terminar con alguna cañera como Layabouts o Belako.

El sábado desde bien temprano, ya amaneció interesante. Los desayunos acústicos, como novedad, de la mano de Rusty River y Señor Blanco acogieron a un público madrugador y fueron activando el día festivalero. Poco después, con la paella party en la piscina municipal, llegó el punto álgido que todos esperábamos. Excelente paella, bebida, piscina y sol, conocidos y reencuentros, no tan conocidos que conectaron, la Peña de Martos de fondo y buena música impregnando el ambiente. Los Sentíos, con su sonido rock americano, tocaron mientras se guisaba la comida entre cervezas distendidas y conversaciones agradables. Crudo Pimiento, asaltaron el escenario después del almuerzo con un sonido peculiar creado desde lo visceral. Objetos caseros tomaron forma de instrumento para crear una música interesante atenuada con afinaciones imposibles. Raúl e Inma forman un duo adictivo con repertorio a caballo entre el blues, ritmos caribeños y música tradicional, que ocasionaron el disfrute de un público boquiabierto. El final piscinero tomó forma con la ecléctica Señora Ciempiés que hizo bailar a los pocos que habían decidido desmenuzar y exprimir las últimas horas de sol.

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Si la noche de viernes se terció con grupos más juveniles, la del sábado gustosamente supo a rock más clásico. Chencho Fernández presentó su nuevo disco que sonó a rock de autor elegante y sabor callejero. Después llegó la ebullición sesentera de The Ships con melodías de playas californianas y rock surfero que recordaron a The Posies o Beach Boys. Presentaron «The summer of our lives» al completo y cual verbena, bailamos bajo la noche de verano.

VE5Mercromina y los legendarios Red Kross enloquecieron el ambiente y pusieron el brochazo de oro a este Vértigo Estival. Revolucionaron la pista con nítidos y potentes temas y algún que otro despoje arrebatador de camisa y suspiros robados entre las veteranas del lugar.

Lo palpable tiene sentido cuando es de calidad. Este festival tan cercano y familiar le ha robado el corazón a más de uno, servidora incluída. Lo maravilloso del mismo ha ido desde la amplia propuesta del evento tanto musical como cultural (abarcando casi las 48 horas seguidas); pasando por cada uno de los organizadores, trabajadores y colaboradores que tan agradablemente han tratado al público, hasta llegar al buen ambiente que se ha creado en el mismo.

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Gracias a todas las personas que lo han hecho posible y que me han hecho sentir tan cómoda y como en casa.

Por muchos años más, del Vértigo Estival

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