por Dejemos una cosa clara: un álbum debut en toda regla es una declaración de guerra. Y los amigos de Vecinos, el cuarteto afincado en Barcelona, acaban de gritar: “Eh, aquí estamos, y esto va en serio”. Después de calentar la escena underground con tres EPs que se condensaron en el vinilo «Junta extraordinaria«, ahora hacen el salto de pértiga a lo Armand Duplantis y nos sueltan «Centro de ayuda«.
Este disco es la mudanza oficial de la banda: dejan de ser una promesa ruidosa para convertirse en una realidad del rock en castellano. Y lo tienen todo: canciones que huelen a clásico, una actitud que te dan ganas de ponerte su camiseta y un chute de energía que hace que la vida, de repente, merezca un poco más la pena.
«Centro de ayuda» es vivir con intensidad. El disco es una joya llena de estribillos mágicos y melodías adhesivas con sabor a himno generacional. Si buscas clásicos instantáneos, tienes el tridente matador: ‘Siempre más‘, ‘Por todo lo alto‘ o ‘Salfumán‘.
Pero lo bueno es que Vecinos no se quedan quietos. Abren puertas a dimensiones nuevas con temas como ‘Fin del informativo‘, ‘Feliz cumpleaños‘ o ‘Lavadora‘, dejando claro que su futuro va a ser interesante de cojones. Y para los nostálgicos de su sonido previo, ahí están ‘Va como va‘ o ‘Mala semana‘ para saciar la sed.
Lo mejor de todo es que mantienen esa lucidez marca de la casa para diseccionar la realidad con inteligencia e ironía. Sí, hay insatisfacción vital y una melancolía nueva, pero está todo pasado por el filtro de la energía pura y las ganas que les caracterizan.
«Centro de ayuda» es el antídoto contra el cinismo. Es un artefacto especial: la alegría como respuesta al mal rollo. Es un disco ambicioso y grabado con una humildad tramposa, Vecinos ha venido a dejar huella y a cambiar un poco las cosas, y lo están haciendo sin pedir permiso. Si quieres rock que te haga sentir que tienes 20 años otra vez, este es tu puto centro de ayuda.
