La escena musical española se prepara para recibir una de las propuestas más viscerales y difíciles de clasificar de la vanguardia contemporánea. Kim Dracula, el artista de Tasmania que ha redefinido los límites entre géneros, ha confirmado dos fechas exclusivas en nuestro país dentro del marco de la gira Route Resurrection 2026. La maquinaria creativa, reconocida por su capacidad para generar un impacto viral y cultural profundo, aterrizará en el frío enero para sacudir los cimientos de la capital y la Ciudad Condal.

Los conciertos prometen ser dos noches de caos sonoro y visual en estado puro, una experiencia inclasificable que se ha convertido en la firma de este fenómeno global. Las fechas marcadas son el 26 de enero de 2026 en Madrid (Mon Live) y el 27 de enero de 2026 en Barcelona (Razzmatazz 2). La expectación es máxima para presenciar a un artista que ha pasado de la oscuridad de las redes a llenar salas con una base de seguidores que roza lo devocional.
La música de Kim Dracula es un campo de batalla donde las etiquetas tradicionales son inútiles. Su estilo se mueve con total libertad entre la agresividad del metal, las texturas industriales, la intensidad del post-hardcore, la cadencia del trap y la experimentación vanguardista. De forma sorprendente, en ese torrente sonoro, el artista no renuncia a incluir pinceladas de jazz, creando una amalgama que es tan oscura como magnética. Esta mezcla indomable es el reflejo de una visión artística que se niega a ser confinada.
El proyecto surgió inicialmente con un impacto viral durante la pandemia. Kim Dracula, que comenzó su andadura musical como batería de folk punk y miembro de la banda Jesterpose, saltó a la fama gracias a sus versiones únicas y disruptivas en TikTok. Este salto digital fue un trampolín que lo catapultó del anonimato al estatus de artista de culto, demostrando que la autenticidad y la propuesta radical tienen un espacio de resonancia masivo en la era digital. Su voz, camaleónica y potente, se ha convertido en el vehículo de esta mezcla de influencias que lo hacen único.
La presencia de Kim Dracula en la música contemporánea es un testimonio del poder de la fusión cultural y sonora. Sus directos son un crisol de referencias estéticas y musicales que recogen la herencia de figuras tan diversas como la deconstrucción de Mr. Bungle, la visión pop alienígena de Poppy, la oscuridad de Joy Division y Marilyn Manson, o el vanguardismo dramático de Bowie, Björk, Kate Bush y Lady Gaga. Asistir a uno de sus conciertos es, por lo tanto, embarcarse en un viaje irrepetible donde la performance y la música se entrelazan de forma impredecible.
La puesta en escena es un elemento tan crucial como el sonido. Kim Dracula rompe moldes con una estética que se balancea entre lo gótico, lo andrógino y lo teatral. El artista utiliza esta capa visual para aumentar la intensidad de un repertorio que, como su sonido, está en constante movimiento. No se trata solo de un concierto, sino de una experiencia catártica que desafía al público a enfrentarse a su propia percepción de lo que la música en vivo debe ser.
En una industria donde la categorización es habitual para facilitar el consumo, Kim Dracula se yergue como un desafío. Su capacidad para ser relevante tanto en las listas de metal más extremo como en las tendencias virales de la música experimental lo sitúa como uno de los nombres clave a seguir en la próxima década. Las dos noches en España prometen quedar grabadas en la memoria de los asistentes como una de las experiencias más intensas y rompedoras de la Route Resurrection 2026.